El continente africano sigue soportando diversos obstáculos que suponen importantes lastres

África y sus problemas por resolver

REUTERS/NJERI MWANGI - Señalización en el paso fronterizo entre Kenia y Tanzania en Namanga, Tanzania

África superó el proceso de colonización, pero sigue atravesando por problemas acuciantes

Partiendo de la colonización como uno de los principales desencadenantes de la situación actual de las sociedades africanas, nos remontamos a la Conferencia de Berlín a finales del siglo XIX (1884-1885) entre los países europeos. Este proceso de repartición se llevó a cabo únicamente prestando atención a los intereses de las potencias colonizadoras, sin tener en cuenta en ningún momento las comunidades autóctonas, creando fronteras arbitrarias que dividían y de hecho continúan dividiendo etnias. A día de hoy, tras la independencia africana,  entre el 40 y el 45% de la población es perteneciente a grupos que han sido divididos por límites fronterizos “europeamente” establecidos. Este impacto étnico es uno de los principales factores conflictivos actualmente, no siendo el único.

Continuando por el lado étnico, en el momento de la repartición 834 etnias se vieron afectadas, centrándonos especialmente en aquellas que quedaron divididas en más de un país. Uno de los grupos étnicos más conocidos, los Masái, fueron repartidos entre Kenia (62%) y Tanzania (38%); los Anyi, entre Ghana (58%) y Costa de Marfil (42%); y los Chewa, entre Mozambique (50%), Malawi (34%) y Zimbabue (16%)1. No siendo los únicos ni mucho menos los más afectados, considerando casos como el de los Malinke que se dividen en seis países (Angola, Zaire y Zambia) o los Nukwe, en cuatro (Angola, Namibia, Zambia y Botsuana).

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Los europeos distribuyeron de manera arbitraria desconociendo las características geográficas y culturales del territorio africano, ya no con miras a la creación de Estados, sino como meras colonias, zonas de explotación y de libre comercio. Con el transcurso de los años se ha podido comprobar como la gran mayoría de conflictos civiles se concentran en la patria histórica de las etnias divididas. Se estima que existe un 25% más de posibilidades de que se genere un conflicto bélico en estas áreas que en las de residencia de etnias que no han sido separadas. Destacan los casos de los Afar (divididos entre Etiopía, Eritrea y Djibuti) y Esa (fraccionados entre Etiopía y Somalia), habiendo experimentado cinco guerras civiles entre 1970 y 2005.

Por otro lado, la deuda histórica e impagable heredada de los Estados invasores. El continente africano era y es una mina de recursos naturales, además de mano de obra, no barata, sino gratuita. La explotación de estos recursos fue posible y rentable gracias a la esclavitud de su población, quienes pagaban a las colonias con su “trabajo”. La negación del pago de este “impuesto” suponía sanciones como abusos físicos, mutilaciones, violación o ejecución. En suma, no siendo suficiente, la construcción de infraestructuras críticas por parte de las potencias europeas era considerado como un “favor” que se les estaba ofreciendo a “esas regiones subdesarrolladas”, que se vieron obligadas a asumir los costes, debiendo pagar la cuantía a la potencia europea. Recordando que dichas infraestructuras estaban destinadas a la producción de beneficio económico para la potencia, no para la mejora de las condiciones de vida de la población autóctona, la cual vivía esclavizada y sumida en la pobreza y en una deuda impagable y creciente. Cuanto más trabajaban, más deuda generaban.

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Creyendo que la época de la colonización iba a ser el culmen de sus problemas, llegó la de la “independencia”, generando aun más deuda y mayores problemas. El término independencia se entrecomilla ya que esa independencia es relativa. El intervencionismo ha estado y está latente en cualquier rincón africano: en el momento del traspaso de competencias a los Gobiernos nativos, las potencias europeas se aprovecharon de las inexpertas administraciones autóctonas para acaparar todas las empresas y negocios constituidos bajo su autoridad. A la hora del reparto de bienes, en muchos casos se dejó bajo libre elección la permanencia de la sede en suelo indígena o el traspaso de la personalidad bajo el control colono; siendo éste más rentable la mayoría de las entidades optaron por la segunda opción y los recién creados Estados africanos quedaron carentes de sociedades propias, continuando la explotación de sus tierras en manos de las colonias, las únicas beneficiadas.

En suma, se vino una época dictatorial en la mayoría de los nuevos Gobiernos africanos, sustentados por los europeos quienes aportaban “ayudas para el desarrollo”, dinero que jamás fue utilizado para la mejora de la precaria situación vital de sus poblaciones. Esas ayudas deben ser devueltas, sin haber generado ningún tipo de beneficio, todo lo contrario, a día de hoy se suman al monto total millonario a devolver2.

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A los problemas históricos heredados de forma ilegítima y, podría decirse, ilegal, se suman los derivados de la edad contemporánea de nuestros últimos tiempos. A pesar de ser África el continente que menos CO2 emite a la atmosfera es el más castigado.

En los últimos años la temperatura ha aumentado en uno y dos grados, provocando efectos devastadores en los climas de la región: lluvias torrenciales, grandes sequías, además del aumento de la desertificación, convirtiéndolo en una zona aun más árida. Todos estos elementos influyen en la destrucción del terreno, que estimula la propagación de plagas, enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla o la malaria, y en la ruina de las cosechas, suponiendo la quiebra de la economía.

Estos factores provocan, facilitan y estimulan el surgimiento de hambrunas y epidemias, sumándose el imposible acceso a agua potable y tratamientos médicos, además del ensanchamiento de la brecha de distribución de riqueza y desigualdades sociales3.

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Esta cadena se va a ir endureciendo y complicando con el paso de los años, agravando la situación de África junto a una deuda que crece exponencialmente sin ningún freno. Los Gobiernos africanos piden ayuda a y colaboración al resto de países para desarrollar medidas que palien los efectos del cambio climático, en caso de ser escuchadas sus súplicas, lo único que provocaría sería la inflación de la deuda histórica y pocas soluciones efectivas.

Si el calentamiento sigue el cauce actual, los retrocesos diagnosticados para las economías africanas oscilarían entre el 3,3 y el 8,2%4, aumentando los conflictos sociales y criminalidad y disparando las migraciones. A modo de ejemplo tomamos este último año, con la COVID como protagonista: mientras que el resto de los continentes avanzan en el proceso de vacunación, África cuenta con menos de un 1% de su población vacunada y más de cinco millones de contagiados5.

Por si no fuera poco la corrupción posee un papel fundamental en el continente, liderando los rankings mundiales. Según datos publicados en 2014 sobre la transparencia internacional, los cinco países más corruptos eran Somalia, Sudán del Sur, Eritrea, Guinea Bissau y Angola, con Burundi, Zimbabue y la República Democrática del Congo muy cerca. En el año 2016 Nigeria anunciaba que desde el 2010 se habían robado de las arcas públicas 6.800 millones de dólares6. Recordando la importancia que la organización terrorista Boko Haram tiene en el país, no es de extrañar que cada vez más de sus habitantes se una o les apoye ante la creciente desconfianza hacia el Gobierno y sus instituciones, quienes cada vez se inflan más de dinero a la par que su población se empobrece a pasos agigantados. No obstante, es importante destacar que la corrupción no sólo se limita a los cargos públicos sino que es una realidad a pie de calle en cualquier escaño social. Sin que sirva de justificación, es imaginable pensar que los negocios ilícitos en la mayoría de los casos sean la única vía posible para sacar adelante la vida de sus familias.

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Habiendo mencionado la necesidad de ayudas económicas extranjeras para subsistir, es importante resaltar un dato: el monto de flujos ilegales de dinero se iguala a la cantidad de ayudas al desarrollo recibidas y a la inversión hecha en el continente, oscilando entre los 48.000 y 54.000 millones de dólares en 2013 y 2015 respectivamente7. Estos datos muestran un factor que dificulta la confianza de la comunidad internacional a la hora de invertir en su progreso.

Como mencionaba Mukhisa Kituyi, secretario general de UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo)8: "Los flujos financieros ilegales privan a África y a su gente de perspectivas, socavando la transparencia y la responsabilidad y erosionando la confianza en las instituciones africanas”9.

Los recursos naturales juegan un importante papel entrelazando este punto y el siguiente a tratar. Existe un problema, y está relacionado con el primer apartado de este artículo: la carencia de empresas que permitan el autoabastecimiento, haciéndoles dependientes absolutos de las importaciones.

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Más de la mitad de las exportaciones que se realizan desde el África subsahariana son las relacionadas con petróleo crudo, gas natural, oro y diamantes, sin embargo, las importaciones son en su mayoría de petróleo tratado, medicamentos y coches, quedando vendidos y sin ningún tipo de beneficio y bajo independencia económica. Proporcionan la materia prima pero necesitan la importación de los productos finales, ya que carecen de los medios para su tratamiento y aprovechamiento. Como se menciona en El Orden Mundial, mientras que el 65% de las exportaciones corresponden a productos primarios (petróleo, gas y alimentos) el 70% hace referencia a las importaciones de productos manufacturados como maquinaria y vehículos (suponiendo una mayor inversión sobre las ganancias)10.

Centrándonos en el agua, la importancia de la misma se evidencia potencialmente; algo tan básico que en nuestras sociedades se convierte en un elemento de control en esta región, dominación e incluso como arma mortal. El control de acuíferos especialmente en épocas de sequía se convierte en estrategia de control y chantaje. De otro modo, las aguas en innumerables ocasiones han sido y son envenenadas para privar a las poblaciones de la misma, por parte de milicias u organizaciones criminales o terroristas, quienes se apropian de los yacimientos para mantenerles sometidos y controlados.

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A nivel continental se esta trabajando en el impulso de la economía intranacional, algo que favorece a la región pero que nuevamente va a evidenciar el poder de cada Estado, aumentando la brecha entre ellos al salir ganando determinadas potencias, las mismas que hasta ahora poseen mayores riquezas tanto monetarias como naturales.

En base a esto aparece el último punto a tratar: conflictos civiles, terrorismo y crimen organizado. Actualmente el continente africano alberga 2111 conflictos armados (en comparación a los 6 reconocidos en 200512), dato que es alentado y que retroalimenta lo expuesto anteriormente, convirtiendo el problema de África en un uróboro sin fin.

La ausencia de instituciones gubernamentales fuertes ha promovido el aumento de Estados subgobernados, convirtiendo amplios espacios en áreas de control de organizaciones terroristas y de crimen organizado, quienes aprovechan la ausencia de control y las fronteras porosas para llevar a cabo sus actividades delictivas13. En muchos casos estas organizaciones se han convertido en la única fuente de protección civil y de servicios sociales para las poblaciones autóctonas.

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La localización geográfica para el asentamiento de estos grupos suele localizarse en zonas estratégicas de control fronterizo o control de recursos, ya antes mencionado, además de como se exponía al principio del artículo, en áreas de histórico conflicto étnico fruto de la división colonial.

Analizando el continente por regiones, comenzamos por el Magreb, siendo quien “mejores” condiciones presenta. Destaca Túnez como epicentro de la Primavera Árabe y especialmente Libia, con un conflicto que sigue sin zanjarse. El Sahel, área que registra los peores datos de violencia continuada a nivel mundial, prosigue con una rivalidad interétnica por los escasos recursos naturales, que ni la intervención extranjera ha conseguido apaciguar. Esta situación es aprovechada por organizaciones terroristas, que desestabilizan aun más la región. Mali se consagra como el país con mayor violencia del continente y como principal foco de la Yihad armada. África Occidental: la inestabilidad de la región vecina del Sahel se ha traspasado a los países de esta, surgiendo así grupos como Boko Haram en Nigeria o su escisión, ISWAP. Esta área se ha convertido en el punto de enlace con el narcotráfico latinoamericano14.

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Por otro lado el Cuerno de África, un conglomerado de enfrentamientos por los procesos de construcción nacional, el control de recursos o rivalidades culturales y étnicas. Sumándose al conflicto por las aguas del Nilo con sus países vecinos, la aparición de organizaciones yihadistas como Al-Shabaab, filial de Al-Qaeda, ha logrado ostentar un papel fundamental en la zona, a base del uso de la violencia. Por último, el África subsahariana, contando con la presencia del terrorismo yihadista, destacando a Ansar al-Sunna; además de importantes pandemias como la del ébola.

Todo ello sumado a la alta presencia de organizaciones criminales que trafican con personas, destacando las mujeres para su explotación como objetos sexuales en países occidentales, y el tráfico de armas y drogas.

Bibliografía:
  1. Michalopoulos, S., & Papaioannou, E. (2012). The long-run effects of the Scramble for Africa. VOX eu.
  2. Umoya. (2019). La carga de la deuda de la República Democrática del Congo. Umoya.
  3. Herranz, D. (2021). El cambio climático sitúa a África como la zona más vulnerable y con la evolución más rápida del calentamiento global. Público.
  4. Íbidem.
  5. DW. (2021). El coronavirus en África: 5 millones de contagios y solo 2% de vacunados. DW.
  6. Valdehíta, C. (13 de Febrero de 2016). La corrupción como 'modo de vida' en África. El Mundo.
  7. La Vanguardia. (28 de Septiembre de 2020). África pierde cada año 88.600 millones de dólares en fuga ilícita de capital. La Vanguardia.
  8. UNCTAD. (s.f.). UNCTAD. Obtenido de UNCTAD: https://unctad.org/es/node/18
  9. La Vanguardia. (28 de Septiembre de 2020). África pierde cada año 88.600 millones de dólares en fuga ilícita de capital. La Vanguardia.
  10. Soler, D. (2021). África lucha por reducir su dependencia económica. EOM.
  11. 6 ECA’s Vera Songwe issues clarion call for urgent action to silence the guns in Africa. Comisión Económica de la ONU para África, 06/02/20. Disponible en https://www.uneca.org/stories/eca%E2%80%99s-vera-songwe-issues-clarion-call-urgent-action-silenceguns-africa. Fecha de consulta: 11/03/20.
  12. Alcalde, J. D. (2020). «Silenciar las armas» en África: un desafío tan urgente como complejo. Ieee , 20.
  13. Barras Tejudo, R., & García Cantalapiedra, D. (2021). Terrorismo en África: ¿expansión del yihadismo en todo el continente? Esglobal.
  14. Barras Tejudo, R., & García Cantalapiedra, D. (2021). Terrorismo en África: ¿expansión del yihadismo en todo el continente? Esglobal.

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