El exministro de Industria y Fomento de Venezuela y exdirector Ejecutivo del Banco Mundial repasó en el programa Atalayar de Capital Radio los grandes asuntos que marcan la actualidad internacional y analizó el peligro de los populismos

Moisés Naím: “Estados Unidos ha demostrado que es más volátil en sus políticas que otros países”

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Moisés Naím, exministro de Industria y Fomento de Venezuela, exdirector del Banco Central de Venezuela, antiguo director ejecutivo del Banco Mundial y uno de los columnistas más leídos en español pasó por el programa Atalayar de Capital Radio para analizar el escenario internacional actual y para advertir sobre el peligro que suponen los populismos para el sistema democrático. Sus columnas semanales sobre la realidad mundial son publicadas por los principales diarios de América Latina, así como por El País, en España, y La Repubblica, en Italia. Naím se desempeña como miembro distinguido del Carnegie Endowment for International Peace en Washington DC y es el director y presentador de ‘Efecto Naím’, un programa de televisión sobre temas internacionales transmitido en Estados Unidos y Latinoamérica a través de NTN24/DirecTV. Antes de integrarse al Carnegie Endowment en 2010, el columnista y escritor fue director durante catorce años de la revista Foreign Policy. Un bagaje que le da autoridad para hablar sobre diversos temas de la actualidad internacional.

La pandemia va retrocediendo poco a poco, está costando doblegar la curva de contagios, pero las últimas semanas hablan de una regresión de la pandemia a nivel mundial, ¿cómo adivina el futuro que se nos abre de forma inminente para vencer la pandemia del coronavirus?

Hay que celebrar, aplaudir y estar asombrado con este logro científico. Se trata de la humanidad trabajando de la mejor manera posible para generar en un tiempo récord una vacuna; lo que ninguno de los expertos pensó que iba a ser tan rápido, la humanidad lo ha logrado; y no una, sino cinco vacunas contra el virus. Esto no es algo normal, los procesos de investigación tardan mucho más en llevar la vacuna desde la idea hasta las inyecciones en la gente; tardan años y se llevó a cabo con una gran velocidad, un hecho que debemos aplaudir. También debemos alegrarnos al saber que tanto los casos como las hospitalizaciones están disminuyendo. Los países están teniendo logros impresionantes en cuanto al porcentaje de la población que consiguen vacunar y esto son buenas noticias. Queda por supuesto la gran preocupación de las mutaciones que está sufriendo el virus, hay diferentes cepas, y está empezando a aparecer el virus que ha venido de Sudáfrica, el de Brasil o el de Reino Unido. Vamos a ver si la vacuna que tenemos sirve para inocularnos ante todas esas mutaciones o si será necesaria una dosis adicional para estas variantes. Por otro lado, sigue siendo motivo de gran perplejidad la reticencia de la gente a utilizar las mascarillas. En muchas partes eso se ha convertido en un símbolo de identidad política, lo que es una locura. No hay nada más potente para la contención de la pandemia que el ponerse la mascarilla cuando estamos en público. Sigue sorprendiendo es una manifestación de la polarización de estos tiempos que el usar o no usar las mascarillas se ha convertido en un hecho político y en un mensaje, una cosa que es algo extraña.

Ahí en Estados Unidos seguro que es así, aquí en España no se cuestiona este asunto. Se ha aceptado el uso de las mascarillas y lo hacemos de manera disciplinada, no hay protestas por el uso de la mascarilla. El debate se abrió en países como Estados Unidos por actitudes como la del anterior presidente.

Estoy completamente de acuerdo en ese punto. Sin embargo, no minimicemos lo que está pasando en Francia o lo que está pasando en Alemania, donde hay unos rebrotes muy importantes. Todos estamos observando con una mezcla entre pánico y admiración lo que está sucediendo. 

¿Qué futuro imagina en el mundo? ¿Qué va a pasar después de que venzamos la pandemia?

Es un mundo en el cual instituciones, ideas o líderes que pensábamos que eran inamovibles han mostrado que son transitorios, o ideas, instituciones y hábitos que pensábamos que eran transitorios han demostrado ser permanentes. Un ejemplo de todo esto es el teletrabajo, la “sanidad a distancia”, todos pensábamos que era transitorio; mientras duraba la pandemia la gente se quedaba trabajando desde casa y todo parece indicar que cuando se vuelva a la normalidad no todo el mundo que se encuentra trabajando desde su domicilio va a tener que volver a la oficina. Habrá un porcentaje, que no se sabe cuál es, que seguirá quedándose en casa trabajando a pesar del cambio de la pandemia. Otro ejemplo de cosas que pensábamos que serían permanentes e intocables es la democracia. Estamos viendo cómo la democracia está sufriendo muchos ataques, aquí en Washington vivimos el episodio del 6 de enero con la insurrección y el ataque al Capitolio. Eso era algo inimaginable y sin embargo ahí está.

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Efectivamente ocurrió y nos dejó la sangre helada. En su primera intervención a nivel internacional, en la conferencia de Múnich, Joe Biden ha puesto de manifiesto que la democracia está en peligro. ¿Hasta qué punto piensa usted que hay demasiados países donde el populismo se ha hecho con el poder y la democracia está muy en peligro?

Tiene razón y no solo en Estados Unidos, estoy escribiendo un libro que precisamente aborda este tema, en el cuál estoy trazando todas las amenaza y ataques que caracterizan a los pesos y contrapesos de la democracia en muchos países del mundo. La democracia hoy en día está sufriendo muchos ataques sin duda; las fuerzas iliberales, las fuerzas autoritarias, los autócratas están haciendo de las suyas, y las democracias están siendo débiles en muchos casos. Una prioridad importante para todos los que creemos en la libertad de la democracia en los próximos años es hacer todo lo necesario para apoyarla de manera activa, debemos sostener y fortalecer la democracia. 

Usted ha señalado que la relación bilateral entre Estados Unidos y China es la más importante del planeta. ¿Cómo se la imagina ahora después de la salida de Trump de la Presidencia y con la llegada de Joe Biden?

Así es, reitero que no hay relación bilateral más importante en el planeta que la de Estados Unidos y China. No solamente toca a los dos países mencionados, sino que nos afecta a nosotros, lo que les pase a ellos afecta a todos independientemente de donde estemos. Es una relación que no depende de una persona, no depende de que antes estuviese Donald Trump y ahora esté Biden, obviamente con Trump hubo una postura más volátil y de gran cercanía y apoyo con su nuevo mejor amigo Xi Jinping hasta terminar en un fuerte desencuentro con insultos y agresiones verbales, etc. Biden no es así, pero, como hemos visto recientemente, el nuevo presidente de Estados Unidos ha sido muy duro comentando lo que está pasando con las violaciones masivas de los Derechos Humanos en China, con lo que está pasando en el área del robo de la propiedad intelectual por parte de empresas chinas, etc. Eso va a ser así durante mucho tiempo, Estados Unidos y China al mismo tiempo van a cooperar y rivalizar y habrá de forma simultánea enfrentamientos por el control del mar del sur de China, un a de las rutas navieras más transitadas del mundo, ahí existirán roces entre las dos potencias por ver quién es la dominante en esas aguas. En internet, quién controla y qué forma toma internet, el 5G, las rivalidades entre las empresas estadounidenses y chinas, los multilaterales, la Asociación Mundial del Comercio, la Asociación Mundial de la Salud, los bancos, existe una larga lista de arenas en las que se enfrentan estas dos superpotencias. Al mismo tiempo hay un espacio que tiene que ser protegido y preservado como es la contención de la escalada de conflictos. Estos conflictos pueden existir y siempre existen hay una especia de interdependencia entre estos dos países que hay que administrar y hay que vivir con eso. Son por razones estructurales dos potencias “peleonas”. Al mismo tiempo los líderes de ambos países y el resto la humanidad tenemos la responsabilidad de crear mecanismos, ideas, instituciones y liderazgos que impidan que los choques, los enfrentamientos y las rivalidades entre China y Estados Unidos escalen hasta alcanzar un conflicto abierto que podría llegar a ser armado, y si es armado es nuclear, y si es nuclear es la catástrofe más grande a la que se vería expuesta la humanidad. 

¿Podríamos decir que la relación con China de Estados Unidos se ha convertido en los últimos años en una política de Estado y no hay tanta diferencia entre cómo encararla por parte de republicanos y demócratas?

Creo que esa es una buena caracterización, estoy de acuerdo con esa manera de verlo. Aunque pienso que no todo será igual. Biden y su equipo le van a dar más visibilidad a las violaciones de los Derechos Humanos. Lo que está pasando con los uigures en China es realmente espantoso y la humanidad debe prestarle atención a eso y hay que darle la bienvenida al hecho de que Estados Unidos haya decidido que lo va a visibilizar. Es una situación que realmente merece atención, pero al mismo tiempo esto debe ocurrir mientras colaboran en otras áreas. Hay unos intereses notables entre ambos países de colaborar en las áreas en las que ambos se pueden beneficiar si logran acuerdos que protejan los intereses de ambos, estoy pensando en el comercio, por ejemplo. La esencia de lo que dices es correcto y la comparto.

¿Hace falta que Estados Unidos recupere, como parece que quiere recuperar Joe Biden, la relación con los europeos? Estados Unidos necesita a la Unión Europea, también a la OTAN para enfrentar a China.

Eso es así y eso forma parte de una visión más amplia por parte de la Administración Biden en el sentido de que la prioridad máxima en las relaciones internacionales son las alianzas. Desde la Administración están convencidos de que en un mundo como el de hoy Estados Unidos tiene acelerar, profundizar y enriquecer sus alianzas en todos los ámbitos. Creo que reconstruir presencias en espacios geopolíticos que habían sido cedidos unilateralmente por Donald Trump es una prioridad. De ahí viene el hecho por el que Biden, en la conferencia de Múnich, declaró abiertamente “America is back”, con lo que muchos de nosotros nos preguntamos: “For how long?”, porque lo que ha demostrado Estados Unidos es que es mucho más volátil en sus políticas que otros países. Basta con que Trump o alguien como Trump gane las elecciones presidenciales para que todo esto de “America is back” se devuelva otra vez. Estados Unidos es un socio importantísimo es indispensable para muchos países, será parte de un tejido de alianzas importantes, pero ha quedado la duda de cuánto se puede confiar en este socio, cómo es de volátil son sus políticas. 

Tendrá una prueba importante con Irán y el acuerdo sobre el programa nuclear, parece que Biden está dispuesto a volver siempre y cuando los iraníes cumplan con los acuerdos alcanzados. Ahí hay un juego importante en un momento además en el que el reconocimiento de Israel por parte de los países árabes ha cambiado mucho la estrategia de la región. 

Los iraníes tienen todo el derecho a preguntarse, ahora estás tú, pero dentro de cuatro años puede haber un cambio de gobierno y volver a imponer las sanciones, eso forma parte de uno de los grandes daños que Donald Trump dejó en la presencia mundial de Estados Unidos. Por eso nos referimos a que, hoy en día, Estados Unidos no es un socio en el que se pueda confiar porque hoy está aquí y dentro de cuatro años está en el otro lado. 

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¿Cómo ve a la región Latinoamericana?

Lo que sucede es que ya no sabemos exactamente qué quiere decir la palabra izquierdas o derechas, en América Latina no nos define mucho esa descripción. Hemos visto a una presidenta como Michelle Bachelet, de Chile, que tomó políticas económicas muy de derechas siendo de izquierdas. Al mismo tiempo, hemos visto a su sucesor, el actual presidente, Sebastián Piñera, que es de derechas, pero que ha tomado políticas más de izquierdas. En México está sucediendo prácticamente lo mismo, ahí se encuentra López Obrador, es un presidente histórico, populista, de derechas, sin embargo, tiene una política fiscal feroz de austeridad y de limitación al gasto público. En Brasil, estamos viendo a Bolsonaro o en Argentina a Alberto Fernández y a Cristina Fernández de Kirchner, más las incertidumbres de cuál será el resultado de las elecciones en Ecuador, Perú o en Colombia. Creo que viene un ciclo importante de elecciones donde es correcto que pueden ganar los candidatos que dicen representar a la izquierda, pero cabe esperar que cuando lleguen al gobierno cambien sus políticas. No es fácil el hecho de decir que un candidato es un populista de izquierdas porque no necesariamente permite pronosticar con precisión el tipo de políticas que va a llevar a cabo.

Y con Venezuela, ¿qué se puede hacer con el régimen chavista?

Dos cosas muy importantes, la primera es unir a la oposición democrática de Venezuela que en estos momentos se encuentra fragmentada y dividida; es importante que haya una elección que escoja, que haya unas elecciones en las que los venezolanos podamos elegir quién queremos que sea nuestro líder. Para que los demócratas del país entero, los ciudadanos demócratas de Venezuela salgan y voten por alguien y que ese alguien sea el jefe de la oposición con todo lo que ello conlleva. Eso es un requisito indispensable porque mientras sigamos con una oposición tan dividida no llegaremos a nada. Y, en segundo lugar, hay que hacer lo mismo con la comunidad internacional. La comunidad internacional también está muy dividida con lo que a Venezuela respecta, y sin la presencia, el activismo y la ayuda internacional Venezuela no podrá superar su tragedia actual. 

Como observador de la actualidad internacional, usted que está en Washington, ¿qué peso tiene España en la escena internacional? Se lo pregunto porque resulta extraño que hayan pasado los días que han pasado desde la investidura de Joe Biden y que el presidente estadounidense haya llamado a 23 líderes políticos de todo el mundo y aún no lo haya hecho con el presidente del Gobierno de España. 

España en estos momentos lleva un tiempo teniendo menos presencia de la que justificaría su tamaño en cuanto a economía, su rol estratégico en Europa, etc. España está muy consumida por sus conflictos internos, las recientes elecciones en Cataluña también generan ansiedad e incertidumbre. Barcelona lleva varios días cerrada por los disturbios callejeros y es un mal síntoma. En estos momentos España no parece ser un bastión de fortaleza con capacidades para atender las prioridades de fuera del país. No hay nada más potente para la influencia internacional que la estabilidad doméstica y en estos momentos España no goza de una fuerte estabilidad.

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Eso se traduce en que las inversiones no llegan, y es algo que redunda en menor actividad económica y menor empleo, sobre todo en un contexto de pandemia mundial. 

Más que las nuevas inversiones, que es cierto que los inversores lo que buscan es estabilidad, a mí me preocupa mucho más las inversiones que se fueron. Todas las que salieron del área de Cataluña, creo que en los próximos años desgraciadamente Cataluña va a ser más pobre de lo que había sido. 

Hemos hecho un repaso de todos los grandes asuntos que están en la actualidad internacional, tal vez solo nos quede el tema del Sáhara Occidental. De máxima actualidad mundial el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la soberanía marroquí y el alineamiento de Washington con Marruecos.

Llevan años en su lucha. El Polisario lleva más de 45 años en su lucha, y no olvidemos que está fue una decisión tomada de manera bastante inesperada por el presidente Trump. En un contexto de negociaciones por tratar que varios países del norte de África y de Oriente Medio apoyen e inicien relaciones diplomáticas, que normalicen su relación diplomática con Israel. Ahí estaba todo muy patrocinado por Emiratos Árabes Unidos y por otros países de la región. Esto de que Estados Unidos reconoce a Marruecos forma parte de esa negociación.

Respecto a la fractura que vive la sociedad norteamericana, ¿teme usted que la nueva presidencia no sea capaz de solventar el problema, que haya grupos organizados en la violencia? 

No lo sabemos, es una buena pregunta y esta aún por verse. De lo que no hay duda es que hay círculos concéntricos alrededor de Trump y su significado. Cada uno de ellos son más o menos violentos y hay quienes simpatizan con sus posturas sobre inmigración y otras cosas, pero que no les gusta su estilo o lo que pasó con su apoyo a las bandas violentas que invadieron el Capitolio. Hay otro segmento de población que haga lo que haga lo van a apoyar siempre sin lugar a duda. Además, están los indefinidos, que pueden caer de un lado o de otro. La violencia en Estados Unidos es una constante, todas las semanas hay noticias de alguien que en algún lugar sacó una ametralladora y empezó a matar gente. Lo que nunca había ocurrido es una organización, el tipo de organización que entró en el Capitolio y que venía preparada, organizada, financiada y planificada desde hace un tiempo. Este hecho ha supuesto un golpe bastante duro, es impresionante ver los detalles, el FBI ha hecho un excelente trabajo en penetrar, desmontar e identificar cómo funcionó esa maquinaria paramilitar que se activó ese día. Que algunos de ellos sigan por ahí no deja lugar a dudas de que se están reorganizando, pero han sufrido un golpe muy duro. Son centenares los activistas de esas bandas y muchos de sus líderes han ido a prisión. 

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