Estados Unidos propone crear una alianza nuclear regional que integre a Irán

Las preocupaciones internacionales por el avance del programa nuclear iraní han empujado a los Estados Unidos a proponer crear un consorcio de energía nuclear con participación árabe y bajo la supervisión internacional de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA). A cambio de que Teherán reduzca al mínimo o frene sus actividades de enriquecimiento de uranio.
Esta iniciativa es relevante porque puede suponer una estrategia para reducir las tensiones en Oriente Medio.
Se trata de un giro estratégico tras las continuas negociaciones nucleares mediadas por Omán que han tenido lugar entre los mandatarios iraníes y estadounidenses y sirve como una medida para equilibrar las ambiciones estratégicas de la República Islámica de Irán. Pese a ello, el plan se enfrenta a los desafíos que supone la fuerte desconfianza mutua que cuestiona el éxito del acuerdo. Precisamente, se han celebrado cinco negociaciones sin avance efectivo, aunque el anuncio norteamericano es una reformulación de su enfoque frente a los acuerdos anteriores, incluyendo aspectos técnicos y económicos que quieren servir de atractivo y que se vinculan con la crisis económica interna que enfrenta el país del golfo Pérsico.
En lugar de seguir las directrices de su pasado acuerdo nuclear trazado el año 2015, Estados Unidos ha optado por adaptarse a las inestabilidades de seguridad presentes y conseguir congelar realmente la carrera nuclear. El acuerdo de 2015, Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), fue un avance significativo donde Irán aceptó reducir sus actividades nucleares a cambio de que se levantaran las sanciones, pero la retirada estadounidense en 2018 reactivó el enfrentamiento e incitó a Irán a retomar y perfeccionar sus competencias.
El anuncio del plan llega después de que se publicara el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica que resaltaba que Irán continúa acelerando su producción de uranio altamente enriquecido y que es una señal de riesgo sobre la posibilidad de producción de armas nucleares, lo que es una alarma directa para Estados Unidos e Israel. No obstante, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, anunció que se consideraban a las armas nucleares como inaceptables, para apaciguar la idea de una posible escalada y mantener la retórica del carácter pacífico de su programa nuclear ante las potencias Occidentales.

Los analistas creen que podría tratarse de una forma de presión internacional y regional para Irán y que un rechazo por su parte a esta iniciativa ampliaría las dudas sobre los supuestos fines pacíficos de su programa nuclear. La Casa Blanca ha subrayado el detalle de su propuesta para los intereses de todos y el New York Times afirma que, aunque no se trata de un plan exhaustivo, incluye una serie de apartados breves sobre este posible marco de energía nuclear regional conjunto.
La pregunta reside en cual será la respuesta de Irán y si está dispuesto a aceptar este nuevo acuerdo, teniendo en cuenta que cuenta con la ventaja negociadora. Mantiene su doble narrativa de defensa de su programa nuclear, pero de repudio a las armas nucleares. Además, persiste con la construcción y expansión de su influencia, nivel de enriquecimiento y capacidades, que casi lo sitúan en el umbral nuclear. Asimismo, cuenta con aliados en los países de Irak, Siria, el Líbano y Yemen que fortalecen su dominio en Oriente Medio.

Las raíces de la preocupación sobre el poder nuclear iraní se originan en los años 2000, y se profundizó internacionalmente con el descubrimiento de las instalaciones nucleares no declaradas de Natanz y Arak. Desde entonces las preocupaciones de las potencias nucleares y de la OIEA han ido en incremento, junto a las sospechas sobre el posible razonamiento militar detrás de este desarrollo.
Las acciones estadounidenses se alinean con las dinámicas regionales y con las renovadas conversaciones y cooperación con los países del Golfo y el intento de buscar un equilibrio de seguridad, en especial ante la situación del Golfo, Yemen y Siria. En múltiples ocasiones se ha intentado reanudar el acuerdo de 2015, aunque sin progreso pese a las presiones internacionales. Aunque la iniciativa se mantiene en la esfera teórica y todavía no se manifiesta como un proyecto político realista, es un esfuerzo de reorientación y resolución inédito, pragmático y táctico, que busca evitar caer en una confrontación abierta regional, así como actuar como una medida de disuasión clara con relación al relevante papel del Teherán en la ecuación.