Alex Erquicia
Pie de foto: El presidente egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, y su homólogo estadounidense, Donald Trump en septiembre de 2018. AFP/PHOTO/HO/EGYPTIAN PRESIDENCY
La buena relación entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, avanza sin cesar. El encuentro del 9 de abril supuso la quinta reunión bilateral que ambos mandatarios han mantenido desde septiembre de 2016. El apoyo de Washington a El Cairo no es nuevo ni se debe a estos mandatarios. Lo que sorprende es que se produzca con Trump haciendo concesiones a Israel que están teniendo un impacto sobre la región y que se dé en un momento en que Egipto experimenta niveles sin precedentes de represión y autoritarismo, según activistas.
La primera reunión de todas fue hace menos de tres años cuando Trump no era más que el candidato republicano a las elecciones presidenciales de ese año, al margen de la reunión anual de la Asamblea General de la ONU. Tras ese encuentro el estadounidense elogió a al-Sisi como un "tipo fantástico". Desde entonces la apuesta evidente que Trump ha hecho por impulsar la relación entre Estados Unidos y Egipto ha despertado todo tipo de explicaciones y expectaciones. El presidente de EEUU analiza a Egipto a través de un solo prisma que al-Sisi aprovecha y exprime: el combate directo al terrorismo y la estabilidad regional, pese a que Egipto libra una batalla sin cuartel contra Daesh en el norte del Sinaí, donde tienen una importante presencia.
La reunión impulsa los intereses, tanto nacionales como regionales, de ambos líderes. El presidente al-Sisi busca que Trump endorse (aunque solo sea a través de la foto oficial desde el despacho Oval) la reforma constitucional que avanza y que le permitiría al presidente egipcio mantenerse en el poder hasta 2034. Pese a que las enmiendas todavía no han sido aprobadas de forma definitiva por el Parlamento y el correspondiente referéndum popular no ha sido ni convocado, al-Sisi está decidido a lograr las enmiendas. El Parlamento aprobó de forma preliminar y por amplia mayoría las enmiendas propuestas y el voto definitivo se espera que sea el 14 de abril. La oposición egipcia, que considera que el proceso de las enmiendas es opaco, opina que las reformas servirán para el "establecimiento expreso de una dictadura".
Por su parte, Donald Trump, busca afianzar su alianza con al-Sisi y profundizar la influencia histórica que EEUU ha tenido sobre Egipto, un país con mucho peso en la región. Pero la reunión se produce en un momento en que los dos mandatarios chocan en su política en Oriente Medio. Trump está definiendo su postura sobre algunos de los cambios que su administración presentada los cuales están reconfigurando el sistema de alianzas existentes y modificando la realidad política sobre el terreno.
La decisión controversial más reciente fue el reconocimiento de su administración, de manera unilateral, de la autoproclamada soberanía de Israel sobre el territorio ocupado de los Altos del Golán. Territorio sirio, fue ocupado por Israel en la guerra de los Seis Días en 1967 cuando Israel se enfrentó en tres frentes a los ejércitos de Egipto, Siria y Jordania llevándoles a una derrota fulminante. La decisión de Trump socava el derecho internacional, ya que viola en violación de la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU que lo considera territorio ocupado.
El presidente egipcio sabe que Israel quitó, además de los Altos del Golán a Siria, a Egipto la península del Sinaí y la franja de Gaza; y a Jordania Jerusalén Este y Cisjordania. Por ello, durante la última cumbre de la Liga Árabe, al-Sisi declaró que los Altos del Golán deberían volver a soberanía siria antes de que se inicie el proceso de paz árabe-israelí.
Este se puede erigir como el mayor punto de tensión en la buena relación entre Trump y al-Sisi. Oriente Medio, y la comunidad internacional están a la espera de recibir el proyecto de Plan de Paz (que no proceso dado que no hay un acuerdo) de la administración Trump (liderada por su asesor Jared Kushner). Se espera que el plan de acción para el conflicto árabe-israelí, del que no se conoce ningún detalle, tense, aún más, la situación sobre el terreno. Los Altos del Golán tenerdrán un papel destacado en dicho Plan y cualquier proceso de paz que se inicie a partir de él.
Más allá de la situación en Oriente Medio, Trump y Sisi buscaron fortalecer la "asociación estratégica" bilateral y hablaron de la cooperación militar, económica y antiterrorista entre ambos países. Hay cuestiones sobre las que no se pronuncian en público. No se esperan comentarios de Trump a la situación de que bajo el liderazgo de al-Sisi, Egipto haya alcanzado un nivel de opresión sin precedentes, ampliamente documentado por activistas y grupos de derechos humanos. Una reciente carta de un grupo de senadores a Mike Pompeo, el secretario de Estado, pedía que se trataran temas como la detención injusta de al menos una docena de estadounidenses en Egipto, parte de su campaña, la erosión de los derechos humanos y políticos en el país y sobre el reciente anuncio de que Egipto obtendría más de dos docenas de aviones Su-35 de Rusia en un acuerdo valorado en unos 2.000 millones de dólares.
Trump apoya la estabilidad en Egipto al precio que sea obviando las denuncias de que se trata de un régimen represivo, según constatan múltiples informes. El año pasado, el vicepresidente Mike Pence visitó El Cairo, elogió el "liderazgo" de al-Sisi, y dio crédito al líder egipcio y a Trump por mejorar las relaciones entre los dos países.
Ambos líderes, al-Sisi de manera más explícita, están intentando consolidar su poder. Una de las enmiendas constitucionales que presenta otorga vagamente a los militares mayores poderes sobre la constitución y la nación. Es en el sector defensa donde ambos líderes encuentran mayores puntos en común. En un contexto de renovados llamamientos a la democracia en países cercanos a Egipto, como Argelia y Sudán, la trayectoria de Egipto se vuelve cada vez más preocupante. Libia, que comparte frontera con Egipto, es el otro gran enigma regional.
Mientras tanto, el Oriente Medio camina cautelosamente sobre la esperanza de lograr un mayor posicionamiento común, como demostró la última cumbre Liga Árabe, y de frenar la legitimación de la ocupación de territorios ocupados que ha logrado Israel, avalados por el presidente Trump.