Irán ante la inacción de la nueva Administración Biden, ha decidido tomar una postura aún más beligerante y presionar a la comunidad internacional, en concreto Estados Unidos, para que levante las sanciones contra la República Islámica, incumpliendo de forma sistemática el acuerdo nuclear de 2015.
Hace poco más de un mes, el país persa ponía en marcha un segundo conjunto de centrifugadoras en Natanz para continuar con el enriquecimiento de uranio. Nuevamente, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha anunciado que Irán ha comenzado a enriquecer uranio con un tercer juego de centrifugadoras avanzadas de tipo IR-2m.
El acuerdo permite a Irán enriquecer uranio sólo con centrifugadoras IR-1 de primera generación en la Planta de Enriquecimiento de Combustible (FEP) subterránea a escala comercial en Natanz.
El propio portavoz de la Organización de Energía Atómica de Irán, Behrouz Kamalvandi, afirmaba el pasado 28 de enero que “antes de que finalice el periodo de tres meses, se instalarán 1.000 centrifugadoras IR-2M en Natanz”. También resaltó que Irán se presenta como un país referente de cara al futuro dentro del sector de la utilización de la energía nuclear y que estas medidas no se salen del marco establecido en la ley de “Acción estratégica para levantar las sanciones”.

Esta ley fuerza a la OEAI a la producción y almacenamiento de un mínimo de 120 kg. de uranio enriquecido al 20%. No obstante, según el presidente de la Asamblea Consultiva Islámica de Irán, Mohamad Baqer Qalibaf, 17 de esos 120 se han enriquecido en tan sólo un mes, una muestra más de la creciente capacidad del Estado iraní.
Todas estas muestras de capacidad nuclear por parte de Irán son tan sólo una táctica para presionar a la Administración Biden y que levante así las sanciones, dando el primer paso para retomar las negociaciones.
El acuerdo nuclear de 2015, oficialmente Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) está gravemente herido desde que el expresidente de Estados Unidos Donald Trump ordenó la salida del acuerdo en 2018 y la imposición de más sanciones. El nuevo presidente, Joe Biden, prometió en campaña regresar si Irán cumple el pacto de 2015, pero desde Teherán echan la pelota en el tejado de Washington advirtiendo que no cumplirán hasta que las sanciones sean eliminadas.

Por el momento, parece que la reactivación del acuerdo está estancada, más si cabe, tras la negativa de Irán a la propuesta de la Unión Europea de iniciar conversaciones informales con Estados Unidos.
“Teniendo en cuenta las recientes acciones y pronunciamientos de Estados Unidos y tres potencias europeas, Irán no considera que este sea el momento para realizar reuniones informales”, dijo el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Saeed Khatibzadeh, que además acusó a la Administración Biden de “no dejar de lado la política de máxima presión de Trump”, en clara referencia al bombardeo estadounidense contra posiciones de milicias proiraníes en Siria.