La Policía turca detiene a 13 mujeres por insultar a Erdogan
La Policía turca detuvo el pasado 8 de marzo a 13 personas que participaron en las concentraciones por el Día de la Mujer en el barrio Taksim de Estambul. Las detenciones se produjeron tras la finalización de la Marcha Nocturna Feminista por corear cánticos en contra del Gobierno, sin embargo, las autoridades matizaron posteriormente que estas respondían a una serie de insultos y descalificaciones proferidas hacia el presidente Erdogan.
Los fiscales ordenaron las detenciones tras revisar unas imágenes en las que un grupo de manifestantes protestaba en contra del Gobierno, según la oficina del gobernador local. Hasta 18 personas fueron identificadas, aunque tan solo 13 fueron detenidas. Entre los apresados se encuentra incluso una menor de edad. Las mujeres fueron conducidas hasta el Palacio de Justicia de Estambul, y liberadas posteriormente con la prohibición de abandonar el país. Dos de las detenidas afirmaron haber sido sometidas a registros desnudas, una práctica ya denunciada por un diputado de la oposición.
Las manifestantes habrían sido detenidas por gritar consignas como “salta, salta, el que no salta es Tayyip” o “Tayyip huye, huye, huye, las mujeres vienen”. En este sentido, Erdogan había prometido una apertura en materia de libertad de expresión tan solo una semana antes, sin embargo, insultar al presidente es un delito tipificado en Turquía, según el polémico artículo 299 del Código Penal, punible con unas penas que rondan los 4 años de prisión o superiores si estas críticas se hicieran desde los medios de comunicación.
La apertura de la libertad de expresión, junto al derecho a un juicio justo, forma parte de un plan de acción del Gobierno para combatir la erosión de los Derechos Humanos por la que el Gobierno turco ha recibido fuertes críticas de la oposición y de diversos actores internacionales. Aunque según la declaración del Colectivo de Mujeres Universitarias, la Policía llegó a allanar las viviendas de las mujeres identificadas en las protestas para efectuar a su detención.
Las manifestaciones, enmarcadas en el Día de la Mujer, tuvieron como objetivo señalar las condiciones hostiles que encaran las mujeres en Turquía, y es que 300 fueron asesinadas durante 2020. Miles de manifestantes tomaron las calles de Estambul en forma de denuncia, aunque esta vez la Policía no disolvió las concentraciones como había ocurrido en años anteriores, por lo que la marcha terminó de forma pacífica.
“Una vez más, condeno enérgicamente todo tipo de violencia física y mental y discriminación contra las mujeres, que considero un crimen de lesa humanidad. Continuaremos nuestra lucha con determinación y sensibilidad para crear un entorno donde nuestras mujeres no sean sometidas a violencia”, declaró Erdogan en su comparecencia durante el Día de la Mujer. El presidente manifestó su apoyo: “Actuaremos hombro con hombro hacia el futuro como una nación entera con mujeres y hombres para llevar a nuestro país a un nivel más avanzado y desarrollado y alcanzar nuestras metas”, y aprovechó para elogiar los esfuerzos de las mujeres “a lo largo de la historia de Turquía”.
Sin embargo, voces autorizadas han cuestionado las cifras de feminicidios. Varias asociaciones de mujeres y activistas han denunciado la ocultación de los asesinatos de las mujeres por parte de las autoridades, tras alegar que se trata de suicidios. Detrás de la cifra de 300 asesinadas, los datos recogen más de 100 muertes aún sin esclarecer, muchas posiblemente asociadas a feminicidios.
Desde la llegada de Erdogan al poder en 2014, el retroceso de las libertades en Turquía es palpable. El aumento de la presión sobre los kurdos, la represión contra el movimiento de Gülen, la encarcelación de periodistas y disidentes, los crímenes de odio contra los refugiados y las minorías étnicas y religiosas, la tortura y los malos tratos continuados, entre otras humillaciones, han supuesto la desaparición casi total de los Derechos Humanos. En este apartado se incluye, además, la desfavorable situación de las mujeres.
El informe anual de Freedom House ha dejado de catalogar a Turquía como un Estado libre, y el Índice de Democracia 2020 realizado por la Unidad de Inteligencia de The Economist registra a Turquía como la democracia número 104 de un total de 192 países, aunque determinado por el momento como un “régimen híbrido”. De todos los Estados de la OTAN, Turquía mantiene la puntuación más baja, por lo que es evidente que galopa hacia el autoritarismo.
La Comisión Europea recogió en un informe emitido el pasado año que continúan los retrocesos de los estándares democráticos, del Estado de derecho y de las libertades fundamentales por la carencia de un mecanismo efectivo de controles y equilibrios. La comunidad internacional es consciente de que la Justicia turca valida acusaciones falsas, y se efectúan detenciones y condenas sin necesidad de pruebas palmarias. El Gobierno turco ataca los Derechos Humanos incluso más allá de sus fronteras, sobre todo en sus ofensivas contra los kurdos en el norte de Siria.
Erdogan aspira a concentrar todos los poderes del Estado, motivo que le ha llevado a socavar los pilares fundamentales sobre los que se asentaba el ya de por sí imperfecto sistema político turco. El órdago con las enmiendas a la Constitución, la disolución del Estado de derecho y el control efectivo del poder Ejecutivo sobre el Judicial maniataron las instituciones de Turquía, que siguen en caída libre.
