Alexandra Dumitrascu
Píe de foto: Protesta masiva en Venezuela por la alta tasa de homicidios que se registra en el país.
El 25 de noviembre, Luís Manuel Díaz, secretario municipal de Acción Democrática de Venezuela, caía abatido a tiros durante un acto político en Altagracia de Orituco, en el estado venezolano de Guárico. El suceso pasó en plena campaña electoral a poco más de una semana de las elecciones legislativas. Con él, Venezuela sumó una víctima más a las 27.875 registradas durante 2015 por el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), lo que hace que éste país latinoamericano se convierta en el más violento de la región y, con ello, del mundo.
De acuerdo, con la investigación de las siete universidades públicas y privadas que integran el Observatorio, Venezuela contó en 2015 con una tasa de homicidios de 90 por cada 100.000 habitantes, lo que en términos absolutos supone que uno de cada cinco personas asesinadas en América Latina ha sido de Venezuela.
A pesar de que en 2015 en el conjunto de la región de América Latina y el Caribe el número de homicidios ha seguido una tendencia a la baja, en Venezuela el incremento de la violencia ha llevado aparejado una cifra récord de muertes violentas, llegando con ello a superar incluso a Honduras, país que en años precedente ha ocupado el primer puesto en este sentido, pero que, sin embargo, ha registrado una disminución importante en el número de homicidios, tal como asegura el informe del OVV.
De acuerdo con el Observatorio de Seguridad Ciudadana, la capital de Venezuela, Caracas, ocupó en 2014 la segunda posición como ciudad más violenta del mundo, sólo por detrás de la hondureña San Pedro de Sula, con una tasa de 116 homicidios de entre una población de 3,2 millones de habitantes. No obstante, tal como aseguran desde el Instituto para la Economía y la Paz en su Índice de Terrorismo Global 2015, ya desde 2000, Caracas tiene la tasa de homicidios más alta del mundo, sólo en 2014 siendo registrados 111 fallecidos en circunstancias violentas.
Sin llegar al puesto décimo del ranking, en el séptimo lugar encontramos otra ciudad venezolana, Valencia, con una tasa de 71,1 homicidios, en donde, de acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, se ha registrado un aumento de los asesinatos de más de 100%.
Tal como asegura el informe del OVV, el incremento en la violencia en Venezuela es producto tanto de la ausencia como del exceso del Estado. Así, a la ausencia de la protección de las personas y a la falta de castigo de los delincuentes, se suman los excesivos controles y las abundantes regulaciones que han llevado a abusos por parte de los encargados de llevarlas a la práctica, así como a una eclosión de las actividades ilegales. No obstante, los factores que realmente explican este fenómeno en el país son nada menos que seis: una mayor presencia del delito organizado, el deterioro de los cuerpos de seguridad, el aumento de la justicia y la seguridad privada, la militarización represiva de la seguridad, el empobrecimiento de la sociedad, y el desgaste institucional. Este último aspecto, la destrucción institucional, es, al parecer del OVV, el factor que más contribuye al incremento sostenido de la violencia y del delito en Venezuela, debido a una cada vez mayor “arbitrariedad del poder y [por] el predominio de las relaciones sociales basadas en el uso de la fuerza y las armas”.
El crimen organizado, por otra parte, es una realidad que cada vez cobra más fuerza en el país. Tal como queda reflejado en el último Informe de Economía y Desarrollo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el éxito cosechado por Colombia en sus esfuerzos por combatir al narcotráfico y el crimen organizado, ha llevado a que se desplazaran los centros de procesamiento y tráfico a Ecuador y Venezuela, en donde las bandas criminales y de narcotráfico han utilizado la violencia en orden a sustentar el control del territorio y las actividades de tráfico de drogas.
Un fenómeno característico a la región de América Latina ante la inseguridad a la que está expuesta su población, es el aumento de la seguridad privada como medida a la falta de protección por parte del Estado, lo que ha llevado a que, ante la ausencia del castigo de los delincuentes, se recurra a una justicia de tipo personalista.
Datos regionales
En el conjunto de América Latina y el Caribe se han registrado a lo largo de 2015 alrededor de 145.000 homicidios, de los cuales el 19% corresponde a Venezuela, de acuerdo con el OVV. La magnitud de la criminalidad en la región tiene su impronta a nivel mundial. Así, de cada 450.000 homicidios que hay alrededor del mundo cada año, un tercio corresponde a América Latina y el Caribe, a pesar de que la región acoge a menos del 10% de la población mundial, según datos proporcionados por el Instituto Igarapé. Se estima que, 5 de 20 países con la tasa de homicidios más alta del mundo son de esta región –Venezuela, Guatemala, Colombia, Brasil y México – en la que el 66% de los crímenes se ejecutan con armas de fuego. Además, de acuerdo siempre con el mismo instituto, México, Brasil, Venezuela y Colombia, junto a India, Nigeria, República Democrática del Congo, Sudáfrica, Estados Unidos y Pakistán, son los países que en conjunto significan el 58% de la totalidad de los homicidios que se dan en el mundo. Tal como reflejan los datos del Índice de Terrorismo Global 2015, la tasa de homicidios a nivel mundial es 13 veces superior a la que se registra en casos de terrorismo. En 2014, se contabilizaron 437.000 asesinatos, mientras que las víctimas por terrorismo fueron 32.685, lo que denota que hay actos mucho más letales, cuantitativamente hablando, que le terrorismo.
Este panorama hace que en términos de la Organización de la Salud, se hable de una “epidemia de violencia” que padece América Latina, dado que la tasa de violencia supera el 10%, porcentaje que la institución pone como tope a partir del cual un caso es clasificado como tal.
La violencia en América Latina y el Caribe ya no es ninguna novedad. Desde el CAF, Pablo Sanguinetti, director de Análisis Económico del banco, estima que en los últimos 15 años la tasa de homicidios en la región ha seguido en aumento en comparación con otras partes del mundo; en algunos países como El Salvador, Venezuela y México, llegando incluso a duplicarse. A falta de datos oficiales y de la escasa o nula cobertura mediática, desde CAF se maneja una tasa de entre 25 y 27 por cada 100.000 habitantes, un nivel de incidencia que si fuese a compararse con algunos países desarrollados, como Reino Unido, habría que remontarse a 400 años atrás para encontrar unas cifras similares. La gravedad del asunto queda reflejada en el informe Para una América más segura. Una nueva perspectiva para prevenir y controlar el delito del CAF, en el que se asegura de manera espeluznante que “la cotidianeidad del ciudadano latinoamericano está marcada por la inminencia latente de ser la próxima víctima”. La tasa de homicidios que se da en América Latina representa una de las más altas del mundo, en donde Venezuela, Honduras, Guatemala, Colombia y El Salvador, registran a las más elevadas, siendo Chile, Argentina y Uruguay los países en donde la tasa de homicidios se encuentra por debajo del 10%.