Trump convierte el discurso sobre el Estado de la Unión en un espectáculo electoralista. Nancy Pelosi rompe los folios con la intervención que el presidente le había entregado

Un país rasgado

photo_camera AFP/ MANDEL NGAN - La imagen del día: Trump termina el discurso sobre el Estado de la Unión y Nancy Pelosi rompe los folios donde estaba escrito

El discurso del Estado de la Unión es una fecha importante en la política estadounidense. Una vez al año, el presidente ha de comparecer ante la Cámara de Representantes para dar cuenta de su gestión ante los congresistas. Aunque nunca es una intervención totalmente aséptica, el grado de partidismo de esta tradición parlamentaria ha alcanzado cotas de paroxismo durante la presidencia de Donald Trump.

A última hora de este martes, el presidente ha dirigido el tercer discurso de su mandato a la Cámara Baja. El acto ha tenido lugar a menos de un día de que el Senado emita su veredicto definitivo -absolutorio, según se prevé- sobre el impeachment. El ambiente ya venía caldeado, dada la gran tensión que se ha vivido en Washington a lo largo de las últimas semanas. Las representantes izquierdistas Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York, y Ayanna Pressley, de Massachusetts, habían comunicado previamente que se ausentarían del hemiciclo durante la intervención de Trump. Las congresistas demócratas que sí han acudido lo han hecho vestidas de blanco, para celebrar el centenario del sufragio femenino.

Plano general de la sesión conjunta en la Cámara de Representantes. Las congresistas demócratas han acudido vestidas de blanco

A lo largo de la sesión, la crispación ha marcado el tono general. “El empleo florece, los ingresos aumentan, la pobreza se desploma, el crimen cae, la confianza resurge y nuestro país prospera y es altamente respetado de nuevo”, ha comenzado el inquilino de la Casa Blanca; una introducción que ha desatado una ovación cerrada desde la bancada republicana y que entroncan con su lema ‘Make America Great Again’.

No ha sido la única vez que Trump se ha visto obligado a interrumpir su intervención, pues los aplausos se han sucedido de manera constante, sobre todo en los primeros minutos de su alocución. “El Estado de la Unión es más fuerte de lo que nunca lo ha sido”, ha resumido el presidente después de destacar el gran momento, a su juicio, que atraviesan el Ejército, las fronteras y el orgullo del país.

Al comienzo de una carrera electoral en la que Trump compite con viento de cola, el presidente ha eludido referirse a asuntos espinosos, como el hecho de ser el único mandatario procesado que se presenta a una reelección, y se ha centrado en defender algunos de sus éxitos más recientes. Ha ensalzado el acuerdo con China que, se supone, debe poner coto a la guerra comercial abierta entre las dos superpotencias, así como el asesinato del general iraní Qassem Soleimani, que ha servido, según el presidente, para evitar ataques terroristas inminentes contra Estados Unidos.

El presidente de los Estados Unidos Donald Trump pronuncia su discurso sobre el Estado de la Unión en el Capitolio
Del consenso a una división insalvable

El único momento en el que los representantes de ambos partidos se han mostrado de acuerdo en aplaudir las palabras del presidente ha tenido lugar cuando Trump ha hecho referencia a Juan Guaidó, que figuraba como invitado de honor entre el público, a quien ha calificado como el único presidente legítimo de Venezuela. “Maduro es un tirano que brutaliza a su pueblo, pero su tiranía será aplastada y destruida”, ha advertido Trump antes de introducir a Guaidó. Durante el acto, también se ha homenajeado a Rush Limbaugh, locutor de radio ultraconservador que, recientemente, ha anunciado que padece cáncer en fase avanzada.

La cordialidad, sin embargo, no ha sido duradera. Trump ha atacado a los legisladores demócratas por algunas de las medidas que han tomado, en el Congreso y en otros niveles de la Administración, y que no casan con las políticas dictadas desde la Casa Blanca. En concreto, ha cargado duramente contra las denominadas ciudades y estados santuario, que ofrecen un refugio relativamente seguro frente a la dura política migratoria de Trump.

El líder de la oposición venezolana Juan Guaidó saluda mientras la Cámara de Representantes le aplaude

Igualmente, ha arremetido contra los intentos de sus rivales políticos de impulsar una sanidad más igualitaria: “132 legisladores en esta sala han apoyado una normativa para imponer una usurpación socialista de nuestro sistema sanitario, barriendo del mapa los planes de seguros de salud privados de 180 millones de americanos muy felices. A aquellos que nos vean esta noche desde sus casas, quiero que sepan que nunca permitiremos que el socialismo destruya la sanidad americana”. Le han llovido sonoros abucheos desde los escaños demócratas, como no podía ser de otra manera. 

El punto álgido de los roces ha estado personificado en la figura de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y, a efectos prácticos, tercera autoridad del Estado. Estaba sentada detrás de Trump, junto al vicepresidente Mike Pence. A lo largo de la intervención, se ha apreciado claramente cómo negaba con la cabeza con cara de circunstancias en repetidas ocasiones. Los momentos de tensión más evidentes, sin embargo, se han producido al principio y al final. Cuando Trump le ha entregado una copia de su discurso, como es protocolario, Pelosi le ha ofrecido su mano, pero el presidente le ha negado el saludo. Al término de la intervención, la congresista ha roto de forma bastante ostensible los folios del discurso. Más tarde, ha acusado al presidente de mentir en su discurso.

La presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi rompe el discurso de Trump; una metáfora de la ruptura partidista en la sociedad estadounidense
Trump, disparado; los demócratas, atascados en Iowa

Poco parecen importarle, de todos modos, los gestos de los demócratas a Trump. Según las últimas encuestas del portal Gallup, el presidente tiene una aceptación del 49% entre los ciudadanos estadounidenses, el índice más alto en toda la legislatura. Además, es altamente probable que salga indemne del impeachment, lo que puede reforzarlo aún más de cara a sus seguidores.

En lo que se refiere a las primarias para las presidenciales, Trump prácticamente no tiene rival en el bando republicano. Él arrasa mientras los demócratas siguen intentando salir del charco de Iowa. Aún no se sabe quién es el candidato preferido de los simpatizantes del estado, puesto que los resultados definitivos no se conocen. El recuento manual, forzado después de un fallo informático, ha ralentizado significativamente el proceso de recuento.

Pete Buttigieg lleva la delantera en los caucus de Iowa, pero el recuento sigue su curso y los resultados podrían cambiar

Por el momento, se ha publicado el resultado del escrutinio al 71%. Y hay sorpresas. En el punto actual, es Pete Buttigieg quien marcha primero en la carrera, con un 27% de los denominados equivalentes de delegados estatales, que, posteriormente, determinarán los delegados con que cada candidato concurrirá a la convención. Cerca de él, con el 25% y liderando el voto popular, se sitúa Bernie Sanders, que aún tiene opciones de remontar en la recta final y quedar primero. Mientras que Buttigieg registra más apoyo en los condados rurales, el senador de Vermont lidera en ciudades importantes, como Des Moines -la capital-, Sioux City y Cedar Rapids.

Por detrás de ellos, se coloca Elizabeth Warren, con algo más de un 18% del voto. Más lejos se encuentran ya Joe Biden, en lo que sería un resultado francamente malo para el exvicepresidente, y Amy Klobuchar, con un 15 y un 12% respectivamente. La senadora de Minnesota se perfila, parece, como otra de las sorpresas de este largo caucus.

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