La ausencia de palabras de condena a la invasión de Ucrania en los países de Oriente Medio y África está empezando a demostrar que la influencia de Rusia en la zona es mucho más fuerte de la esperada. Una influencia que líderes militares y civiles ven como otra amenaza para la seguridad de Occidente.
La estrategia llevada por Putin en los países de estas zonas anteriormente ha sido simple y exitosa. El presidente ruso ha realizado numerosas alianzas de seguridad con aquellos líderes que han sido olvidados, rechazados o abandonados por Occidente, ya sea por sus violaciones humanitarias o por sus propios intereses geoestratégicos.

Uno de los ejemplos más recientes, donde se puede ver la fuerte relación entre Rusia y estos países, es el anuncio realizado por el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, asegurando que había 16.000 supuestos voluntarios de Oriente Medio dispuestos a ser mandados al frente ucraniano. Fue el propio Shoigu quien hizo una demostración el pasado mes de febrero de lanzadores nucleares y misiles hipersónicos sobre el Mediterráneo, como parte de una asociación seguridad.
El líder de la junta militar de Sudán quien realizó un golpe de Estado en el país el año pasado, realizó una nueva alianza económica con el Kremlin. Esta alianza revive la esperanza de los líderes rusos de establecer una base naval en el mar Rojo.
Un último ejemplo es Mali, uno de los países africanos más ricos en recursos naturales, donde el Gobierno ha realizado una serie de coaliciones en materia de seguridad con mercenarios que trabajan bajo las órdenes del Kremlin, según han informado funcionarios estadounidenses al diario inglés Al-Arab.
Varios expertos ven estas alianzas y coaliciones en Oriente Medios y África como una próxima amenaza potencial a largo plazo para Europa o la OTAN. Kristina Koch, experta en seguridad, declaró para el periódico Al-Arab que “los rusos sintieron que estaban rodeados por la OTAN y ahora quieren rodearlos”.
Rusia proporciona apoyo de militares o de mercenarios aliados con el Kremlin para proteger los regímenes de líderes controvertidos para lograr sus objetivos estratégicos. A cambio de estas ayudas, estos líderes saldan su deuda con recursos naturales o favores económicos. Estas alianzas son las que ayudan a promover las ambiciones imperialistas del presidente ruso.
Cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas se reunió para condenar la invasión de Ucrania, Siria mostró su apoyo a Rusia y varios países africanos que mantenían relaciones con el Kremlin se abstuvieron.
Ante esta situación, la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, dijo a mediados de febrero que Occidente no puede seguir ignorando la influencia de rusa y china en África. Además, Baerbock agregaba que, si Occidente eliminaba su influencia, “otros llenarán estos vacíos”.
Sin embargo, no es seguro que Rusia pueda beneficiarse de este movimiento a corto plazo, pues la invasión de Ucrania examina las capacidades militares y financieras del país. La crisis con Ucrania ha expuesto las debilidades militares del antiguo país soviético. Además, las sanciones impuestas por Occidente han agravado la situación económica del país.

El apoyo militar ruso no consiste en el ejército tradicional. Mucho del soporte que otorga Rusia a estos países en materia de seguridad recae en grupos de mercenarios rusos. La presencia de estos grupos aumentó considerablemente en todo el mundo entre los años 2015 y 2021, y sus operaciones incluyeron 27 países hasta el año pasado, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Estos contratos con mercenarios garantizan a Rusia acceso a recursos minerales, terrenos para el despliegue y puntos de apoyos significativos que desafían la influencia de los países occidentales allí.
Según Estados Unidos y la Unión Europa, la creación del Grupo Wagner y su presencia en diversos países africanos están vinculado directamente con el Kremlin. Pero Rusia niega que esto sea cierto.
La alarma por la presencia de este grupo en Mali surgió en diciembre de 2021. Cuando aparecieron varios informes que mostraban que Wagner había firmado un contrato de seguridad 10 millones de dólares al mes con ese Gobierno. Según varios expertos, este grupo se habría beneficiado de la inestabilidad del país y del resentimiento local por los fracasos de las tropas francesas que estuvieron luchando años contras las facciones extremistas de la África subsahariana.