El gigante asiático ha retomado las relaciones diplomáticas con esta pequeña nación de gran influencia en el Pacífico, tablero de juego donde el régimen comunista y Estados Unidos se disputan la hegemonía de cara a tener un mayor poder geoestratégico

La intriga de China y la apertura de su Embajada en Kiribati en plena pandemia

photo_camera REUTERS/JASON LEE - El presidente de China, Xi Jinping, y el presidente de Kiribati, Taneti Maamau, asisten a una ceremonia de bienvenida en el Gran Salón del Pueblo en Pekín, China, el 6 de enero de 2020

Pekín ha retomado las relaciones diplomáticas con esta pequeña nación de gran influencia en el Pacífico

China abrió en mayo, en los peores momentos de la crisis sanitaria de la COVID-19, su Embajada en Kiribati, en concreto, en el sur de Tarawa, la isla principal de esta nación compuesta por 33 atolones e islas de arrecifes en el Pacífico central y que cuenta con una población de 116.000 personas. Únicamente otros tres países (Australia, Nueva Zelanda y Cuba) han establecido una delegación diplomática allí. La iniciativa china no es casual, forma parte de la intención de Pekín de aumentar su influencia en el Pacífico y esto puede tener efectos sobre la geopolítica mundial y sobre el mundo cuando termine la pandemia del coronavirus. 

El establecimiento de la Embajada de China en Kiribati llegó después de una serie de acercamientos del pequeño país hacia el gigante asiático, tales como el restablecimiento de las relaciones diplomáticas o la reelección en los últimos comicios celebrados de Taneti Maamau, presidente muy próximo a la órbita china. Justo en una batalla electoral que le enfrentó a Banuera Berina, un opositor que ha mostrado sus simpatías con Taiwán (también conocida como República de China), tradicional rival de la gran República Popular, que reclama a esa nación como suya y que hace ya muchos años le ganó terreno en el plano internacional a su pequeño vecino, reconocido internacionalmente por muy pocos países frente a una China comunista ampliamente apoyada en el concierto internacional y con gran peso en todo tipo de organismos.

El presidente de Kiribati, Taneti Maamau, durante una ceremonia de firma en el Gran Salón del Pueblo en Pekín, China, el 6 de enero de 2020

Con el ascenso de Maamau al poder, Taiwán pierde a Kiribati como uno de los países que en todo el mundo la reconocen como nación soberana. Un listado que se reduce actualmente a 15 Estados (Belice, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Paraguay, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Suazilandia, El Vaticano, las Islas Marshall, Nauru, Palaos y Tuvalu).

Cuando Maamau anunció en septiembre pasado su decisión de decantar el apoyo de su país hacia Pekín, incluso los miembros de su propio partido se sorprendieron. De hecho, el embajador de Kiribati ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) y Estados Unidos, Teburoro Tito (a su vez expresidente de Kiribati), estaba en la oficina del secretario general de Naciones Unidas argumentando el caso de Taiwán de cara a la asistencia a las reuniones organizadas por el organismo internacional cuando se enteró de la decisión. Además, Maamau fue elegido en 2016 con el compromiso de mantener los lazos con Taiwán, que su predecesor, Anote Tong, había iniciado en 2003. Lo que da muestra del gran viraje de su política en la actualidad hacia una República Popular de China que se ha ganado otro socio en el marco del Pacífico. 

El cambio repentino favorable a Pekín en 2019 no fue bien recibido inicialmente en Kiribati. Se realizaron manifestaciones en favor de Taiwán, con lemas como "Amamos a Taiwán, odiamos a China, queremos la paz"; y la oposición terminó por acusar al Gobierno de no consultar a la gente en este espinoso asunto. 

El presidente de Kiribati, Taneti Maamau, se dirige a la 74ª sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas en la sede de la ONU en la ciudad de Nueva York, EEUU, el 25 de septiembre de 2019

La medida también provocó que suficientes miembros del Parlamento integrados en el partido de Maamau, incluido el propio Banuera Berina, se lanzaran a la oposición y privaran al actual presidente de su cómoda mayoría parlamentaria cuando se eligió nueva Cámara en abril.

Según fuentes de Kiribati, hubo varias razones para el cambio de orientación presidencial de Taiwán hacia el régimen comunista chino. Entre ellas, que la Administración Maamau se ha embarcado en un ambicioso programa para desarrollar el país y sacar a su gente de la pobreza, aprovechando el turismo, principalmente en la isla de Navidad, y la pesca de atún, como explicaron diversos analistas al medio Foreign Policy. 

Para este cometido, el Ejecutivo decidió que necesitaba dos aviones Embraer de largo alcance y 92 asientos para enlazar Tarawa, la isla capital, con la de Navidad, a unos 3.200 kilómetros al este, y con el mundo más allá. Según los informes, pagó 60 millones de dólares por un avión y le pidió a Taiwán una subvención para comprar el segundo, algo muy para tener en cuenta dado que la ayuda anual de la pequeña nación asiática a Kiribati era de alrededor de 10 millones de dólares. Taiwán rechazó esta iniciativa, de acuerdo con la oposición de la presidenta Tsai Ing-wen. El ministro de Relaciones Exteriores taiwanés, Joseph Wu, en su anuncio de la ruptura diplomática, quiso argumentar lo ocurrido, explicando que Maamau había solicitado asistencia financiera masiva de Taiwán para comprar aviones comerciales y que, en cambio, Taiwán había ofrecido proporcionar un préstamo comercial preferencial; propuesta que no fue aceptada por Kiribati.

La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, pronuncia su discurso inaugural en la Casa de Huéspedes de Taipei, Taiwán, el 20 de mayo de 2020

Sin embargo, Berina, el exlíder del partido de Maamau, desertor y opositor a este en los últimos comicios, explicó en una entrevista que Taiwán había dado una versión muy diferente en la interlocución con los responsables negociadores de Kiribati. Supuestamente, le ofrecieron al pequeño Estado una subvención encubierta disfrazada de préstamo, después de cuyo vencimiento de pago Taiwán aumentaría la ayuda bilateral en proporción, por lo que la nación asiática cubriría el reembolso del préstamo.

Estas desavenencias han sido aprovechadas inteligentemente por China, que ha dado un paso clave en la expansión hacia América a través del Pacífico. Diversos medios locales argumentaron que el actual máximo dirigente Taneti Maamau venció fácilmente al opositor Banuera Berina, antiguo aliado de Maamau que se convirtió en su rival por el tema de las relaciones existentes con Pekín, después de que China participase en gran medida en la campaña electoral, incluso con el anuncio de promesas de ayuda a este Estado del Pacífico. Hay que destacar que ya en el pasado existieron también acercamientos, como el protagonizado en 2006 por el ex primer ministro chino, Wen Jiabao, quien visitó Kiribati y prometió donar 3.000 millones de yuanes (425 millones de dólares) en préstamos destinados al desarrollo agrario y de otras industrias relevantes.

El presidente de China, Xi Jinping

La apuesta fuerte de China por las islas del Pacífico se ha producido recientemente; en una época turbulenta por la pandemia de la COVID-19, que ha provocado escasos centenares de casos de afectados y casi una decena de muertes en todas las ínsulas (lejos de las grandes cifras manejadas en otras latitudes). Pekín ha sido la referencia para estos países, gracias a la actividad de expertos dando conferencias y a donativos por valor de más de dos millones de dólares en efectivo, incluidos suministros médicos para combatir el patógeno. A cambio, las islas del Pacífico apoyaron de manera entusiasta la respuesta frente al coronavirus por parte del Estado chino, del cual loaron “su enfoque abierto, transparente y responsable al adoptar medidas de respuesta oportunas y sólidas, y al compartir su experiencia de contención”, justo en un momento en el que el régimen comunista había sido criticado por rivales como Estados Unidos por su gestión inicial de la problemática del coronavirus. 

Kiribati es otro ejemplo de la creciente influencia china en el Pacífico, donde se hallan islas ricas en recursos que controlan vías fluviales clave entre Asia y América. Un área donde existe un lógico gran interés que enfrenta, sobre todo, actualmente a chinos y norteamericanos, enfrascados también en otras batallas, como la famosa guerra comercial que han venido desarrollando en los últimos meses. 

Estas características islas han estado durante mucho tiempo próximas a la esfera de EEUU, que tiene una gran presencia militar en la zona, y de socios naturales como Australia, el mayor donante y aliado prioritario en cuanto a seguridad se refiere en la región. Pero en los últimos años, muchas pequeñas naciones del Pacífico han reforzado nexos importantes con China debido a su gran peso diplomático en la esfera internacional y al poder económico de Pekín. Situación no menor que ha generado un cambio de dinámica geopolítica destacable.

Para las islas del Pacífico, que tienen un Producto Interior Bruto (PIB) combinado de aproximadamente 33.770 millones de dólares (menos del 1% del PIB total de China), Pekín se ha convertido en un apoyo esencial durante la pandemia. Expertos de salud chinos han dado recomendaciones sobre cómo luchar contra el coronavirus a través de videoconferencias con sus homólogos en los diez países de las islas del Pacífico que comparten relaciones diplomáticas con el régimen comunista. Además, en el mes de marzo, el gigante asiático anunció la donación de 1,9 millones de dólares en efectivo y suministros médicos para los países del área con el objetivo de ayudarlos a combatir el patógeno, según confirmaron delegaciones diplomáticas chinas de la región del Pacífico. 

Junto a Kiribati, China también tiene una relación fluida con otros países de la zona como Samoa. Durante esta etapa, equipos médicos chinos han venido trabajando en territorio samoano de cara a ayudar a las autoridades sanitarias locales a implementar medidas para contener la propagación del coronavirus. También, en una nación como Fiyi se proporcionó soporte e incluso vehículos militares especializados.

Hasta ahora, las islas han mantenido a raya al coronavirus, en gran parte debido a su lejanía y a las medidas tempranas de confinamiento dictadas por las autoridades. Pero estos países podrían afrontar una situación muy complicada si el virus entrase de lleno, debido a las carencias de capacidades en los sistemas de salud. “El compromiso actual de China en el Pacífico ha sido impulsado por el oportunismo, está tratando de obtener tanta influencia como pueda”, sostuvo Jonathan Pryke, director del programa de las islas del Pacífico en el Instituto Lowy, en declaraciones recogidas por el medio CNN.

En mayo, cuando China se enfrentaba a una crítica global por su manejo del brote de coronavirus en origen, recurrió al Pacífico para obtener apoyo en el plano internacional. Días antes de la reunión de la Asamblea Mundial de la Salud, los ministros de una decena de países de las islas del Pacífico se unieron en videoconferencia sobre la COVID-19 convocada por China. La reunión terminó con una entusiasta afirmación de la respuesta asiática frente al coronavirus. 

Un movimiento político y humanitario en época de crisis que le ha valido al gigante asiático una mejora exponencial de su posicionamiento en el Pacífico. Lo que contrasta con las duras críticas del Gobierno estadounidense de Donald Trump, que culpó repetidamente a China por el origen y propagación de la pandemia; y con la postura australiana, que se alineaba incluso con la petición de una investigación independiente sobre las dudas existentes ante el surgimiento de la enfermedad, que las versiones oficiales sitúan en un mercado de productos animales frescos de Wuhan, en la provincia de Hubei, y que otras teorías relacionan con la actividad de un laboratorio de esa misma ciudad china. 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump
Australia y Estados Unidos rivales de China en el Pacífico

Pekín tiene cada vez más influencia en el Pacífico, una zona clave por la presencia de numerosas islas ricas que controlan zonas fluviales fundamentales entre Asia y América. Sin embargo, el país que más ha apostado por esta zona es sin duda Australia, que ha dado apoyo financiero a 10 países de la región por un valor de 69 millones de dólares.

El papel de este país es fundamental, ya que en este momento se está hablando de potenciar los viajes entre Australia y Nueva Zelanda cuando se estabilicen los casos de contagio por la COVID-19; y algunos países como Fiyi, Samoa y las Islas Salomón, todos en el Pacífico, han mostrado su voluntad de entrar en esa dinámica. China aún no ha hablado de esto, pero parece una posibilidad, y más después de su fuerte posicionamiento en la zona. 

Además, hay que reseñar que, gracias a la reciente jugada efectuada, China podría situarse muy próxima a Hawai, sobre todo teniendo en cuenta que Kiribati, muy cercano al estado integrado en Estados Unidos, cuenta ahora con el citado elegido presidente vinculado a la esfera del gigante comunista. 

La reelección de Maamau le da a China la tentadora posibilidad de establecerse en la isla de Navidad de Kiribati, el atolón más grande del mundo con una superficie de 150 kilómetros cuadrados. Está ubicado solamente a unos 2.100 kilómetros al sur de Honolulu, sede del Comando del Pacífico del Ejército de Estados Unidos. La posible construcción de instalaciones portuarias en la isla de Navidad, aparentemente para el turismo, pero con capacidad de ser utilizada por buques de guerra chinos, es una preocupación para las Fuerzas Armadas norteamericanas. 

En los últimos años la creciente influencia de Pekín en varias naciones del Pacífico, como Kiribati o Islas Salomón, ha causado controversia y, según los expertos, amenaza la estabilidad en la región, tradicionalmente controlada por Estados Unidos y Australia. El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, ya mostró su preocupación por la influencia "autoritaria" de China en el Pacífico durante una visita a la región en agosto del año pasado. 

Mapa de las islas del Pacífico

Kiribati ha recibido aproximadamente 4,2 millones de dólares del Gobierno chino para varios proyectos en los últimos meses y alberga una estación espacial china que, según algunos observadores, podría ser utilizada con fines estratégicos y operativos. Junto con el hecho no menor ya mencionado de la isla de Navidad y su cercanía a Honolulu. 

El asentamiento político de Maamau confirma la última tendencia, que ve a las naciones del Pacífico, tradicionalmente alineadas con los EEUU y Australia, intensificando los lazos comerciales, y algo más que comerciales, con Pekín. Precisamente, Kiribati es un país históricamente agradecido a Washington, dada la liberación del control de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Suceso que llevó al Ejecutivo de Tawara, inmediatamente después de lograr la independencia de Reino Unido en 1979, a firmar un pacto que estipula que no puede haber instalaciones militares extranjeras en el territorio de Kiribati sin el consentimiento estadounidense.

Los movimientos chinos de las últimas semanas han provocado incluso maniobras militares. Así, recientemente se llegó a producir el despliegue de tres portaaviones de la Marina de EEUU en el océano Pacífico por primera vez en años; lo que provocó una rápida reacción de China, que a través de medios oficialistas ha dejado claro que no dará marcha atrás en la defensa de sus intereses en la región.

Navíos de la talla del USS Ronald Reagan y el USS Theodore Roosevelt han estado patrullando en el Pacífico occidental, mientras que el USS Nimitz está en el este, según confirmó hace unas semanas la Armada norteamericana. Cada buque contiene más de 60 aviones, lo que representa el mayor despliegue estadounidense en el Pacífico desde 2017, cuando las tensiones con Corea del Norte sobre el programa de armas nucleares de Pyongyang estaban en su apogeo.

Esta foto de la Marina de EEUU, obtenida el 7 de octubre de 2019, muestra al portaaviones USS Ronald Reagan y al buque de asalto anfibio USS Boxer, y a los buques del Grupo de Ataque del Portaaviones Ronald Reagan y del Grupo Anfibio Listo de Boxer en formación mientras realizan operaciones de seguridad y estabilidad en la zona de operaciones de la 7ª Flota de EEUU, el 6 de octubre de 2019, en el Mar de China Meridional

“Los portaaviones y los grupos de ataque a gran escala son símbolos fenomenales del poder naval estadounidense. Realmente estoy muy entusiasmado de que tengamos tres de ellos en este momento”, explicó a Associated Press el contralmirante Stephen Koehler, director de operaciones del Comando Indo-Pacífico en Hawai.

Ante esto, un portavoz cualificado del Partido Comunista de China señaló al medio Global Times que los portaaviones podrían amenazar a los soldados en el disputado Mar del Sur de China. “Al concentrar estos portaaviones, Estados Unidos está intentando demostrar a toda la región e incluso al mundo que sigue siendo la fuerza naval más poderosa, ya que podrían ingresar al Mar de China Meridional y amenazar a los soldados chinos en las islas Xisha y Nansha (Paracel y las islas Spratly), mediante lo cual Estados Unidos pueda llevar a cabo su política hegemónica”, publicó el Global Times citando al experto naval Li Jie.

Ante esto China también exhibe músculo militar en medio de la pandemia de coronavirus. El sitio web oficial en inglés del Ejército Popular de Liberación de la República Popular de China ya detalló el volumen de armamento disponible y agregó que Pekín podría realizar simulacros en respuesta para mostrar su poder de fuego. “China posee armas de destrucción de portaaviones como los misiles balísticos antibuque DF-21D y DF-26”, señaló el medio oficial militar.

Todo ello justo en una etapa en la que el Gobierno chino ha incrementado notablemente su influencia en la región del sudeste asiático en general a través de la creación de la mayor zona de libre comercio del mundo, una entidad económica que se extiende por todos los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés). A pesar de que el apartado económico y el militar son esferas distintas, no debe subestimarse las maniobras geopolíticas que desarrolla el régimen chino presidido por Xi Jinping.
 

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