La visita de Xi Jinping a Moscú supone una declaración de intenciones y recuerda “el carácter especial de las relaciones ruso-chinas”

Las relaciones entre Rusia y China entran en una “nueva era” marcada por el aislacionismo

PHOTO/ALEXEY MAISHEV/ KREMLIN via AP - El presidente ruso Vladimir Putin se reúne con el presidente chino Xi Jinping en el Kremlin en Moscú el 21 de marzo de 2023

Es la primera vez desde que San Petersburgo acogiese el Foro Económico Internacional en el año 2019, que Xi Jinping aterriza en territorio ruso. El máximo aliado del Kremlin ha regresado, cuatro años después, a Rusia en un momento de máxima complejidad en el panorama internacional. Apenas ha pasado un mes desde el aniversario de la invasión rusa de Ucrania, y China, que ha defendido la integridad territorial de Kiev – sin condenar la agresión de Moscú – , se ha personado a través de su líder en tierras soviéticas para mandar un claro mensaje de que la alianza con los de Vladímir Putin no se ha visto afectada en absoluto.

De hecho, a pesar del complejo contexto que existe alrededor de Rusia, Pekín ha sabido moverse con determinación en situaciones que han acabado con desenlaces en ocasiones sorprendentes para muchos. Su postura mediadora entre Arabia Saudí e Irán para que estos restablezcan sus relaciones diplomáticas – rotas desde el año 2016 – ha resultado clave para abrir una nueva etapa en el panorama geopolítico de Oriente Medio. Sobre todo, la esperanza de los actores involucrados es que traiga consigo la paz que tanto ha echado en falta la región en conflictos como el de Yemen, que precisamente contaba con la presencia de saudíes e iraníes.

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Así, China sigue trabajando en fortalecer su presencia en los puntos clave del globo, como representa la visita de Xi Jinping a Moscú. A su llegada a la capital rusa, el líder chino ha querido expresar su deseo de que sea Vladímir Putin el que viaje a China: “Es importante que su primera visita al extranjero tras su reelección la realice a nuestro país”, aseguraba Jinping. Y añadía que, de esta forma, “se atestigua el carácter especial de las relaciones ruso-chinas, que entran en una nueva era”.

Las que son “grandes potencias vecinas” y “socios estratégicos” planean seguir fortaleciendo sus vínculos en los próximos años. Putin no duda de ello, a pesar de las cada vez más numerosas sanciones a las que está sometido su país. “En Rusia estamos sinceramente interesados en fortalecer aún más nuestra asociación integral y compromiso estratégico con China”, explicaba el presidente ruso. Además, asegura que las relaciones con Pekín se encuentran “al más alto nivel de toda la historia e influyen en la formación de la agenda global, en la lógica de la multipolaridad”.

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Xi Jinping cree que “el pueblo ruso le apoya (a Putin)” de cara a las próximas elecciones presidenciales que se celebrarán en 2024 en lo que ha sido un intercambio de elogios por parte de los líderes. El líder del Kremlin, por su parte, asegura que “China ha creado un sistema muy efectivo para desarrollar la economía y fortalecer el estado. Es mucho más eficaz que en muchos otros países”. Y en ese proceso, Pekín se ha erigido como, al igual que ha hecho con Riad y Teherán, el posible mediador que acerque posturas entre Rusia y Ucrania, aunque, eso sí, la propuesta de paz de los chinos tiene pocas opciones de llevarse a la práctica.

Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, describe esta visita del líder de su país a Rusia como un “viaje de amistad, cooperación y paz”. Y argumenta que “China mantendrá su posición objetiva y justa sobre la crisis ucraniana y desempeñará un papel constructivo en la promoción de las conversaciones de paz”. Un movimiento del que no pierde ojo Kiev, que desde su Ministerio de Asuntos Exteriores, asegura “seguir de cerca”. Han conminado a Xi Jinping a “usar su influencia sobre Moscú” y posibilitar una solución lo antes posible al conflicto que comenzó hace más de un año con la agresión rusa.

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El portavoz del Ministerio, Oleg Nikolenko, asegura a través de un comunicado que “estamos dispuestos a involucrarnos en un diálogo más cercano con China para restablecer la paz en Ucrania en consonancia con los principios consagrados en la Carta de Naciones Unidas y con la última resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre este particular”. De esta forma, China aparece, como ya lo hizo hace unos días en Oriente Medio, como una baza a la que, en este caso Ucrania, se aferra en búsqueda de la paz. Aunque el acercamiento se antoja realmente complicado, tras lo conseguido entre Arabia e Irán, ya no se puede descartar ningún desenlace cuando Pekín está de por medio.

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