Se une a las numerosas asociaciones que han advertido del peligro que supondría para los refugiados volver a territorio sirio

Amnistía Internacional insta al Líbano a reconsiderar la devolución de refugiados sirios

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Michel Aoun, presidente del Líbano, anunció el pasado miércoles que su país comenzará a devolver refugiados a Siria. Este proceso, que tiene previsto comenzar a finales de esta semana, no ha sido bien recibido por las asociaciones que velan por los derechos de los refugiados y alertan del peligro que supone volver a Siria en estos momentos. Desde el primer momento, algunas como Human Rights Watch (HRW) han advertido que “Siria es cualquier cosa menos segura para los retornados”, y han pedido al Gobierno libanés que dé marcha atrás. Una petición a la que ahora se une Amnistía Internacional (AI) para intentar frenar esta iniciativa.

15.000 refugiados se espera que sean devueltos gracias a este proyecto que será orquestado por la agencia de Seguridad General del Líbano con la colaboración del Ministerio de Asuntos Sociales. Ha sido precisamente el ministro de esta cartera, Héctor Hajjar, el que ha mostrado una posición firme cuando le preguntaban acerca de las peticiones internacionales para frenar la devolución de los refugiados: “Somos un país soberano que toma sus propias decisiones y solo informa a la comunidad internacional de sus decisiones”.

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Así lo demuestran desoyendo las recomendaciones de los diferentes órganos internacionales. Poco ha importado en Beirut el rechazo del anterior plan de repatriación por parte de Naciones Unidas debido a motivos de seguridad y derechos humanos. Tampoco las advertencias del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han servido para que el Líbano dé marcha atrás, al menos de momento. Ni siquiera el hecho de que este regreso por parte de los refugiados sea voluntario ha hecho que las asociaciones suavicen las advertencias ya que una de las motivaciones para instar a los refugiados a volver a su país es una amnistía de la que no se tienen las garantías suficientes.

La realidad es que desde el momento en el que comenzaron a llegar refugiados sirios a territorio libanés hace 11 años con el estallido de la guerra en Siria, su acogida, como viene a ser habitual en estos casos, ha sido por la compensación económica que podían recibir en Beirut, más que por la voluntad real de ayudar. Entre 2013 y 2018 la cifra asciende hasta casi los seis mil millones de dólares en ayudas específicas para la acogida de refugiados sirios. Eso sí, hay que tener en cuenta que el Líbano es el país con más refugiados per cápita del mundo – de los seis millones de habitantes del país, millón y medio son refugiados –.

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Ese dato coge aún más fuerza cuando, según ACNUR, de ese millón y medio, hay más de seiscientos mil que no están registrados. Dentro de ese grupo tan grande aparece una de las preocupaciones como es que esa voluntariedad con la que deberían contar los refugiados para volver a su país no sea tal. Abou Odai Amer, activista y refugiado sirio, asegura en unas declaraciones a Arab News que “entre 60.000 refugiados sirios en Arsal, 400 personas quieren regresar”. Existe cierto temor a que, con el fin de cubrir ese objetivo de devolver a 15.000 refugiados, se fuerce a algunos que no lo desean a volver a Siria.

En esa situación es en la que entra, una vez más, Amnistía Internacional. Diana Semaan, directora adjunta en funciones de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África, ha pedido a Beirut que respete sus obligaciones en virtud del derecho internacional, que prohíbe la repatriación forzada. Esta se podría dar, explica, cuando los Estados utilizan ciertos medios de forma indirecta para obligar a las personas a regresar a un país en el que sufrir violaciones de los derechos humanos es un riesgo muy serio. Sobre todo, cuando AI ya informó en el pasado de las torturas, abusos sexuales, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias que sufrieron los refugiados sirios al regresar a su país.
 

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