El Sahel es uno de los puntos de generación de inestabilidad más importantes del mundo

En la última entrega de “De cara al mundo”, en Onda Madrid, contamos con la participación de Gustavo de Arístegui, diplomático y analista internacional, quien hizo un repaso sobre la actualidad internacional.
Además, el diplomático español aclaró la importancia de mantener la fachada atlántica libre de injerencias rusas o chinas, sobre todo, en la región del Sahel y del Sáhara Occidental.
Señor de Aristegui, ¿qué está pasando? ¿Nos debemos preocupar o son actos aislados en situaciones muy polarizadas? Aunque, en otros países europeos, como por ejemplo España, no es que se digan finuras y lindezas los dirigentes políticos.
Me temo que no son solo actos aislados. Estamos viviendo una degradación de la vida pública en los países occidentales desde hace muchos años. Pondría la frontera del declive hace unos 20 años. Si uno analiza el ascenso de los populismos, de derechas o de izquierdas, en diferentes países del mundo, la tendencia que se marca es prácticamente la misma. Incluso en democracias muy consolidadas, a pesar de los problemas de corrupción que tenían, como en el caso de Venezuela.
Uno puede comparar por ejemplo el sistema político venezolano, que fue derrocado por la victoria de Hugo Chávez en noviembre del 1998, empezando a gobernar en el 1999; era una democracia mucho más próxima a lo que tenemos en Europa, multipartidista, con más de dos grupos en el Parlamento, y con una incorporación de antiguos rivales políticos de diversos signos. En Venezuela no había solo un partido liberal y un partido conservador, como en el caso de buena parte de América Latina. Había un partido socialdemócrata, homologado plenamente con su familia política.
Un partido socialcristiano, homologado plenamente con su familia política. Había después partidos más a la izquierda, algunos más a la derecha. Incluso había terroristas guerrilleros, reconvertidos en partido político, que estaban aceptando el sistema político y que habían entrado en el Parlamento. Cuando empieza la corrupción, que empieza sobre todo con el Partido de Acción Democrática, es decir, con el Partido Socialdemócrata venezolano, que es el que más casos de corrupción tiene, no lo olvidemos. Dos de los presidentes más emblemáticos de los socialcristianos venezolanos, de Copey, Luis Herrera Campins y el propio Rafael Caldera, murieron con el mismo patrimonio que tuvieron a lo largo de toda su vida política.

No es así el caso de Jaime Lusinchi o del ínclito y nefasto Carlos Andrés Pérez. Dicho esto, lo que empieza es a ponerse en cuestión a los políticos, después a los partidos, después a toda la clase política obviamente por extensión. Finalmente se pone en cuestión a las instituciones y finalmente al propio sistema democrático. Y eso está importándose en Europa. Tenemos una sociedad bombardeada con un exceso de información, con una formación que no es lo mismo que información insuficiente, con una clase dirigente que ya no es élite política, sino una clase dirigente que cada vez es de peor calidad. Lo vemos constantemente tanto por el acceso a la función pública como los que se dedican a la política.
Si comparamos la media de la formación, de los diplomas, de la experiencia, del prestigio de los diputados, de la transición o de los Gobiernos inmediatamente posteriores a la transición con los actuales, no hay más que ver los currículos. Este fenómeno, que parece no conectado con estos fenómenos de violencia, ha generado una polarización en las sociedades porque la falta de formación propicia la polarización de las sociedades.

Cambios y polarización que está llegando incluso a Estados Unidos, ¿no?
Efectivamente. Incluso en Estados Unidos cuando se decía que era imposible que se rompiese el sistema bipartidista, anunciamos y creo que lo hicimos en este programa a su vida muchos años, diciendo que los extremismos no podrían crear nuevos partidos pero lo que harían es penetrar los partidos ya existentes, colonizarlos desde la extrema izquierda en el Partido Demócrata y desde la extrema derecha en el Partido Republicano y es exactamente lo que ha ocurrido en el Partido Republicano con dos movimientos distintos y sucesivos, el Tea Party primero y después el Trumpismo y por parte del Partido Demócrata la extrema izquierda casi estalinista que representan sujetos como Bernie Sanders, Alejandra Ocasio-Cortez, que son muy populistas por cierto, Cori Bush, Ileana Omar, etc.
Esto propicia que esa clase política de baja calidad no tiene argumentos sobre la gestión, los problemas reales de la sociedad y solo puede cabalgar o surfear la confrontación para mantenerse en el poder. Esto se traslada a la sociedad, esta crispación, esta tensión acaba inspirando a los más radicales y eso acaba generando ataques. No conviene olvidar que en Alemania se han producido gravísimos ataques contra candidatos del partido de la CDU que no hay que olvidarlo tampoco.
Y no hay que olvidar que el señor este, que parece un “trastornado mental evidente” por sus vaivenes ideológicos, hoy milita en la izquierda de Eslovaquia, hoy está en contra de un candidato que está situado en la derecha nacionalista europea a pesar de su pasado socialdemócrata y que es este “trastornado mental aparentemente de ideología izquierda radical, antirrusa en este caso”, el que ha cometido un atentado, un magnicidio frustrado.

Este ataque de los populismos autoritarios de derechas e izquierdas a las democracias liberales consolidadas después de la Segunda Guerra Mundial tiene unas herramientas de las que las democracias deberían defenderse. ¿Habría que evitar la impunidad o los insultos o la manipulación, la utilización bastarda de estas redes sociales por parte de esta gente que quiere asaltar el poder a cualquier precio?
Vamos un paso antes. La democracia se conforma por unos principios elementales, uno de los cuales es la separación de poderes y los pesos y contrapesos entre los mismos. La fortaleza institucional es el pilar fundamental de una democracia.
Si se ponen en cuestión las instituciones y lamentablemente en muchos países de Europa, incluido España, se están poniendo en cuestión las instituciones y se bombardea el prestigio, por una parte, aquellas que no se controla se las ataca desprestigiándolo y por otra parte aquellas que se controla acaban desprestigiadas porque se hace de ellas un uso partidista. Esto es lo que no debe ocurrir, porque una democracia y su amor por la libertad no quiere decir que sea débil. La democracia debe tener la grandeza de aplicar justicia y no venganza, incluso contra aquellos que pretenden destruirla.
Pero eso no quiere decir que, a quien lo intente, no le deba caer todo el peso de la ley. Si no se tiene como principio fundamental que la democracia debe ser fuerte, respetando plenamente los derechos y libertades fundamentales, nos estamos equivocando respecto a lo que es una democracia. No olvidemos que las dictaduras tradicionales, a lo largo del siglo XX, se fundamentaban sobre todo en ideologías, aunque tuviesen un culto a la personalidad y aunque surgiese un líder emblemático, que cabalgaba sobre una ideología concreta.
El caso de Stalin, que inventa obviamente el estalinismo sobre la base del comunismo, Mao con el maoísmo, el nazismo y el fascismo con Hitler y Mussolini al frente respectivamente. Sin embargo, en el siglo XXI las dictaduras y las autarquías están prescindiendo de las ideologías o están poniendo las ideologías en segundo lugar.
Hay dos tipos de nuevos regímenes autoritarios que están surgiendo. Aquellos que están ya instalados a partir de regímenes que en su base son autoritarios, el caso de China, en el que en efecto la ideología comunista sigue presente, pero está eclipsada por la importancia de la figura del actual presidente Xi Jinping, poniendo más el acento en la obediencia y el culto a la personalidad del presidente que del sistema y de la ideología.
Lo mismo ocurre con Rusia. Rusia, aunque obviamente no es un régimen comunista y no está el Partido Comunista en sus mejores horas, aunque está en la coalición de Gobierno del presidente, sí es un heredero de aquel régimen y en consecuencia el autoritarismo que practica Vladimir Putin es un autoritarismo es la continuidad de las dictaduras soviéticas.
Pero, por otra parte, en Occidente se produce un fenómeno distinto. Es decir, a partir de ideologías democráticas, ya sea desde el centro derecha o el centro izquierda, y desde luego desde la extrema izquierda y la extrema derecha mucho más aún, pero esos todavía no han llegado al poder de manera muy clara en Europa, muchos líderes políticos que llegan al poder acaban adoptando posiciones populistas y autoritarias, y las poblaciones que viven momentos de extraordinaria incertidumbre, de sufrimiento económico, de pánico incluso muchas veces por culpa de la pandemia o de las guerras que nos asolan o de las crisis inflacionistas que han destruido la capacidad adquisitiva de nuestras clases medias, acaban buscando la seguridad del “hombre fuerte” y eso acaba consolidando estas autarquías, estos regímenes autoritarios.

Hay que tener muy en cuenta, señor De Arístegui, además en el comunicado no lo han escondido, la intención de China y Rusia de imponer, de establecer un nuevo orden internacional dejando a Occidente, a Estados Unidos y entiendo que a la Unión Europea aparte. Hay que ser muy conscientes porque además se están utilizando los conflictos en Ucrania o, por ejemplo, en Gaza para debilitar a Occidente.
Sin ninguna duda. Vamos a ver, mezclemos geopolítica y geoeconomía. ¿Por qué digo yo autoritarismo y autarquía? Porque una pertenece a la geopolítica y la otra a la geoeconomía. Los regímenes autoritarios tienen que combinar ambas cosas para poder tener éxito en su empeño.
Primero el autoritarismo como fórmula política y segundo la autarquía como fórmula económica porque el aislamiento económico es algo que las clases medias asoladas por una mano de obra más barata en países productores masivos, como puede ser China y en menor medida la India o países que están en el textil como Bangladesh u otros, acaba generando también esta preocupación profunda de las clases medias europeas que van buscando los extremos que les protejan de esta incertidumbre.
Este nuevo orden internacional es inquietante porque se están trazando unas líneas muy claras en el mundo. Son dos bloques que no había desde la caída del Muro de Berlín y desde la implosión de la Unión Soviética en la que tenemos un bloque que empieza a ser liderado de una manera, sobre todo, en el mundo geoeconómico pero mucho menos en el ideológico a través de sus inversiones, del comercio y del endeudamiento de los países satélites, en los términos comerciales e inversores, que es China y por otra parte Rusia, que a pesar de la debilidad de su economía aparente, ha tenido una resiliencia extraordinaria y un aguante que nadie esperaba con respecto a las sanciones impuestas por su brutal guerra de agresión contra Ucrania.

Sí hay un mundo que orbita en torno a estos dos grandes ejes sobre todo China y Rusia, son todos los regímenes más tiránicos del planeta: Cuba, Venezuela, Nicaragua y las izquierdas más radicales que están digamos girando en torno al movimiento del Foro de Sao Paulo. A estos se les une, en el norte de África, países como Argelia o Libia que tienen sus propios problemas internos, que están basculando en un sentido o en otro, y las izquierdas que están gobernando en regímenes todavía democráticos que están teniendo una deriva preocupante hacia el populismo de extrema izquierda, como es el caso de Chile o el caos peruano, o el caso del presidente, antiguamente guerrillero, y digamos alineado con las tesis de la izquierda más radical europea y mundial, como es el caso de Gustavo Petro.
Y enfrente tenemos un Occidente completamente debilitado con una polarización interna que lo debilita aún más que tuvo dos golpes durísimos contra su credibilidad como fueron la pandemia y la mala gestión que muchos países occidentales hicieron de la misma. Y por otra parte la pésima reacción que han tenido las economías europeas ante la crisis inflacionaria catalizada por la guerra de Ucrania.
Esta es la situación económica y geopolítica en la que nos encontramos en este momento y es una mezcla explosiva porque estamos llegando a unas elecciones cruciales en Europa cuya importancia no estamos calibrando en España, porque le estamos dando una lectura de política interna, lo cual es un gravísimo error en mi opinión, porque estamos inmersos, estamos integrados en la Unión Europea y en la Unión Europea hay movimientos muy preocupantes el populismo de extrema izquierda donde más fuerte es, es en España, pero no solo en España, y el populismo de extrema derecha es muy fuerte en el centro y en el este de Europa cada vez moviéndose más hacia el norte.
En la medida en que se erosione la credibilidad de la democracia y que Europa vaya más hacia la polarización política la fuerza, el prestigio, el peso de Europa en el mundo va a disminuir de una manera exponencial. Hay un estancamiento del PIB per cápita de algunas economías principales de Europa que es un tema del que no se habla y es “un secreto a voces”.

España es un país que lleva estancado en sus niveles de PIB per cápita 20 años y en términos relativos significa que es que nos han pasado todos. Hace 20 años éramos más ricos que Chipre, Irlanda, Malta, todos los países bálticos por supuesto, muchos de los países del este, pero éramos más ricos también que Israel y hoy en día Irlanda nos cuadruplica, nos cuadruplica el PIB per cápita, nos han pasado en PIB per cápita Chipre y Malta que estaban prácticamente en la ruina en el año 2008 a 2012.
Israel es infinitamente más rico que nosotros en PIB per cápita y nos alcanzan ya los bálticos y los países del este. Esto tendría que ser una alarma muy clara para nuestros dirigentes y dejar de centrarse en cuestiones que son, no sólo estériles, sino que son lastrantes para el futuro de nuestro país.
Esos países sí que nos han pasado como un cohete no como una moto. Ya para terminar señor de Aristegui. Ha mencionado usted países africanos Sahel. Termina la presencia española y europea en Mali después de los golpes de Estado impulsados por Rusia y por Argelia en Mali, Burkina Faso y Níger. Esa situación es muy preocupante porque esa estabilidad es nuestra estabilidad. Hay una iniciativa muy importante por parte de algunos de esos países con Marruecos y Estados Unidos de fortalecer la fachada atlántica, permitir que puedan comercializar sus productos para poder fortalecer sus instituciones y el progreso económico y social. Debemos tener mucha más atención a lo que ocurre en el Sahel que es nuestro patio de atrás y que una desestabilización del norte de África sería muy preocupante.
El Sahel se ha convertido en uno de los puntos de generación de inestabilidad, violencia, terrorismo criminalidad organizada, tráfico de drogas, armas y seres humanos más importantes del planeta, es decir, es un inmenso erial de principios y valores ley.
Es muy grave y responsable que no se pueda ver la importancia que tiene para Europa y para África porque la irradiación de violencia, criminalidad e inestabilidad hacia el norte y hacia el sur es evidente, además, cuanta mayor inestabilidad haya en el Sahel, más inestabilidad va hacia el norte, al sur, el este y al oeste porque no está contenida.
En este momento el Sáhara marroquí está en el lado de Occidente. Si las cuestiones acabaran yendo como no deben, y hubiese un mal llamado “Sáhara Independiente”, que sería una provincia argelina, al día siguiente se instalarían bases aeronavales chinas y rusas en las ciudades de Dajla y de El Aaiún.

Eso a tres días de navegación de barco de guerra de las costas de Estados Unidos, a unas horas de navegación de las costas de Canarias, a minutos de vuelo de avión de caza de Canarias, y a muy pocas horas de vuelo de bombardero de la costa este de Estados Unidos. Es un perfecto suicidio geopolítico en toda regla y esta es una consecuencia que tiene que calibrarse y evaluarse de manera profunda, seria y desapasionada porque lo que está ocurriendo en Burkina Faso, en Mali, en Níger, en Chad, nos toca de lleno.
El hecho de que la confrontación con Francia, la pérdida de prestigio de Estados Unidos, la huida incluso de las tropas de uno y de otro, la pérdida de peso de las compañías incluso canadienses que han podido navegar incluso en Cuba en pleno embargo económico de Estados Unidos, también están perdiendo posiciones importantes en todo el Sahel. Pero es que en este momento están siendo sustituidos económicamente por China y están siendo sustituidos geoestratégicamente por Rusia, tanto ya sea por contratistas privados mercenarios o por la presencia incluso de asesores militares oficiales
Esta es la realidad que estamos viviendo, aparte de la expansión cada vez más preocupante de países inmensos que son prácticamente imposibles de controlar en los que los traficantes y criminales de todo pedaje campan a sus anchas y donde crece todos los días la importancia, el peso y el peligro que representan Daesh y Al-Qaeda en el Sahel.