Israel lleva siendo todo un terremoto político los últimos dos años. La cuenta atrás para la formación de un Gobierno está llegando a su fin y la sombra de unas quintas elecciones parece estar cada vez más cerca. Después de que el primer ministro en funciones, Benjamin Netanyahu, fuera incapaz de formar Gobierno, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, le encomendaba esta misión a Yair Lapid, líder de la segunda lista más votada.
El 23 de marzo la población israelí volvía a votar en unas cuartas elecciones en menos de dos años, y los resultados parecían poco halagüeños. Ningún bloque conseguía la mayoría de 61 escaños en el Parlamento (Knesset), por lo que ya se vaticinaba unos meses de duras negaciones. Este miércoles se termina el plazo para conseguir formar un Gobierno en Israel, y de no poder llegar a un acuerdo se precipitaría la convocatoria de unas quintas elecciones.
En un giro de los acontecimientos, Naftali Bennet, líder del partido Yamina, anunciaba que era su intención formar un “Gobierno de unidad nacional junto con mi amigo Yair Lapid”. Una noticia sorprendente ya que durante el conflicto de 11 días entre Gaza y el país hebreo, el propio Bennet aseguró su apoyo a Netanyahu en la formación de un Gobierno. Pero en palabras del líder de Yamina, "las elecciones han demostrado que no hay [posible] Gobierno de derechas con Netanyahu. Hay unidad o quintas elecciones".

Durante una intervención ante la prensa local, Bennett descartó firme y repetidamente la posibilidad de trabajar con el actual primer ministro afirmando que "nadie le cree", en clara referencia a la ruptura del anterior acuerdo de coalición, en el que Netanyahu no cedió el puesto de primer ministro, como se estableció en un primer momento, a Benny Gantz, del partido Azul y Blanco, a finales del año pasado. Asimismo, durante su discurso acusó repetidamente a Netanyahu y a su partido, el Likud, de mentir e intentar asustar a su base de derechas. "Nos enfrentamos a una máquina bien engrasada que difunde constantemente mentiras con el fin de infundir miedo en los corazones del público", dijo Bennet.
El acuerdo de coalición que se plantea entre Yamina y Yesh Atid establece que Bennett ocuparía el cargo de primer ministro hasta septiembre de 2023 y luego entregaría las riendas al líder de Yesh Atid, Yair Lapid. Lapid ha llegado a acuerdos informales de coalición con Yisrael Beytenu, Meretz y el Partido Laborista, pero la formación de este nuevo Gobierno anti-Netanyahu se encuentra aún en el aire. Todo depende, en buena parte, de si los siete diputados de Yamina apoyan un “Gobierno del cambio” y de si el bloque opositor recaba también el respaldo de la Lista Unida o del islamista Raam.

Mientras se perfilan los acuerdos, el partido de Netanyahu aprovecha los últimos momentos para presionar a los miembros de Yamina para que abandonen el partido y voten en contra del Gobierno alternativo, según publica el medio Times of Israel. Estas presiones habrían dado sus frutos y es que Amichai Chikli, miembro de Yamina, ha prometido no unirse a una coalición con Lapid, acusando al partido de haber roto sus principales promesas con el electorado. En un mensaje a través de sus redes sociales Chikli escribía: “creí en él (Bennet), en su honestidad, en su amor por Israel y en su sionismo, y le apoyé con toda la fuerza... pero este no es el camino".
Estas últimas horas de negociaciones serán decisivas para poder llegar a acuerdos entre la amalgama de partidos que conformarían este nuevo Gobierno, que cubren todo tipo de ideologías, cuyo único punto en común es la animadversión contra el primer ministro y su deseo de poner fin a 12 años de un Gobierno liderado de manera ininterrumpida por Netanyahu, quien además está imputado por tres casos de corrupción. Por ahora el “bloque del cambio” y con los seis de los siete escaños de Yamina, suma 57 escaños de los 61 necesarios para formar Gobierno. Los partidos árabes se perfilan determinantes para poder sacar adelante la formación de un nuevo Ejecutivo.

El primer ministro en funciones, Benjamin Netanyahu, y tras el anuncio de Naftali Bennet de formar Gobierno con el centrista Yair Lapid, acusó al líder de Yamina de haber mentido a sus votantes, diciendo que ninguno de ellos le habría votado de haber sabido que se uniría a Lapid, y lo retrató como un oportunista político empeñado en el poder. En su intervención ante los medios, Netanyahu calificó a esta alianza como un "Gobierno de izquierdas" que supone "un peligro para la seguridad de Israel y un peligro para el futuro del Estado".
Israel se asoma a una posible nueva era sin Netanyahu en el poder, y todo depende irónicamente de los partidos árabes que aún no han confirmado de manera oficial su apoyo a Lapid. En el caso de que las negociaciones tengan éxito, este hecho supondría el fin de 12 años de liderazgo del actual primer ministro que lleva en el poder desde 2009, tras un mandato anterior entre 1996 y 1999, y que desde 2019 no ha conseguido ganar con contundencia las últimas cuatro elecciones.