Nadie hace caso a los ancianos de la tribu

Un ex primer ministro israelí y un exministro de Asuntos Exteriores palestino presentan en Madrid un plan de paz conjunto, que pasa por un alto el fuego inmediato, la vuelta de los rehenes, la aceptación de los dos Estados y un fideicomiso de cinco Estados para administrar la Ciudad Vieja de Jerusalén
Evento en el Real Instituto Elcano
Evento en el Real Instituto Elcano

Dos entidades en guerra, Israel y Palestina, aunque de la parte judía matizan que la guerra es contra “una organización terrorista, Hamás”; dos viejos roqueros de la política, uno judío y el otro palestino, y múltiples intentos, hasta ahora fallidos, de poner fin a la devastación de Gaza, la cada vez más difícil coexistencia en Cisjordania, y al incendio de toda la región. 

“Oriente Medio está en llamas”, afirmaba a título de introducción el director del Real Instituto Elcano, Charles Powell, que abría así lo que podría parecer un insólito diálogo en el escenario del Ateneo de Madrid. A su izquierda y derecha, el ex primer ministro israelí Ehud Olmert y el exministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina, Nasser Kidwa, respectivamente. 

Conversación civilizada, diálogo fluido y muchos puntos de encuentro, el primero y más importante el de la necesidad perentoria de parar la guerra inmediatamente. Ambos reconocían ser veteranos de la política, “exlíderes, pero con la sabiduría y experiencia suficiente como para ser al menos escuchados”. Era un lamento grave, de reconocimiento de que, en los tiempos actuales, ya no se reclama el parecer de los ancianos de la tribu. 

También el mismo parecer respecto a los actuales líderes. “No avanzaremos en absoluto mientras Benjamín Netanyahu siga en el poder”. Lo basan en que piensan que no había necesidad de prolongar la guerra, y que la continuidad de esta y de sus muchos muertos y heridos “no ha contribuido a traer de vuelta a los rehenes [en poder de Hamás]”. “Derramar más sangre no nos lleva a ningún lado”, aseveran ambos para reclamar ese cambio de liderazgo por dirigentes que apuesten de verdad por la paz. 

Preguntados por el plan que ambos quisieran someter a la consideración de los jefes de Gobierno de la Unión Europea, señalan que, una vez detenidas las hostilidades, debería crearse un “Consejo de Comisionados”, conformado por tecnócratas y no por políticos uncidos a los partidos y a sus correspondientes e inflexibles servidumbres. Estaría encargado de regir la Franja de Gaza. Además de administrar las necesidades más urgentes, tal Consejo debería organizar elecciones democráticas en un plazo no superior a tres años. Va implícito en ese proyecto que la Autoridad Palestina debe ser renovada, de manera que dé lugar a un gobierno que pueda hacerse cargo tanto de Gaza como de Cisjordania. 

Evento en el Real Instituto Elcano
Evento en el Real Instituto Elcano

Además de defender la vuelta a las fronteras anteriores a la Guerra de los Seis Días (1967), tesis defendida también actualmente por las Naciones Unidas, Olmert y Kidwa proponen un “fideicomiso de cinco Estados” para la administración de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Tanto Israel como Palestina formarían parte de tal organismo. Con el mapa de la ciudad en la mano, ambos reconocen a Jerusalén como capital de Israel, abarcando bajo su jurisdicción todos los distritos que ya pertenecían a Israel antes del 5 de junio de 1967, pero añadiéndoles los barrios judíos construidos después de tal fecha. En compensación, los barrios árabes que no estaban bajo la autoridad municipal israelí antes de esa misma fecha de 1967 pasarían a formar parte de Jerusalén, también reconocido como capital del Estado de Palestina. 

No obvia el proyecto de acuerdo Olmert-Kidwa la cuestión de los asentamientos judíos en Cisjordania, que Israel denomina con los apelativos bíblicos de Judea y Samaria. Según el texto firmado por ambos políticos, el Estado de Israel se anexionaría un 4,4 % del actual territorio de Cisjordania, en un área en el que ya están enclavados la mayor parte de los nuevos asentamientos. Pero, en compensación, el Estado de Palestina debería anexionarse una porción idéntica de terreno perteneciente a Israel. 

Aunque en este tema quien lo expone con mayor vehemencia es el antiguo jefe de la diplomacia palestina, asiente el que fuera jefe del Gobierno israelí entre 2006 y 2009, aceptando ambos que este diseño es clave para la conformación y aceptación de los dos Estados. La solución a la situación de Jerusalén es clave para ambos, porque “ni judíos ni palestinos aceptarían el monopolio del otro sobre la ciudad tres veces santa”. 

Llegados a este punto, Olmert se hace a sí mismo la gran pregunta: “¿Qué vamos a hacer con seis millones de palestinos una vez que acabe la guerra? ¿Vamos a seguir con la ocupación de sus territorios, negándoles su derecho a la autodeterminación y sus derechos más básicos?” Y él mismo se responde: “Si ello fuere así Israel se volverá un país intolerable”

Antes de concluir, ambos exmandatarios reiteran su petición de que la UE les convoque en pleno para explicar a sus máximos dirigentes su plan. Fuera del Ateneo y dentro de este veterano templo de la cultura las medidas de seguridad son excepcionales y plenamente visibles. No se podrá decir que los viejos de la tribu no han hablado, exponiendo toda la sabiduría que la experiencia les ha enseñado. 

Por lo que las crónicas diarias enseñan, parece que los planes de unos y otros no coinciden en absoluto con los de estos dos interlocutores, que no dudan en abrazarse al término de la comparecencia.