Las mujeres afganas continúan protestando contra el régimen talibán y sus restricciones. El nuevo régimen talibán, profundamente machista, se basa en una estricta interpretación de la ley islámica que invisibiliza a la presencia de las mujeres en cualquier espacio público y reduce, por ende, al mínimo su identidad.
A pesar de que durante los 20 años de la presencia estadounidense en Afganistán los avances de las mujeres fueron lentos y no se produjeron de la misma forma en las zonas urbanas que en las rurales, las mujeres consiguieron una serie de derechos básicos como poder acceder a la educación, trabajar o no contar con la obligatoriedad de tener que portar un burka. Ahora con la presencia talibán, los derechos de la mujer se han reducido a la nada y dependen directamente de las órdenes de los insurgentes.

Uno de los ejemplos de las medidas más restrictivas implantadas por los talibanes son los códigos de vestimenta, los cuales dictaminan que la mujer debe cubrir su cuerpo de cabeza a pies. Además, la ley prohíbe el uso de cosméticos o perfume, prohíbe que la ropa tenga algún tipo de color llamativo y debe ser holgada. Asimismo, impide el uso de zapatos de tacón y dictamina que, si con el burka las mujeres muestran los tobillos, estas serán azotadas en público.
Por ello, varias mujeres afganas han liderado una campaña en redes difundiendo imágenes con coloridos vestidos tradicionales de Afganistán con el fin de resaltar la verdadera riqueza cultural que tiene el país. Bajo los hashtags #DoNotTouchMyClothes y #AfganistanCulture, las mujeres tratan de reivindicar su libertad a través de los vestidos tradicionales de su país, alejados de la sobriedad y rigidez del burka, prenda que deja entrever los ojos de la mujer a través de una discreta rejilla.

Las imágenes vistas en redes sociales muestran unos vestidos bordados, hechos a mano y diseños coloridos, que cuentan con pequeños espejos colocados alrededor de las faldas y la parte superior. Dichas faldas cuentan con un amplio vuelo que permite lucir el vestido cuando las mujeres bailan la Attan, la danza tradicional afgana que se realiza en círculos grupales y a través de los cuales las mujeres dan vueltas sobre ellas mismas.
Frente a esta protesta, y de manera opuesta, sorprendía ver un grupo de mujeres en la Universidad de Kabul vestidas con las tradicionales habayas impuestas por los talibán en un acto de apoyo al nuevo régimen. En algunos vídeos difundidos por las mismas, algunas de ellas afirmaban que aquellas mujeres que llevan maquillaje “no representan a la mujer afgana musulmana” y mostraron su rechazo “a los derechos de las mujeres extranjeras en desacuerdo con la sharía”.
Sin embargo, este acto ha sido respondido por decenas de mujeres afganas que se unieron a la campaña iniciada por la profesora de la Universidad Americana de Afganistán, Bahar Jalali. bajo la consigna de que las nuevas imposiciones no forman parte de “nuestra identidad”. La académica afirmaba que comenzó la campaña porque una de sus “mayores preocupaciones es que la identidad y soberanía de Afganistán están siendo atacadas”.
Asimismo, una investigadora afgana llamada Lima Halima Ahmad, afirmó en Twitter que decidió publicar una foto con un vestido tradicional “porque somos mujeres afganas, vestimos nuestra cultura con orgullo y pensamos que un grupo terrorista no puede definir nuestra identidad. Nuestra cultura no es oscura, no es blanca y negra. Es colorida y hay belleza, arte, artesanía e identidad”.

Junto a Ahmad, una afgana llamada Nazmi dijo en declaraciones a los medios que cuando creció en su aldea, “el uso de burka ya sea negro o azul, no era habitual en absoluto, y las mujeres vestían sus ropas culturales afganas. Mientras que las mujeres mayores usaban pañuelos negros en la cabeza, las mujeres más jóvenes usaban chales coloridos. Y estrecharon la mano de los hombres”.
Por su parte la periodista Waslat Hasrat-Nazimi, publicó en su cuenta de Twitter una foto suya vestida con un traje tradicional afirmando que “eso es la cultura afgana y así es como son los vestidos de las mujeres”.

Sin embargo, cabe señalar que muchas de estas mujeres se encuentran fuera de Afganistán y que las manifestaciones lideradas por mujeres en suelo afgano han sido duramente reprimidas por los talibán. En las protestas las mujeres han tratado hacer eco de sus derechos, pero muchas de ellas han sido hostigadas.
Ante la falta de libertad en Afganistán, una reciente encuesta mostró que el 41% de los hombres afganos querían salir de Afganistán, cifra que se presenta como un récord. Este porcentaje se eleva a casi el 50% en el caso de las mujeres. Sin embargo, dejar atrás Afganistán es una tarea difícil ya que muchas de ellas, que no cuentan con una educación superior, temen no poder encontrar trabajo fuera de sus fronteras, por lo cual si deciden irse lo arriesgan todos.

Ahora, Afganistán está situado como uno de los países más peligrosos para las mujeres seguido de la República Democrática del Congo, Pakistán, India y Somalia. En este sentido, la Unión Europea junto con Estados Unidos han mostrado su preocupación por la situación que están viviendo las mujeres afganas y pidieron a los talibán, a los mismos que dictan las estrictas y radicales leyes que deben cumplir las mujeres, “que eviten todas las formas de discriminación y abuso (…) las mujeres afganas deben vivir con seguridad y dignidad. Deben evitarse todas las formas de discriminación y malos tratos contra ella”.
La comunidad internacional ya ha expresado que “está dispuesta a ayudar a las mujeres con ayuda humanitaria y apoyo para que se puedan escuchar sus voces”. Sin embargo, Estados Unidos o la Unión Europa ya reconocen “de facto” al régimen talibán, régimen que significa necesariamente el recorte de la libertad de la mujer y su opresión.