Ucrania: un año de invasión y unas secuelas de por vida

Se cumple un año desde la invasión rusa de Ucrania. Los miles de muertos en territorio ucraniano y las torturas a la que ha sido sometida la población serán unas secuelas difíciles de olvidar. Así lo relata María Senovilla, enviada especial al país ucraniano, en el programa “De cara al mundo” de Onda Madrid tras un año de invasión.
María, ¿dónde estás hoy?
Continúo en Kramatorsk, a 30 kilómetros del frente de Bajmut en unas jornadas que están siendo extrañamente tranquilas a pesar de estar enfilando el primer aniversario de la guerra.
Has estado mucho tiempo en Ucrania, ¿qué balance puedes hacer después de todos los meses que has estado cubriendo este año de invasión?
Lo primero que yo veo, y que es sorprendente un año después, es que la moral y las ansias de seguir resistiendo y de no dejarse doblegar por el Ejército ruso siguen presentes en los ucranianos, incluso aquí en el Dombás donde el desgaste no se limita a este año de guerra. Las confrontaciones empezaron en 2014 y aun así la gente es muy reacia a evacuar, sigue queriendo quedarse en su hogar, se siguen sintiendo ucranianos y eso es algo que un año después, con cientos de miles de muertes que se han producido, sorprende al periodista internacional.
¿Tienen los ucranianos recursos? Las unidades militares, si no llega el armamento pesado, esos carros de combate, incluso esos aviones, ¿pueden tener capacidad para seguir resistiendo?
La parte militar sigue demandando carros de combate y aviones, esperando a que esa contraofensiva de primavera que, aunque en realidad haya empezado hace unas semanas, se vaya a recrudecer en los próximos días. Yo lo que he visto en Bajmut en estos días que he tenido ocasión de ir varias veces es que ya no solamente están necesitando armamento pesado, es que también están necesitando vehículos ligeros, esas pick-up en las que se desplazan las tropas. La artillería está haciendo su trabajo, está perdiendo muchísimos vehículos y está gastando muchísima munición. Entonces, además de esos carros de combate y esos aviones que se están pidiendo desde Kiev, las tropas en primera línea del frente de combate están pidiendo que se les suministre todo lo que se va desgastando.
Decíais antes que en la parte norte de Lugansk y el sur de Járkov era un punto crítico donde los combates se estaban recrudeciendo, pero es que en el Dombás se está esperando que de cara a las próximas semanas también se intensifiquen. La estrategia está ahora en Bajmut, donde no han podido tomar la ciudad con esos combates urbanos desde dentro. Ya solamente queda una vía de entrada para poder acceder a la ciudad y ahora mismo lo que se está intentando es evacuar a los civiles que quedan dentro. No se permite entrar a ningún menor de edad, a personas adultas sí que se les permite que lleven suministros y ayuda humanitaria a los familiares que tienen dentro, y en el caso de los periodistas, tenemos que pasar con personal militar y con un permiso especial porque la situación es muy crítica.
En este año de invasión, ¿qué es lo más duro que has visto? Supongo que las fosas comunes o las cámaras de tortura rusas.
Las cámaras de tortura, sin duda. Las fosas comunes obviamente también, pero tuve la oportunidad de investigar esas cámaras de tortura y la ocasión de hablar con algunas personas civiles que habían sido torturadas durante días e incluso durante semanas, y te puedo asegurar que los testimonios de algunos de ellos – los he recogido para la revista Atalayar – eran desgarradores. Entristece e impacta más que ver un bombardeo delante de ti.
Son dramas humanos que yo creo incluso que cuando la guerra termine los van a seguir acarreando porque sobre todo en las poblaciones que han estado ocupadas – y no quiero pensar cómo estarán en las que aún siguen bajo control del Kremlin – prácticamente todo el mundo tenía a algún familiar al que habían retenido las tropas rusas de manera ilegal y al que habían torturado o presionado para que diera información. Habían sembrado el miedo entre todo el mundo prácticamente. Aunque ahora estamos en plena guerra, la gente tiene que estar fuerte, lo sabe, y tiene que resistir, pero cuando todo esto pase son secuelas que se van a arrastrar durante muchos años.