En una entrevista concedida en exclusiva a Al-Arabiya, la embajadora del líder opositor venezolano, Juan Guaidó, en Reino Unido, Vanessa Neumann, ha revelado la relación que une al grupo pro-iraní Hizbulá y al Gobierno de Nicolás Maduro. “Hizbulá controla vastas extensiones de territorio en Venezuela, lidera el tráfico de drogas y los esfuerzos ilegales de extracción de oro en el país, y tiene estrechos vínculos con el presidente venezolano”, ha asegurado la diplomática.
En cuanto a las dos primeras afirmaciones, Neumann ha explicado que la organización libanesa posee una amplia presencia tanto en la región occidental como en la región oriental del país latinoamericano. En el primer caso, la embajadora ha expuesto cómo Hizbulá “ha liderado una organización de narcotráfico durante décadas”; mientras que, en el segundo, ha informado de que el grupo pro-iraní “se beneficia de la extracción ilegal de oro, que posteriormente se transfiere a Turquía e Irán en aviones propiedad de Maduro”. Cabe resaltar, en este punto, que, por ejemplo, la Isla Margarita, ubicada frente a las costas de Venezuela, se ha configurado como “un semillero criminal muy conocido donde los miembros de Hizbulá han establecido un refugio seguro”, de acuerdo con el analista Colin P. Clarke de Foreign Policy.
En cuanto a la tercera afirmación, la diplomática ha revelado que “Nicolás Maduro tiene relaciones directas con Hizbulá”, lo que se ha probado por dos razones: por un lado, porque el canciller Jorge Arreaza visita regularmente al líder del grupo, Hassan Nasrallah; y, por otro lado, porque el actual ministro de Industrias y Producción Nacional de la Ejecutiva bolivariana, Tareck El Aissami -con doble nacionalidad libanesa-venezolana- “es el principal punto de contacto de Hizbulá en Venezuela”.
Cabe recordar, y como recoge Al-Arabiya, que El Aissami -quien ostentó asimismo los cargos de ministro del Interior (2008-2012) y vicepresidente ejecutivo del Estado (2017)- pasó a formar parte de la denominada “lista negra” sancionatoria de Estados Unidos en febrero de 2017 por tráfico de drogas. “Utilizó su posición de poder para involucrarse en el tráfico internacional de drogas, lo que valió la designación de Traficante de Narcóticos Especialmente Designado”, alegó por aquel entonces el Departamento de Justicia. Esta denominación le supuso la congelación de sus bienes y la prohibición de entrada al gigante norteamericano.
Lo que determinó esta decisión de las autoridades estadounidenses fue una investigación realizada por las cadenas CNN y CNN en Español titulada ‘Pasaportes en la sombra’ que fue remitida al Senado tan solo cuatro días antes de la inclusión de El Aissami en la “lista negra”. El trabajo de dichos medios concluyó que había “nexos entre el vicepresidente y los 172 pasaportes y cédulas expedidas a individuos provenientes de Oriente Medio, incluida gente vinculada a Hizbulá”.
En esta línea, un informe secreto publicado por The New York Times en mayo de este año sacó a la luz cómo el ministro y su familia habían ayudado “a infiltrar a militantes libaneses de Hizbulá en el país”, así como “a entrar en el negocio con un capo de la droga” y a “proteger 140 toneladas de sustancias químicas” que supuestamente se usaban para la producción de cocaína. Además, de acuerdo con los documentos filtrados por un exoficial venezolano de inteligencia, existen “testimonios de informantes que acusan a El Aissami y a su padre de reclutar a miembros de Hizbulá para expandir el espionaje y las redes de narcotráfico en la región”.
Así, dos meses más tarde, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU (ICE, por sus siglas en inglés) le incluyó también en la lista de los 10 más buscados por narcotráfico internacional. “En sus cargos anteriores, él supervisó o parcialmente fue dueño de cargamentos de drogas de más de 1.000 kilos que salieron de Venezuela en múltiples ocasiones, incluyendo a aquellos que tenían como destino final México y EEUU”, publicó el ICE en un comunicado.
En este sentido, la embajadora de Guaidó ha denunciado en su entrevista que “la presencia de Hizbulá en Venezuela ha sido parte de la muerte y el sufrimiento del pueblo”. “Hassan Nasrallah está interfiriendo en nuestra política y dando capacitación para asesinarnos, matarnos de hambre y oprimirnos”, ha advertido Neumann. “Hizbulá es parte del régimen represivo. Mientras ayudan a nuestros opresores y asesinos, personalmente se enriquecen”, ha agregado al respecto.
En este contexto, cabe destacar que el que fuera ex viceministro de Finanzas y presidente del Banco de Desarrollo Económico y Social (Bandes), Rafael Isea, reveló -en el libro ‘Búmeran Chávez’- que Hizbulá y la cúpula bolivariana, representada entonces por Maduro en su cargo de ministro de Exteriores, firmaron un acuerdo en 2007 que “amparaba actividades de narcotráfico, blanqueo de dinero, suministro de armas y entrega de pasaportes, así como el despliegue de células de esa organización radical chií en Venezuela”.
Así, sobresale por excelencia la red de contrabando de cocaína activa durante la década de los 2000 dirigida por un nacional libanés vinculado a Hizbulá, Chekry Mahmoud Harb, alias ‘Talibán’. La telaraña del narcotráfico utilizó a Panamá y Venezuela como centros críticos “en una operación que envió narcóticos desde Colombia a EEUU, África Occidental, Oriente Medio y Europa”, explican desde Foreign Policy. “Las ganancias de la red de tráfico de cocaína se lavaron en pesos colombianos o bolívares venezolanos, con Hizbulá obteniendo entre el 8% y el 14% de las ganancias”, concretan.
Los vínculos entre el grupo pro-iraní y el Gobierno del país latinoamericano ya fueron delatados recientemente por el general Manuel Ricado Cristopher Figuera, quien fuera jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN). La ex mano derecha de Maduro se volvió en su contra, tras ser acusado de “conspirador” por el Ejecutivo bolivariano, y acabó afincándose en EEUU, donde concedió una entrevista a The Washington Post. “Obtuve inteligencia de que Hizbulá tenía operaciones en Maracay, Esparta y Caracas, aparentemente ligado a negocios ilícitos para financiar operaciones en Oriente Medio”.
Otro alto mando de Inteligencia, el general Hugo Carvajal Barrios -conocido como ‘El Pollo’- confesó, en febrero de este año, que él mismo viajó a Irán en 2009 con Tareck El Aissami, con una parada en Siria “para que los milicianos [de Hizbulá] visitaran Venezuela para trabajar junto con combatientes de las FARC”.
En esta misma línea, también se ha posicionado el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, quien ha denunciado en reiteradas ocasiones que “Irán y Hizbulá tienen una sólida base de operaciones en Sudamérica en alianza con la narcodictadura de Nicolás Maduro”. “Irán y Hizbulá están en América Latina desde, prácticamente, el inicio de la revolución iraní, pero en 2005 se juntaron con la alianza bolivariana (ALBA); a medida que creció el ALBA, creció la presencia iraní y de Hizbulá”, explica el experto del Centro para una Sociedad Libre y Segura, Joseph Humire.
El analista expone que, además del lucro que puede obtener la República Islámica de esta relación, ha escogido a Venezuela como sede de las operaciones en la región por una razón geoestratégica: “Yo creo que Irán, como un gobierno hostil y antidemocrático entiende que la única forma de avanzar su revolución es deponiendo la influencia de EEUU”, añade al respecto.
Además, un trabajo de campo de PanAm Post también ha permitido identificar “al menos dos piezas claves que fomentan las labores clandestinas” de Hizbulá en la nación latinoamericana: Ghazi Nasr al Din y el ya mencionado El Aissami. El primero de ellos fue diplomático del Ejecutivo de Nicolás Maduro, ministro consejero de Venezuela en Siria y como explican desde la publicación, “tiene un clan familiar con poder económico dentro del país suramericano”.
Libanés nacionalizado venezolano, ha sido catalogado como “uno de los más importantes representantes de Hizbulá en América Latina” por dos motivos: por un lado, por su labor de “conseguir contribuciones” y, por otro lado, por “formar parte de una importante red venezolana que vende drogas para financiar al grupo iraní”. Esto le valió ingresar en la “lista negra” de EEUU en 2008 y ser nombrado como una “persona de interés” por la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés). “Tiene tanto poder que fue una de las principales encargadas de diseñar el sistema migratorio que Venezuela utilizó para aportar pasaportes a Hizbulá”, asegura el experto Joseph Humire, en referencia a la investigación citada de CNN y CNN en Español ‘Pasaportes en la sombra’.
Así, se puede establecer que “Hizbulá tiene una larga y sórdida historia en Venezuela”, como concluye el analista P. Clarke.