El copiloto estrelló el avión en Los Alpes

Daniel Abascal/Agencias

Pie de foto: Imagen del copiloto del avión, Andreas Guenter Lubitz, de 28 años.

El fiscal de la investigación del avión de Germanwings accidentado en los Alpes ha asegurado este jueves en rueda de prensa que fue el copiloto el que, solo en la cabina, "inició de forma voluntaria el descenso del avión accidentado".

Las autoridades han podido recuperar los últimos 30 minutos de las conversaciones en la caja negra. Durante 20 minutos, según Robin, se produce una conversación "normal y cortés" y en ese momento, el comandante, de nombre Patrick Sonderheimer, se ausenta de la cabina, para lo que el fiscal estima que es "hacer sus necesidades naturales."

"El comandante pide al copiloto entonces que asuma el mando y le instruye sobre el briefing con los procedimientos de aterrizaje y después se escucha el ruido de su asiento echándose hacia atrás", comenta el fiscal.  Es entonces cuando, según el fiscal, el copiloto, de nombre Andreas Guenter Lubitz y de 28 años, activa un botón de descenso voluntario del avión "de forma voluntaria". "No se puede considerar que sea un accidente. Tuvo voluntad de destruir el avión", asegura el fiscal que además confirma que el copiloto se mantuvo con vida y consciente hasta que se estrelló el avión.

 "Se negó a abrir la puerta de la cabina al comandante", añade. "La interpretación más plausible es que mediante una acción voluntaria se negó a abrirla. Escuchamos llamadas del comandante pidiendo entrar a la cabina mediante el interfono", según el fiscal francés Brice Robin, que ha insistido en que es "imposible" que una pérdida de conciencia provocara el suceso. "Más tarde se oye el contacto del control de Marsella, pero sin respuesta. Los controladores hacen la petición del traspondedor, pero sin respuesta".

La torre de control, según el fiscal, pidió a otros aviones que intentaran el contacto con el avión, pero también sin respuesta. En ese momento se escucha en el avión golpes violentos para intentar echar abajo la puerta. "Después escuchamos lo que parece un primer impacto en un talud, justo antes del impacto definitivo".

Descartan de momento la hipótesis del atentado

 "No hay ningún elemento que nos haga pensar que se trata de un atentado terrorista", ha explicado, sin embargo, Robin, que dice que la información se centra principalmente en la figura y el entorno personal del copiloto.

Al fiscal, sin embargo, no le gusta hablar de una hipótesis de suicidio. "No es un suicidio cuando se pilota un avión con 150 personas a bordo". "Los pasajeros no están pegados a la cabina de pilotaje, pero escuchamos gritos al final, pero solo al final. La muerte fue inmediata. Este aparato chocando a 700 km/h no deja otra posibilidad. Explotó", dice el fiscal.

Según informó horas antes a The New York Times una fuente militar que participa en la investigación de la tragedia dijo que, según las grabaciones de audio conocidas, uno de los pilotos del avión de Germanwings que había salido de la cabina llamó a la puerta para reingresar, pero "nunca hubo una respuesta".

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la Organización de Aviación Civil Internacional estableció que las cabinas de los aviones de más de 60 viajeros deben ser blindadas, con el objetivo de que nadie ajeno a la tripulación pueda entrar en ellas. La puerta debe estar cerrada durante todo el vuelo y solo los pilotos, desde dentro, pueden abrirla. También tienen la facultad de bloquearla. Antes de hacerlo pueden ver quién está detrás a través de un monitor.

Certificados para pilotar

El copiloto del avión de Germanwings siniestrado este 24 de marzo en Francia, de nombre Andreas Lubitz, tenía 28 años y era de nacionalidad alemana. Tenía acumuladas 630 horas de vuelo y, según el fiscal del Marsella Brice Robin, se quedó a los mandos de aparato cuando el comandante abandonó un momento la cabina. Después, le bloqueó el acceso de forma voluntaria y, según la misma autoridad francesa, habría descendido voluntariamente con la intención de estrellar la nave en los Alpes, sistema montañoso que estaba sobrevolando.

Este copiloto había comenzado a trabajar en Germanwings en septiembre de 2013; se formó con Lufthansa en Bremen y también en Phoenix (Arizona). Según la compañía Lufhtansa, el joven había realizado un parón "de unos meses" en su formación que había comenzado en 2008, aunque no ha detallado las razones y ha añadido que después se examinó sin problemas. Era originario de Montabaur, localidad situada en el estado alemán de Renania-Palatinado y vivía en Dusseldorf. Se graduó en 2007 en el instituto Mons-Tabor-Gymnasium.

 La alcaldesa de Montabaur, Gabriele Wieland, ha explicado a la agencia de noticias alemana DPA que el joven había vivido con sus padres y tenía también un alojamiento en Düsseldorf, ciudad a la que se dirigía el avión de Germanwings.

El fiscal ha insistido en que "tenía la capacidad de pilotar solo el avión, tenía todos los certificados y podía pilotar". Hace dos años obtuvo un reconocimiento de la Administración Federal de Aviación (FAA). "Andreas murió como primer oficial de servicio en la catástrofe aérea", publicó en su página el Club de Deportes Aéreo (LSC Westerwald) de Montabaur, del que fue miembro, al conocer la noticia del accidente el pasado martes. "Cumplió su sueño de volar, sueño que ahora ha pagado caro con su vida", manifestaban sus compañeros del club en recuerdo de un joven que, señalaban, "comenzó como piloto de planeadores y llegó a ser piloto de un Airbus A320".

"Era un tipo completamente normal", cuenta Klaus Radke, director del club local del vuelo en el que Lubitz su primera licencia de vuelo hace años. Lubitz regresó el pasado otoño para un curso de actualización con Radke. "Le conocí, o debería decir volví a conocerle, como un joven muy agradable, divertido y educado", ha añadido Radke. Lubitz, aparentemente, llevaba una vida activa, corría la media maratón en un buen tiempo y mostraba interés por la música pop y los night-clubs, según su página en Facebook, que también muestra una foto de Lubitz junto al puente Golden Gate en San Francisco. "Estoy simplemente sin palabras. No tengo ninguna explicación para esto. Conociendo a Andreas, esto es algo inconcebible para mí", afirma Peter Ruecker, miembro del club de vuelo y que conocía a Lubitz bien. "Andreas era un joven muy agradable que recibió su formación aquí y que era miembro del club", explica Ruecker. "Nos los pasamos muy bien, aunque a veces quizá era un tanto silencioso. Era un chico como otro cualquiera aquí", afirma. "Tenía muchos amigos, no era un solitario", asegura Ruecker. "Estaba integrado en el grupo. Nuestro club está compuesto principalmente de jóvenes que aprenden cómo pilotar planeadores y quizá, como fue su caso, dan el salto a la aviación comercial", añade.

Cerca de la pequeña casa blanca en la localidad en la que vivía Lubitz y donde la Policía rápidamente ha montado guardia para hacer registros, Hans-Juergen Krause, un vecino, asegura estar "realmente conmocionado" por la noticia. Armin Pleiss, director del instituto Mons-Tabor-Gymnasium en el que Lubitz se graduó en 2007, también coincide. "Estoy tan conmocionado y sorprendido como vosotros", afirma. Lubitz asistió al centro, de 1.300 estudiantes, antes de que Pleiss fuera director.

Sin vínculos con el terrorismo

La fiscalía alemana ha confirmado que no tiene conocimiento de ningún antecedente de terrorismo relacionado con Lubitz, que no figuraba en ninguna lista de sospechosos, han explicado las autoridades francesas; por el momento, la investigación abierta en Francia sigue apuntando al homicidio involuntario. El capitán, por su parte, trabajaba en Germanwings desde mayo de 2014 y tenía una experiencia de más de 6.000 horas de vuelo, la mayor parte de ellas con Airbus. Anteriormente el capitán había trabajado en la matriz Lufthansa y en la aerolínea Condor.

Cabinas bloqueadas

¿Qué mecanismos de seguridad tienen esas cabinas? Un vídeo oficial de Airbus y fuentes del Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA) explican su funcionamiento, el cual permite que el piloto pueda bloquear la puerta desde dentro sin permitir el paso. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la Organización de Aviación Civil Internacional estableció que la puerta de las cabinas de los aviones debe ser blindada, con el objetivo de que nadie ajeno a la tripulación pueda entrar en ellas. "Desde entonces se restringió mucho el acceso. Antes las puertas eran fácilmente violables", señalan a 20minutos desde el SEPLA.

Tras esta norma, obligatoria para todas las compañías en todos los vuelos, la puerta es controlada por los pilotos con una pequeña palanca que tiene tres posiciones: abierto, normal y bloqueado, según recoge la grabación del fabricante de aeronaves europeo. La posición habitual es 'normal', con lo que la puerta va cerrada durante el trayecto. El procedimiento a seguir para los miembros de la tripulación que quieran entrar en el habitáculo es el de llamar a través de un teléfono.

Los pilotos, que pueden ver mediante unos monitores quién se encuentra al otro lado, deciden si permitir o no el acceso. Si sube la palanca, la puerta se abre. Independientemente de este mecanismo, el vídeo y las fuentes del SEPLA apuntan que existen unas claves de seguridad para entrar. Desde el sindicato comentan que cada compañía determina quién tiene conocimiento de esas claves, siendo habitual que las conozca la tripulación, al menos el sobrecargo.  Una vez tecleado el código, el sistema establece 30 segundos durante los cuales los pilotos pueden denegar el paso.

Si transcurrido ese tiempo el piloto no toma ninguna medida, o sufre una indisposición y se encuentra inconsciente, la puerta se abre, siempre y cuando la palanca no esté en la posición de bloqueo. En esa circunstancia, la clave no funciona y no hay manera de pasar a la cabina. En el caso del Airbus A320 siniestrado se desconoce qué pudo pasar. 

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