El expresidente de Pakistán ha sido juzgado por delitos de alta traición y subversión de la Constitución

Pervez Musharraf es condenado a muerte

REUTERES/MIAN KHURSHEED - El expresidente de Pakistán Pervez Musharraf ha sido condenado a muerte por alta traición

Un tribunal antiterrorista de Islamabad ha condenado a muerte al expresidente paquistaní Pervez Musharraf. El exmandatario, que dio un golpe de Estado en 1999 y ocupó el poder poco después, ha sido juzgado por crímenes de alta traición y subversión de la Constitución. Los hechos a los que se refiere la investigación ocurrieron en 2007, cuando el general suspendió la carta magna del país e impuso un estado de emergencia que se saldó con una purga de cargos políticos y militares. 

¿Qué ocurrió realmente? El origen de la controversia se encuentra en el intento de Musharraf de expulsar de su puesto al que, entonces, era el presidente del Tribunal Supremo, Iftikhar Muhammad Chaudry, que había sido reticente a la acumulación de poder en las manos del general. La maniobra desató una ola de protestas multitudinarias en las calles. A las manifestaciones masivas, siguió una campaña de atentados por parte de la rama paquistaní de los Talibán. Fue en ese periodo cuando estuvo vigente el estado de emergencia y fue suspendida la Constitución.

A lo largo de estos años, Musharraf, que solo ha comparecido en dos ocasiones ante el tribunal, se ha esforzado en señalar que las acusaciones vertidas contra él carecían de fundamento. Ha insistido repetidamente en que el juicio tenía “motivaciones políticas”. La línea de defensa del expresidente, de 75 años, ha consistido en alegar que las medidas extraordinarias que decidió tomar en 2007 fueron consensuadas con su gabinete. Sin embargo, su argumento no ha logrado convencer a los jueces, que han aprobado el fallo condenatorio por una mayoría de dos votos afirmativos frente a uno.

Una rivalidad de poder a poder

Por temor a ser apartado de su posición, en un procedimiento similar al del impeachment estadounidense, Musharraf renunció a la Presidencia en 2008 después de que las urnas no revalidasen su mandato. Fueron las elecciones generales durante cuya campaña, fue asesinada Benazir Bhutto. No obstante, la dimisión no le bastó para librarse de la acción de la justicia. La acusación penal fue formulada en 2014 por el tribunal. El caso fue impulsado por Nawaz Sharif, jefe de Gobierno entre 2013 y 2017. 

La enemistad entre ambos personajes, dos figuras clave de la historia reciente de Pakistán, se remonta hasta los años 90. A finales de la década, Sharif ya detentaba el cargo de primer ministro. En 1999, Pakistán estaba inmersa en la guerra de Kargil contra India, relacionada con el control de la región de Cachemira. Musharraf era, entonces, el mando de más rango del Ejército. Sharif trató de apartarlo del puesto, pero el general contraatacó; urdió un golpe para derrocar al jefe de Gobierno que, finalmente, fue incruento. El militar se consolidó al frente del país dos años más tarde.

El Ejército ha sido una institución que ha gozado de bastante poder en Pakistán a lo largo de las últimas décadas
Mandato bajo sospecha

Durante su mandato, el general paquistaní fue uno de los socios principales de Estados Unidos en la “guerra contra el terror” preconizada por el expresidente George W. Bush en la primera década del siglo XX. A pesar de ello, el papel del país asiático en la lucha contra Al-Qaeda y otras organizaciones yihadistas ha estado revestido de ciertas sombras de sospecha. Desde su independencia, la política de Pakistán ha estado notablemente influida por la presencia de un Ejército, así como por complicados pactos de poder con grupos locales y regionales, sobre todo en las zonas más apartadas.  

Musharraf, por tanto, tuvo que hacer muchos equilibrios en sus relaciones con la Casa Blanca y sus socios locales. Así, la relativa permisividad con la presencia de terroristas en su territorio nacional ha sido, desde entonces, una fuente de fricción constante entre Islamabad y Washington. Un caso célebre: cuando fue abatido en una operación especial del Ejército, Osama Bin Laden residía en un lujoso complejo en la ciudad de Abbottabad, a poco más de cien kilómetros de la capital. 

Además, se ha relacionado a menudo a los Servicios de Inteligencia del país -el célebre ISI- con grupos como Lashkar e Taiba, una facción que ha operado durante años en Cachemira y ha sido responsable de ataques masivos contra civiles, entre ellos, los atentados de Bombay de noviembre de 2008. 173 personas fueron asesinadas.

Un policía pakistaní patrulla frente a la puerta de una prisión en Pakistán. Musharraf ha estado bajo custodia desde 2013, pero se le concedió un permiso médico en 2016
Exilio y declive

Entre 2008 y 2013, Musharraf vivió, fundamentalmente, entre Londres y Dubái. Ganó bastante dinero a base de impartir charlas en universidades y laboratorios de ideas. En 2013, manifestó su intención de volver a presentarse a los comicios a la Jefatura del Estado. No obstante, su regreso triunfal se truncó y acabó en la detención que ha dado pie al proceso penal.

Actualmente, el que fue uno de los gobernantes más poderosos del continente asiático no se encuentra en su país. El tribunal que lo ha juzgado le concedió permiso en 2016 para que se desplazase a Dubái a tratarse una enfermedad que ha afectado a su sistema nervioso. Desde entonces, no ha regresado a su país. A partir de comienzos de este año, su estado de salud se ha deteriorado de manera ostensible. Precisamente, a principios de este mes de diciembre, se publicó un vídeo que lo mostraba postrado en una cama de hospital. La aplicación de la condena queda, por tanto, en el aire.