La política, desde un punto de vista estratégico, puede entenderse como un conflicto entre varios actores

Riesgos y oportunidades del extremismo y la violencia en la política

AFP/JEFF KOWALSKY - Manifestantes armados protestan en Lansing, Michigan, el 14 de mayo de 2020

En los últimos años se ha observado en muchos países del mundo un aumento de la agresividad en los discursos políticos. En estos, los argumentos se han centrado en la generación de emociones y la búsqueda de enemigos; ya sean grupos antifascistas, extranjeros o el propio gobierno que dirija en ese momento la nación.

A pesar de que el auge de la violencia en la política pueda valorarse como un aspecto negativo, esta cumple una función que resulta efectiva para quienes saben emplearla. No obstante, el uso excesivo de comportamientos agresivos, así como el apoyo a estos, puede producir efectos negativos tanto en el plano político como en el tejido social de un país. 

Esta forma de actuar es especialmente peligrosa cuando se producen escaladas de violencia en el discurso. Ante estos escenarios, se deben barajar planteamientos alternativos, focalizados en el largo plazo y el bien común, no en la respuesta inmediata contra un competidor.

PHOTO/AFP - La gente participa en una manifestación de “reapertura” de Pensilvania el 20 de abril de 2020 en Harrisburg, Pensilvania
El modelo de Hotelling: la entrada de nuevos partidos

La política, desde un punto de vista estratégico, puede entenderse como un conflicto entre varios actores por aquellas zonas (votantes) sobre los que varios participantes pueden influir.  El modelo de Hotelling ha sido muy popular para explicar cómo se distribuyen los partidos políticos dentro del espectro ideológico y cómo la entrada de nuevos actores altera sus comportamientos (Osborne y Slivinski, 1993). A la hora de estudiar un escenario político, debemos tener en cuenta aspectos como cuántos partidos hay, cómo es el sistema electoral (numero de votaciones, cómo se reparten los asientos asignados a cada región, etc.), entre otros. 

No obstante, cuando se valora la entrada de nuevos actores, el funcionamiento de los partidos ya existentes se basará en reducir el área de influencia de estos nuevos actores, sacrificando el mínimo necesario de la suya. Esta es la razón por la que, en un sistema bipartidista, en la que ambos candidatos se encuentran relativamente cerca del centro, una nueva opción intermedia tiende a desaparecer; la actitud de los partidos más antiguos será acercar sus posturas más, aun a riesgo de perder votantes de ideología extremista, a fin de invadir el área del nuevo partido.

Sin embargo, cuando estas mismas posturas centradas dejan lugar a partidos que, desde ideologías más extremas, comienzan a influir en su electorado, afectando solo a uno de ellos, la situación varía. En estos casos, los partidos deben luchar por no perder votantes cerca de sus respectivos extremos, sin desatender a los que tienen ideologías consideradas más “de centro”.

AFP/BULENT KILIC - Agentes de la Policía turca detienen a una manifestante el 2 de febrero de 2021 durante una manifestación contra el nombramiento por parte del presidente turco de un leal al partido para dirigir la exclusiva Universidad del Bósforo de Estambul
La agresividad y el extremismo en el discurso político: utilitarismo e ideología

Al igual que el espectro político se puede representar de forma espacial, la población se distribuye dentro de este espectro. Como se ha indicado en la sección anterior, los partidos más moderados tienden a no acercarse al centro demasiado, ya que esto podría motivar a que los votantes más extremistas decidiesen no votarles. Esta es la razón por la que los partidos extremistas, si son capaces de atraer gente relativamente moderada suponen una amenaza para ellos.

Por otro lado, la propia ideología de los votantes les hace más o menos tolerantes a ideas que difieran de las suyas (Claassen , 2007). Mientras que los votantes más extremistas actúan de forma más inflexible, aquellas personas que no lo son pueden decidir votar por alguien que se encuentre a una mayor distancia ideológica de ellos, aumentando el potencial de los discursos más radicales.

Por otro lado, la efectividad de este tipo de discursos está muy ligada a la capacidad para detectar los temas que generen una mayor resonancia en sus audiencias objetivo (Gleaser, Ponzetto y Shapiro, 2004). Debido a que la apelación a las emociones y la explotación de los sesgos de la mente humana resultan tan efectivos https://www.sec2crime.com/2020/11/07/los-sesgos-cognitivos-y-el-analista-de-inteligencia/), es normal observar el uso de técnicas de persuasión en estos discursos aún más que en los de oponentes que defiendan posturas menos radicales.

AFP/JEFF KOWALSKY - Manifestantes armados protestan en Lansing, Michigan, el 14 de mayo de 2020
La escalada del conflicto político desde la teoría de juegos

La teoría de juegos https://www.sec2crime.com/2021/01/30/la-teoria-de-juegos-valoracion-de-escenarios-y-actores/ ha sido empleada para el análisis político y en combinación con el modelo de Hotelling para explicar la facilidad o dificultad con la que nuevos actores pueden entrar a participar. Estos principios también pueden emplearse para valorar la efectividad de incluir aspectos de diferentes políticas en un discurso. Los modelos derivados de la teoría de juegos permiten valorar la facilidad con la que estos pueden convivir, en función de su convergencia/divergencia  (Brusco, Dziubinski y Roy, 2010).

Dentro de los discursos, se ha observado un aumento cada vez más acusado de las ‘fake news’ y los mensajes emocionales. Esta aproximación genera no solo un efecto de atracción por parte de unas audiencias a favor de quien las emplea sino, a su vez, un mayor rechazo contra el grupo al que se está atacando. 

El riesgo de esta estrategia no radica en el tipo de discurso, el cual puede ser beneficioso si el efecto de atracción generado es mayor que el rechazo que se recibe por parte de la población al radicalizar el discurso, en una u otra dirección (Gleaser, Ponzetto y Shapiro, 2004). El problema se produce cuando otro partido decide responder de la misma manera, tratando de aprovechar la ventaja generada por el uso de un discurso violento. En la siguiente tabla, representaremos los posibles escenarios, con sus ganancias en valor relativo (los valores indican el orden de preferencia de los dos jugadores).

Como se puede observar en la tabla, no hay equilibrios en los que ambos jugadores salgan beneficiados por igual. En el caso de que este juego solo se realizase una vez, la mejor jugada potencial es ser el primero en actuar de forma agresiva. No obstante, las elecciones son un proceso que se repite varias veces, Ante esta condición, la estrategia más adecuada es el establecimiento de un acuerdo, por el que en cada partida, uno de los jugadores se lleve la mayor ventaja.

Sin embargo, esta solución ideal no es viable, ya que la generación de violencia difícilmente puede ser organizada de forma tal que dos actores enemistados decidan coordinar cuando uno va a atacar con más intensidad que el otro.

Por lo tanto, en el caso de producirse una escalada continua de la agresividad, es probable que se produzca un descontento por parte de los seguidores menos radicales, además de un mayor grado de polarización entre estos dos grupos, pudiendo dar lugar a situaciones físicamente violentas en las calles, como ya se ha observado en varios países.

Conclusiones

El uso de la violencia parece estar justificado desde el punto de vista de los resultados. Tanto diversos estudios como casos reales han mostrado sus posibles efectos beneficiosos para el grupo que lo ejerce. Sin embargo, esta no se encuentra exenta de riesgos. 

Una radicalización excesiva del discurso puede suponer la pérdida de seguidores que no comulguen con esas ideas o que encuentren la dirección tomada por el partido demasiado agresiva. Además, la efectividad de esta técnica puede poner en peligro a toda la sociedad si se entra en una escalada de conflicto con otros adversarios, tanto en el plano político como en el plano puramente social. 

Debido a los resultados a corto plazo que la incorporación de agresividad e ideas divergentes produce, no es probable que este tipo de discursos desaparezcan pronto. 

No obstante, esto no implica que no puedan buscarse estrategias alternativas que mitiguen los efectos positivos de este tipo de discursos. Algunos ejemplos de esto son la verificación de la información o la generación un efecto de rechazo mucho mayor que la atracción producida por este tipo de discursos en el conjunto de la sociedad. En esencia, reducir los beneficios y aumentar los costes de este tipo de estrategias para que resulten políticamente costosas.

A pesar de ello, no se puede ignorar el hecho de que el extremismo y los discursos más agresivos no siempre cumplen un fin utilitarista y pueden estar motivados puramente por la ideología de una o varias personas.

Bibliografía

Brusco, S., Dziubiński, M., & Roy, J. (2012). The Hotelling–Downs model with runoff voting. Games and Economic Behavior, 74(2), 447-469.

Claassen, R. L. (2007). Campaign activism and the spatial model: Getting beyond extremism to explain policy motivated participation. Political Behavior, 29(3), 369.

Glaeser, E. L., Ponzetto, G. A., & Shapiro, J. M. (2005). Strategic extremism: Why Republicans and Democrats divide on religious values. The Quarterly journal of economics, 120(4),1283-1330.

Osborne, M. J., & Slivinski, A. (1996). A model of political competition with citizen-candidates. The Quarterly Journal of Economics, 111(1), 65-96.

Álvaro Mota, Psicólogo y Analista de Inteligencia

Coordinador del Área de Análisis de Inteligencia de Sec2Crime www.sec2crime.com/inteligencia-articulos
 

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato