Una filtración pone de relieve la desconfianza reinante en Hayat Tahrir al-Sham hacia la creciente injerencia turca en la provincia de Idlib

Turquía y el antiguo Frente al-Nusra, unos socios mal avenidos en Siria

photo_camera AFP/BARK ALKASEM - Mercenarios sirios apoyados por Turquía se reúnen en la parte trasera de un vehículo blindado en la ciudad de Afis, en las afueras de la ciudad de Saraqeb

El pasado 10 de abril, salió a la luz un audio -filtrado, no oficial- que hizo saltar las frágiles costuras que unen a Turquía con uno de sus aliados más importantes en la guerra siria: el grupo terrorista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), anteriormente conocido como Frente al-Nusra. 

El audio, al que medios especializados han otorgado credibilidad, refleja las voces de varios combatientes de la organización. Entre ellos, se encontraba Abu al-Fateh al-Farghali, uno de sus hombres más prominentes. Lo que se le oía relatar a los presentes visibilizaba a las claras que la relación del grupo con Ankara es, como mínimo, ambivalente.

¿Qué decía Al-Farghali?

El mensaje que transmitía el líder terrorista a sus correligionarios no es el reconocimiento de una derrota estratégica, pero casi. En líneas generales, Al-Farghali venía a decir que el poder parece estar cambiando de manos en Idlib.

Cuando HTS negoció su alianza con Ankara para luchar contra el régimen de Bachar al-Asad, lo hizo, más o menos, desde una posición de fuerza. Al fin y al cabo, se trataba, quizá, de la organización más sólida entre la miríada de grupos que se oponían al avance del Ejército Árabe Sirio. En cierto modo, tenían la sartén por el mango y los turcos eran unos recién llegados.

Sin embargo, ha ido cambiando paulatinamente. Al menos, es lo que se desprende de lo que cuenta Al-Farghali. A lo largo de los últimos meses, Turquía está actuando mucho más por libre. El envío de tropas a la zona de Idlib en el curso de sucesivas operaciones militares -la última, ‘Escudo de Primavera’- no parece haber sido consensuado con sus socios a nivel local.

El presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan habla al comienzo de una reunión sobre el coronavirus con sus ministros, en Ankara (Turquía)

La consecuencia más inmediata es que, naturalmente, el equilibrio de poder ha variado y se ha decantado a favor de las Fuerzas Armadas desplegadas por el Ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan. El territorio que una vez estuvo bajo control de los rebeldes está pasando a manos turcas. No solo eso: en virtud del acuerdo de alto el fuego firmado con Rusia a principios del pasado mes de marzo, Turquía se compromete, al menos en el plano teórico, a apoyar en la medida de lo posible la lucha contra el terrorismo.

En vista de este desarrollo, ¿puede decirse que Ankara traicionó a sus socios? No está claro, puesto que, según lo que comenta Al-Farghali, el HTS -o, al menos, algunos de sus sectores- nunca se fio del todo de la otra parte. De hecho, “infiel” y “apóstata” son algunos de los calificativos que el terrorista dedica al Gobierno turco en la grabación.

Solo unos pocos días después de las declaraciones de Al-Farghali, otra filtración: esta vez, un vídeo. En el metraje, también autenticado, varios integrantes de HTS aparecían burlándose de los soldados del Ejército turco. Los protagonistas del fragmento llegaban a amenazarlos con la decapitación.

Comunicación de crisis

Demasiadas curvas en el camino. El vídeo de los milicianos díscolos fue más de lo que la cúpula de HTS pudo aguantar sin intervenir. El día 16 de abril, a través de Ibaa, uno de sus canales de comunicación, el grupo emitió una nota, esta vez oficial. Se elaboró en lengua turca, de modo que era evidente a quién iba dirigida.

El escrito reafirmaba que el Ejército turco es “un socio en la guerra de la revolución siria contra el régimen y sus aliados” y recalcaba que los soldados proporcionados por Ankara “han luchado en las trincheras […] dando su sangre en defensa de las tierras liberadas”. El grupo añadía que estaba investigando quiénes eran los combatientes que aparecían en el vídeo para aclarar cuáles habían sido sus motivaciones.

Soldados turcos en la ciudad siria de Ras al-Ain, al noreste de Siria
Divisiones en HTS

La duda que se plantea es bastante clara: ¿quién dice la verdad y quién miente? ¿Debe creerse a Al-Farghali y a los críticos que reniegan de su “socio” o bien la versión oficial, centrada en apaciguar los ánimos entre teóricos aliados? Puede que, en parte, las dos posturas sean válidas.

¿Por qué? Realmente, HTS, sobre todo desde que empezó a tener a Turquía como compañera de viaje, no es un bloque monolítico. Está integrado por un sector más pragmático, representado por su líder Abu Mohammad al-Golani, y otro más intransigente. 

La rama oficial parece haber asumido lo innegable: que Turquía ha pasado a dominar la situación, al menos en el campo de la oposición a Al-Asad. Por esa razón, al menos a corto plazo, se ha mostrado más dispuesta a seguir cooperando y, hasta cierto punto, a comulgar con las líneas estratégicas de acción que dicte Ankara. Hay analistas, como el periodista turco Fehim Tastekin, que apuntan a que el objetivo final de Erdogan puede ser integrar directamente bajo su mando a las corrientes más moderadas de HTS y otros grupos terroristas.

Ahora bien, ¿qué pasará con los disidentes? La base de HTS, especialmente los combatientes extranjeros, está altamente ideologizada. Para muchos, combatir a las órdenes de un Gobierno constituido a imagen de los sistemas de democracia representativa -y, a todas luces, ‘takfir’, empleando la terminología yihadista-, no es ni siquiera una opción. 

El ministro de Defensa turco Hulusi Akar en una reunión en el Sitio de Comando Táctico en Hatay
¿Desertores con destino a Al-Qaeda?

Precisamente, empieza a haber profundas divisiones internas en la organización. Algunos de los militantes más radicales no es que hayan cambiado de mando, pero sí de filiación. Otro de los grupos destacados establecidos en la zona de Idlib es la Organización de Guardianes de la Religión (GRO, por sus siglas en inglés). 

Esta entidad posee vínculos bastante sólidos con la red global Al-Qaeda y, a ojos de los combatientes más extremistas, podría ser una opción más que atractiva frente a un HTS que acabe, eventualmente, sometido a los designios de Turquía. Así lo sugiere un análisis publicado en el diario Al-Monitor por Khaled al-Khateb, antiguo profesor de Geografía en la Universidad de Alepo.

Incluso, ambas organizaciones podrían verse abocadas a combates entre ellas por consolidar su posición alrededor de Idlib, en caso de que Turquía continúe enviando refuerzos.

Combatientes sirios apoyados por Turquía se suben a un tanque con la bandera islámica utilizada por Hayat Tahrir al-Sham en Saraqeb, el 27 de febrero de 2020
Una posición complicada

Así pues, la situación en la que ha quedado HTS no es para nada sencilla. Por una parte, se encuentra combatiendo a las tropas del Ejército Árabe Sirio de Al-Asad que, además, cuentan con el apoyo desde el aire de la potente aviación rusa. Por otra, las intervenciones militares de Turquía, su teórico socio, le han arrebatado un poder que no parece que vaya a recobrar pronto. 

No hay ninguna indicación de que Ankara, en plena política exterior expansionista, vaya a relajar la presión en las próximas semanas, a pesar de que la pandemia del coronavirus haya hecho que las actividades de sus Fuerzas Armadas en suelo sirio disminuyan ligeramente.

Los herederos del Frente al-Nusra parecen estar entre la espada y la pared: si no se pliegan al plan que conciba Erdogan, pueden pasar a tenerlo como enemigo. Y si lo hacen, es muy probable que continúen sufriendo la pérdida de numerosos integrantes que partan hacia otras organizaciones todavía más extremistas.

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