Muere repentinamente el médico que atendió a Alexei Navalny tras el envenenamiento

Sergei Maximishin fue el médico que atendió a Alexei Navalny, líder del partido Rusia del Futuro y principal rival político de Vladimir Putin, cuando fue envenenado en agosto del pasado año. Maximishin era el subdirector del centro hospitalario de la ciudad siberiana de Omsk y encargado del tratamiento de Navalny, concretamente de su coma inducido.
El centro ha emitido un comunicado oficial anunciado el fallecimiento del médico: “Con pesar, les informamos de que el médico jefe adjunto de anestesiología y reanimación del hospital de emergencia Nº1, asistente del departamento de la Universidad Médica Estatal de Omsk, PhD en ciencias médicas Maximishin Sergei Valentinovich ha fallecido repentinamente”. Un comunicado que no ofrece las causas del fallecimiento.
No existen evidencias de que la muerte del doctor fuese un asesinato, si bien fuentes cercanas a la oposición rusa prefieren no dejar de lado ningún tipo de hipótesis debido a la gran tensión que rodea en estos momentos la política del país. El propio jefe de personal de Navalny, Leonid Volkov, ha reflejado estas dudas sobre las causas del fallecimiento en unas declaraciones a la CNN: “(Maximishim) sabía más que nadie sobre la condición de Alexei, así que no puedo descartar la posibilidad de un juego sucio”. También quiso dejar claro que el deficiente funcionamiento de la sanidad rusa puede ser el motivo de esta “repentina” muerte y que, debido a ello, lo más probable es que no se investigue en profundidad la verdadera causa de esta.
Alexei Navalny fue envenenado en agosto 2020 cuando, durante un vuelo con destino Siberia, el activista y político ruso comenzó a encontrarse muy mal, obligando a los pilotos a cambiar de ruta y aterrizar en Moscú. Una vez allí, fue atendido en el hospital de Omsk, para más tarde ser trasladado a Berlín donde permaneció en coma inducido dos semanas. Pasó cinco meses en la capital alemana, en los que su equipo de trabajo encontró restos de Novichok – una familia de agentes nerviosos, considerado uno de los más mortales jamás producido por el ser humano – en una botella de agua del hotel en el que se hospedó justo antes de coger el vuelo en el que comenzó a mostrar síntomas de envenenamiento.

Tras el tratamiento recibido en Berlín, Navalny regresó el pasado 17 de enero a Moscú, cuando fue detenido en el mismo aeropuerto por las autoridades rusas. La justicia le ha condenado a tres años y medio de prisión al hacer efectiva una sentencia del año 2014, que ya fue entonces calificada como arbitraria por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El opositor ruso y su hermano Oleg fueron condenados en un caso de fraude comercial y blanqueo de capitales contra la empresa de perfumería Yves Rocher Vostok, acusados de un robo de 26,7 millones de rublos (una cifra cercana a los 300.000 euros).
Por su parte, la Unión Europea ya ha tomado cartas en el asunto y ha calificado la sanción de “inaceptable” debido a que la sanción se ciñe a “razones políticas” y ha exigido su liberación de forma “inmediata e incondicional”. Josep Borrell, alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, manifestó su absoluta disconformidad con la sentencia: “va en contra de las obligaciones internacionales de Rusia en materia de derechos humanos”. Por eso, el exministro de Asuntos Exteriores español viajó en la jornada de ayer para reunirse con Sergei Lavrov, ministro de Exteriores del Gobierno ruso, y otros cargos de la Administración Putin, entre otras cosas para tratar el tema de la detención de Navalny. Una visita que ya ha dejado los primeros titulares. Desde Rusia se compara la situación del opositor con la de los políticos catalanes en España: “Los líderes independentistas catalanes están en prisión por organizar un referéndum, una decisión que la justicia española no ha revocado pese a que tribunales de Alemania y Bélgica hayan fallado en contra”, defendía Lavrov.