Las redes criminales que trafican con personas están tirando de imaginación para sortear el control de fronteras e introducir en España a miles de personas de forma irregular

Las mafias de la inmigración se reinventan y lanzan decenas de motos acuáticas al mar

photo_camera AFP/ARIS MESSINIS - Rescate de migrantes

Aprovechando el buen estado de la mar y las óptimas condiciones de visibilidad, en verano se multiplican los intentos de entrada a España. Los inmigrantes pagan a las mafias cantidades prohibitivas para cruzar los 14 kilómetros del Estrecho y llegar a España, y ahora utilizando nuevas fórmulas. En muchos casos han cambiado las pateras o las embarcaciones de goma por motos de agua, que en ocasiones aprovechan también para introducir droga camuflada en nuestro país.

La Guardia Civil ha detectado que las mafias ofrecen a los migrantes cruzar el Estrecho en moto acuática pagando entre 800 y 1.200 euros (aunque esa cantidad puede llegar a los 3.000 euros), o llevar un fardo de hachís y hacer el camino gratis. Es decir, si la droga llega a su destino no tendrán que pagar ninguna deuda a los mafiosos, pero si el fardo peligra no dudan en dar una patada a los inmigrantes y lanzarlos al mar como explica el secretario de Comunicación y Relaciones Institucionales de la Asociación Unificada de la Guardia Civil en Cádiz, Miguel Ángel Ramos.  

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Prolifera la estrategia de las mafias de “mojar al moro”

Una veintena de motos de agua a la vez, pilotadas por las mafias a 80-100 kilómetros por hora, salen en manada con nocturnidad y alevosía y cada una con un inmigrante a la espalda. “Se refieren a ellos como el salvavidas porque -en caso de verse acorralados- les empujan al agua para que las fuerzas y cuerpos de seguridad concentren sus esfuerzos en salvarles la vida y no en buscar la droga”, añade Ramos. Tiran el fardo y piden el auxilio de Salvamento Marítimo porque, en caso de peligro inminente, la prioridad en el mar es el rescate de las personas. Esta fórmula, nos aclara el agente Miguel Ángel Ramos, se conoce en la zona como “mojar al moro” y no es más que una estrategia de despiste. “No es la primera vez que nos los encontramos a 6 o 7 millas de la costa”, lamenta.

Pases masivos de motos en la llamada autopista del Estrecho

Siempre se repite la misma fórmula. Los inmigrantes llevan consigo únicamente el pasaporte, dinero en metálico y un teléfono atado al cuello con una bolsa estanco. “Actúan por la tarde-noche con decenas de motos acuáticas a toda velocidad y sin luces”, advierte el delegado de la AUGC en Cádiz. “Nunca van 3 o 4 motos. Actúan en manada, de manera simultánea y cada una se dirige a un lugar diferente de la costa. Ni las embarcaciones del servicio marítimo de la Guardia Civil, ni las de aduanas, ni los helicópteros pueden con 30 motos a la vez. Y siempre prevalece la integridad del inmigrante”, explica Ramos. 

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Los métodos cambian, pero el tránsito no cesa ni por mar ni por tierra

Según los datos publicados por Frontex, hasta julio de 2022 han cruzado las fronteras europeas unas 155.000 personas, que supone un 86% más que en el mismo periodo de 2021 y el mayor volumen de los últimos 6 años.

En los primeros siete meses de este año la ruta terrestre de los Balcanes occidentales se ha convertido en la principal puerta a Europa con miles de personas que intentan cruzar de manera irregular cada semana las fronteras de Bosnia, Croacia, Serbia, Hungría y Rumanía. Una ruta ha multiplicado su afluencia un 205% con respecto al mismo periodo de año pasado, y eso que los datos de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas no incluyen a los refugiados ucranianos que –nada más pisar el Europa- obtienen la Protección Temporal Europea. Hasta finales de julio los Balcanes occidentales han registrado más de 70.700 llegadas (en su mayoría afganos, sirios, indios, bangladesíes, paquistaníes e iraquíes).

En cuanto a las rutas marítimas, según Frontex, la principal sigue siendo la del Mediterráneo central –la más transitada- con casi 42.600 inmigrantes llegados a Italia y a Malta procedentes de Libia, Túnez y Argelia entre enero y julio de 2022: un 44% más que el año anterior. Y peor aún, sólo en los 10 primeros días de julio se calcula que desembarcaron en estos dos países del sur de Europa más de 8.000 personas. 

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Las organizaciones humanitarias alertan: “No se puede ser selectivo con el dolor humano”

El fundador de la ONG Proactiva Open Arms, Oscar Camps (ahora a bordo del buque Astral), asegura que no comprende por qué Frontex distingue entre los desplazados por la guerra de Ucrania y el resto de los éxodos. Y se pregunta si hay inmigrantes de primera y de segunda. “Debemos generar corredores humanitarios para todos, para las personas de Ucrania, las de África o las de Oriente Próximo. Y no se puede ser selectivo con el dolor humano”, asegura el catalán. 

A Oscar Camps también le llama la atención que, ahora que hay más barcos de rescate de las ONG y mejor equipados en el Mediterráneo, según Frontex los flujos se reduzcan esta zona y aumenten en los Balcanes. “¿No será que en vez de efecto llamada estamos hablando de éxodos forzados?”, se pregunta Camps. Y apostilla que “las personas huyen de la violencia en sus múltiples rostros: violencia armada, alimentaria, de género, climática, etc.” Cree que las afirmaciones de Frontex están diseñadas para alimentar la narrativa del miedo a la inmigración, en vez de buscar vías seguras, y echa de menos las cifras de desaparecidos en el mar y de aquellos que quedan abandonados a la deriva. Estos datos, lamenta el fundador de la ONG Proactiva Open Arms “casi nunca trascienden a la luz o lo hacen en números ridículos y dudosos”. 

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También pone en duda los datos de Frontex Íñigo Mijalgos, presidente de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), que gestiona el buque española Aita Mari, y que considera que “uno de los factores que responden al incremento de presión en la ruta del Mediterráneo central es que se ha recrudecido el enfrentamiento en Trípoli”.

El presidente de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) también recuerda que no es correcto hablar de entradas ilegales, sino que deberíamos hablar de entradas irregulares. “La ilegalidad que se comete en muchos casos es la devolución en caliente. Si no hay vías organizadas para entrar, tiene que utilizar vías irregulares”, advierte Íñigo Mijalgos. Y es que desde la ONG SMH denuncian que -durante la pandemia- muchos países abusaron de las devoluciones en caliente y que en cierta medida se ha hecho la vista gorda. Devoluciones automáticas a Marruecos, Libia o Turquía. “Nosotros lo presenciamos por ejemplo en la isla de Quíos, en Grecia. Y esta política lo que está provocando es que muchas personas, nada más piden la isla y exhaustas por el largo viaje, huyan a los bosques y pongan vida en peligro”. Son conscientes de que nada más poner un pie en tierra firme tienen todas las papeletas para ser devueltos. Un círculo vicioso en el que vuelven a jugar un papel fundamental las mafias que trafican con seres humanos.

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