Las ayudas proporcionadas por Turquía al país en la crisis del coronavirus se inscriben en unas relaciones más amplias; Ankara se ha posicionado bien en sectores estratégicos somalíes

Somalia, la punta de lanza de Erdogan en África oriental

PHOTO/ADEM ALTAN - El presidente de Somalia Abdullahi Mohamed, ‘Farmajo’, (izq.) es recibido por su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan (R) en el Complejo Presidencial de Ankara el 26 de abril de 2017

Ventiladores, equipos para practicar test, suministros médicos, mascarillas, trajes de protección… Todo este material iba a bordo de un avión procedente de Turquía que aterrizó hace algo más de una semana en una base aérea situada a las afueras de Mogadiscio, la capital de Somalia. Se trata del segundo envío de ayuda humanitaria que el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan envía al país del Cuerno de África en el marco de la actual crisis del coronavirus. El primero llegó a mediados del pasado mes de abril.

El presidente turco se ha congratulado públicamente de esta maniobra de diplomacia pública, con la que su país está tratando de reconstruir una imagen algo deteriorada a nivel internacional. “Los ventiladores fabricados localmente en Turquía darán un nuevo hálito de vida a Somalia”, ha sentenciado el presidente turco en su cuenta oficial de Twitter. “La conciencia y las capacidades de nuestra nación están al servicio de los pueblos oprimidos y las naciones en situación de necesidad”, remataba Erdogan en su tuit. 

El compromiso mostrado por Turquía hacia Somalia no es nuevo. Ankara ha sido, a lo largo de la última década, uno de los principales socios estratégicos del país africano. En los últimos años, este territorio ha venido avanzando notablemente en numerosos aspectos. La refundación de sus instituciones democráticas y la puesta en marcha de proyectos de desarrollo ha sido posible, al menos en parte, a la ayuda prestada por Erdogan.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, asiste a la inauguración de la nueva Embajada de Turquía en Mogadiscio el 3 de junio de 2016
Algunos datos

Desde que el mandatario visitó oficialmente el país en 2011, la Agencia Turca para la Cooperación y la Coordinación, la Media Luna Roja de Turquía y diferentes organizaciones no gubernamentales originarias del país euroasiático han estado movilizando grandes sumas de dinero que han sido invertidas en proyectos de cooperación internacional sobre el terreno. Según los datos proporcionados por el Ministerio de Exteriores de Turquía, el volumen total de la ayuda humanitaria enviada a Somalia asciende hasta los mil millones de dólares. 

El flujo de capitales entre los dos países no se limita a la cooperación y el desarrollo. Turquía está posicionada como un socio importante de Somalia, con unas cifras que han ido en aumento en los últimos años. En 2019, el comercio bilateral superó por primera vez un volumen de 200 millones de dólares. En cuanto a la inversión turca en el país del Cuerno de África, llega hasta los 100 millones de dólares. 

: Foto tomada el 3 de junio de 2016 que muestra la entonces recién inaugurada Embajada turca en Mogadiscio
Penetración en sectores clave

Más allá de lo que puedan reflejar los fríos números, hay hechos que son representativos de la considerable influencia que se ha ganado Erdogan en Somalia. Es muy destacable que el puerto y el aeropuerto de Mogadiscio, la capital, son gestionados por empresas turcas. No es casualidad, por ejemplo, que, de las aerolíneas que operan en el aeropuerto internacional Aden Adde, las dos únicas que no tienen sede en África oriental son Turkish Airlines y Qatar Airways, según recoge el directorio del propio aeródromo en su página web. Debe recordarse que Qatar es uno de los principales aliados geopolíticos de Ankara, como atestigua el conflicto en Libia.

Terminal del puerto marítimo de Mogadiscio (Somalia)

En los próximos meses, es probable que las buenas relaciones entre turcos y somalíes se afiancen aún más. El pasado mes de enero, el presidente de Somalia Abdullahi Mohamed, alias ‘Farmajo’, invitó oficialmente a las empresas turcas a sumarse a la exploración de sus aguas territoriales en busca de hidrocarburos. La carrera por el petróleo somalí ya ha comenzado y es probable que Turquía juegue fuerte para hacerse con una buena tajada, como ya está haciendo precisamente en Libia y, por extensión, en toda la zona del Mediterráneo oriental.

En el plano estrictamente militar, Turquía está asentada en el país africano desde septiembre de 2017. En esa fecha, fue inaugurado el campamento TURKSOM, situado en las proximidades de Mogadiscio. Esta base es el punto de partida de la misión intergubernamental conocida como ‘Águila Africana’, en virtud de la cual ambos gobiernos tratan de hacer frente a la insurgencia armada del grupo yihadista Al-Shabaab, que opera al sur del país y en el norte de Kenia.

Oficiales militares turcos desfilan durante la ceremonia de apertura de la base militar turca en Mogadiscio, Somalia 30 de septiembre de 2017

En teoría, la labor de los soldados turcos allí desplegados se ha reducido a la formación de soldados del Ejército somalí, una función similar a la que llevan a cabo las tropas de diferentes países europeos -entre ellos, España- en la base de Koulikoro, en Mali, en el marco de la EUTM Mali.

No deja de ser paradójico que Turquía, que en las guerras de Siria y Libia está combatiendo codo con codo con combatientes pertenecientes a grupos yihadistas, como son Hayat Tahrir al-Sham o el Ejército Nacional Sirio, se encargue de entrenar a los efectivos de las Fuerzas Armadas de un país donde el mayor reto de seguridad radica, justamente, en frenar a uno de los grupos asociados a la red Al-Qaeda más activos e importantes de todo el mundo.

Soldados del Gobierno somalí
El este de África como teatro geopolítico

Somalia, en todo caso, es solo una pieza de la red de alianzas geoestratégicas que trata de construir Erdogan desde su territorio nacional. La subregión del este de África constituye una zona que el presidente turco tiene en su agenda. Gozar de influencia sobre ella le permitiría ser un contrapeso importante de cara a algunos de sus rivales geopolíticos. 

Egipto es uno de ellos. Actualmente, El Cairo y Ankara tienen intereses contrapuestos en varios frentes. En el asunto de las prospecciones en el Mediterráneo, el Ejecutivo de Abdelfatah al-Sisi se ha posicionado junto con Grecia y Chipre, y no ha reconocido la validez de los acuerdos que firmó Erdogan con Fayez Sarraj, jefe del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) de Trípoli, a finales de 2019.

En el propio conflicto libio, también surgen las discrepancias. Al-Sisi ha sido uno de los apoyos más importantes del mariscal rebelde Jalifa Haftar, cuyo Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés) se opone al GNA de Sarraj.

El expresidente de Sudán Omar al-Bashir recibe a Erdogan en el aeropuerto de Jartum, Sudán, el 24 de diciembre de 2017

En este sentido, además de Somalia, Sudán puede representar un papel muy importante. Hasta la caída del dictador Omar al-Bashir, Ankara y Jartum habían sido aliados muy cercanos, gracias, sobre todo, a la buena sintonía del gobernante africano con los Hermanos Musulmanes. Sin embargo, con la, por el momento, exitosa transición política y el nuevo Gobierno de Abdalla Hamdok, sus relaciones aún están por definirse.

Igualmente, la penetración de Turquía en África oriental también puede significar un desafío lanzado a Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos. El reino wahabita, por ejemplo, se sitúa a apenas unos cientos de kilómetros del territorio nacional somalí. Al igual que Egipto, ambas monarquías apoyan a Haftar en Libia para evitar el riesgo de crecimiento de los Hermanos Musulmanes.

Si Turquía es capaz de fortalecerse a corto plazo en países como Somalia, Sudán o, incluso, Etiopía, enfrentada a Egipto a cuenta de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD) construida sobre el Nilo, obtendrá una victoria estratégica de primer orden.

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