Mohamed VI y Pedro Sánchez dan un nuevo paso juntos. Así lo ha anunciado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a través de Twitter, tras destacar que ambos dirigentes pondrán en marcha "una hoja de ruta" que consolidará "la nueva etapa entre dos países vecinos y socios estratégicos". Esta declaración coincide con los preparativos del futuro viaje de Sánchez a Rabat, una muestra de la buena cooperación entre los dos reinos.
Se espera que la que sería la segunda visita de Sánchez a Rabat -la última tuvo lugar en 2018- se produzca en breve. Todavía no se conoce la fecha exacta de esta futura visita, aunque el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ya anunció que Sánchez sí viajará a Rabat tras este nuevo paso diplomático.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) March 31, 2022
Asimismo, el ministro español Albares no viajará mañana a Rabat. Este acuerdo se alcanzó tras una conversación telefónica entre el rey Mohamed VI y el Primer Ministro sobre la nueva etapa de las relaciones entre ambos países. El rey de Marruecos invitó al Primer Ministro español a realizar una visita oficial "en un futuro muy próximo". Esta invitación incluiría también la presencia del Ministro de Asuntos Exteriores en la delegación española. Por este motivo, han acordado que la reunión prevista para mañana en Rabat entre los dos ministros de Asuntos Exteriores tenga lugar en el marco de la próxima visita del presidente del Gobierno español.

El viaje de Sánchez y Albares dará paso a “la nueva era diplomática” en la relación bilateral, una etapa que estará marcada por “el respeto mutuo y la integridad territorial”, según confirmó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una rueda de prensa ofrecida en su visita a Ceuta.
Esta visita es consecuencia del respaldo explícito que ejerció el Gobierno al plan de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, propuesta que Marruecos presentó en el año 2007 en el marco de la ONU. Cuando se presentó esta posible solución, España señaló que su apoyo seguiría la línea de la resolución acordada por la Organización de las Naciones Unidas que apelaba a las partes en el año 2020 a “alcanzar una solución (…) con realismo y espíritu de avenencia, y alentando además a los países vecinos a que contribuyan al proceso político”, alejándose así de la posibilidad de celebrar un referéndum saharaui, algo que apoyó en el año1991.
Ahora, para España, esta propuesta sería “la base más seria, realista y creíble” para encontrar una solución a la cuestión del Sáhara Occidental, conflicto que lleva enquistado más de 40 años.

Estas palabras, emitidas por Pedro Sánchez en una carta dirigida al rey de Marruecos, Mohamed VI y publicada por Rabat, marcaba el punto final de una crisis diplomática cuyo telón de fondo era precisamente el apoyo de España a Marruecos en su propuesta.
El inicio de la crisis la vivíamos hace casi un año, cuando el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, fue hospitalizado en un hospital de Logroño para tratarse una afección derivada de la COVID-19. La entrada del líder, ingreso que no se acordó con Rabat, fue la punta del iceberg de una lista de desavenencias en las que destacaba el malestar de Marruecos respecto a su ahora antigua postura sobre la cuestión del Sáhara.
El reconocimiento por parte de Estados Unidos sobre la soberanía marroquí durante la presidencia de Donald Trump fue el punto de inflexión para que otros países siguiesen la misma línea del país estadounidense. El mismo día en el que Trump anunció la postura estadounidense, la pandemia de la COVID-19 propició que se cancelase la cumbre bilateral entre Marruecos y España, programada para la siguiente semana en Rabat.

Con el ingreso de Brahim Ghali la escalada verbal de Marruecos respecto a la postura de España continúo acrecentándose hasta que Rabat llamó a consultas a su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, y se produjo la entrada masiva de más de 10.000 inmigrantes, ante la pasividad de las fuerzas de seguridad marroquíes.
Dos semanas después de esta entrada, el ministro de Exteriores de Marruecos, Nasser Burita, confirmaba que la ruptura diplomática se producía a raíz de la postura española sobre la cuestión del Sáhara, “una causa sagrada de todo el pueblo marroquí”.

Posteriormente la destitución de Arancha González Laya por ser la responsable de la entrada ilegal de Brahim Ghali era una muestra por parte de España de volver a tender y formar relaciones entre los dos reinos. El nuevo ministro, José Manuel Albares, dejó claro su voluntad de arreglar la situación.
En los meses siguientes, el rey marroquí pronunciaba en su discurso oficial que aspiraba a trabajar con el Gobierno español con toda sinceridad y confianza" de cara a "inaugurar una nueva etapa inédita en las relaciones entre los dos países, sobre la base de la confianza, la transparencia, el respeto mutuo y la honra de los compromisos".
Estas declaraciones fueron recogidas por Sánchez quien dio “la bienvenida a esas palabras porque sobre la confianza, el respeto y la colaboración presente y futura podemos construir una relación sobre bases mucho más sólidas que las que hemos tenido hasta ahora".

Después vinieron las negociaciones y la insistencia de Marruecos a España sobre “aclarar posturas”. El acercamiento se ha ido produciendo poco a poco hasta finalmente culminar con la carta firmada por el presidente español que deja clara la nueva postura de España respecto a la soberanía marroquí.
Esta carta marca, de esta forma, el inicio de unas nuevas relaciones que pretenden ser sólidas y cercanas entre dos países vecinos que han demostrado sus deseos por seguir trabajando de manera conjunta tal y como señaló Sánchez tras recalcar que “Marruecos es un socio primordial para la estabilidad y la seguridad”.