En medio de crispación social por la reforma judicial del Gobierno de Netanyahu, el Estado de Israel se encuentra en una encrucijada en sus bodas de platino

Israel cumple 75 años de progreso, honor, superación y democracia

PHOTO/AP - Israel cumple 75 años

Previo al fraccionamiento de Palestina, Theodor Herzl ya predijo la existencia del Estado judío en 1897: “No sé si en 5 años, pero sí en 50”. Dicho y hecho, el 29 de noviembre de 1947, 50 años después de la “profecía” de Herzl, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba el “Plan de Partición” de Palestina, que servirá de base legal para la creación casi inmediata del Estado de Israel, en la Resolución 181, posiblemente la más citada de la historia. Un total de 33 naciones votaron a favor, incluido tanto Estados Unidos como la URSS. Ese día, Andrei Gromyko, representante soviético, dejaría una de las intervenciones más célebres. Recordando que todavía estaba bajo control británico, Inglaterra remitió el “problema palestino” a la ONU en abril de 1947 porque no pudo resolverlo.

Naciones Unidas estableció así una comisión especial conocida como UNSCOPP (por sus siglas en inglés), la cual se encargó de compilar un informe que incluía recomendaciones, sugerencias y propuestas luego de meses de investigación, análisis y trabajo de campo en el área. Finalmente, el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó dividir Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío. Unos meses después, el 14 de mayo de 1948, David Ben Gurion anunció la independencia de Israel (en el calendario hebreo, 26 de abril). Sin embargo, esto no hubiera sido posible, al menos no en ese momento, si no hubiera estado presente el fundamento legal de la Resolución 181.

La resolución fue ampliamente aceptada por el movimiento sionista pragmático liderado por David Ben Gurion. La creación de un estado árabe y judío fue reconocida por el Plan de Partición. Si bien se establecería un “corpus separatum” o zona de control internacional para Jerusalén y una parte de Belén, debería haber una cooperación abierta en cuestiones económicas y aduaneras entre los dos. Sin embargo, los árabes, tanto palestinos como no palestinos, actuando bajo un liderazgo no pragmático e incluso fanático, se negaron a aceptar la resolución que también les otorgaba un Estado. Para el pueblo judío y el movimiento sionista, que “habían estado trabajando en ello” durante 50 años, este fue un logro significativo.

Aunque la ONU reconoció el reclamo histórico del pueblo judío sobre la totalidad de esa tierra, o al menos una parte de ella, Israel no recibió nada de la organización. Israel se estableció formalmente después del Holocausto y otras formas de persecución, y fue el primer país en obtener una carta de la naturaleza de la ONU, que en ese momento solo existía desde hacía dos años. Sin embargo, los árabes locales entendieron que esto se produjo a expensas de robar lo que les pertenecía por derecho.

Más de cinco millones de refugiados, la mayoría en Jordania, Siria, Líbano y Palestina, descienden de los más de 700.000 exiliados que vivieron en el exilio hace dos generaciones. Israel ha dicho en ocasiones que solo aceptará el regreso de 50.000 refugiados el día de la firma de un acuerdo de paz, suponiendo que se firme. La Resolución 194 de la ONU, que también fue promulgada en 1948, así como los descendientes de aquellos palestinos que se vieron afectados por el conflicto, reconocen el derecho al retorno o, en su defecto, a una compensación.

El Israel de hoy es una nación moderna y próspera, “la única democracia en Oriente Medio”, y un aliado comercial de los Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que Palestina apenas fue reconocida como observadora en la ONU hace diez años, careciendo de soberanía territorial, sin fronteras claramente definidas y ocupada por 600.000 personas que viven ilegalmente en Cisjordania y Jerusalén Este. Además, Palestina carece de autoridad para controlar sus recursos naturales o sus lugares sagrados. Desde 1948, Palestina no ha aparecido.

Israel finalmente obtuvo el control del 77% de lo que anteriormente había sido Palestina históricamente, incluida Jerusalén Occidental, como resultado de ese conflicto, que finalmente ganó. Gaza siguió siendo gobernada por Jordania, al igual que Cisjordania (que incluye Jerusalén Este). Incluso los 200.000 residentes árabes de Jerusalén Este carecen de pasaportes; a pesar de todo, sólo tienen un permiso de residencia, una forma debilitada de ciudadanía que les exige permanecer continuamente en la ciudad y no salir, de lo contrario perderían todos sus derechos, incluido el derecho a residir.

En sus mandatos anteriores, Benjamin Netanyahu, actual primer ministro de Israel, enfatizó que Jerusalén es la capital “única e indivisible” de su Estado. Con algunas excepciones, como Donald Trump durante su tiempo como presidente de los Estados Unidos, la comunidad internacional todavía considera a Tel Aviv, no a Jerusalén, como la capital de la nación. Israel promulgó unilateralmente la Ley de Jerusalén en 1980, lo que le permitió anexar Jerusalén Este.

75 años después de que se hiciera esa elección en las alfombras de la ONU en Manhattan, las cosas siguen como hasta ahora. Con un gobierno israelí que está a punto de implosionar en el crisol de coaliciones donde la ultraderecha gana terreno, con una Palestina que intenta lograr la unidad nacional pero no tiene nación que manejar, con una escalada de violencia a un nivel nunca vista en meses, y con las soluciones ineficaces; se está convirtiendo en un problema persistente por el que, parece que nadie está luchando para encontrar una solución.

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