Las protestas que comenzaron el pasado octubre en Líbano, interrumpidas a raíz de la expansión del coronavirus en el país, han vuelto a las calles. Decenas de personas se han reunido este domingo en varias ciudades del país para protestar contra el Gobierno debido al hartazgo económico y social de los ciudadanos, según informa Europa Press. El Ejército ha tenido que intervenir para reabrir el tráfico después de que los manifestantes cortaran algunas carreteras con neumáticos en llamas.
Los activistas han cerrado las principales arterias que conectan con las regiones del sur, norte y este de Líbano, lo que ha provocado que tropas del Ejército hayan sido desplegadas para evitar interrupciones en la circulación. Las fuerzas de seguridad han llegado a disparar y han herido a una persona en el oeste del país, de acuerdo con el diario local Nidaa al Watan.
No es la primera vez esta semana que los manifestantes rompen el confinamiento contra la pandemia para protestar por la crisis económica y social. El martes pasado los libaneses retomaron las manifestaciones, pero esta vez desde sus coches para poder cumplir con las medidas de distanciamiento social, por la reanudación de la actividad parlamentaria tras un mes de parálisis para aprobar unas controvertidas leyes, según comunicó entonces la agencia Efe. También la semana pasada, los diputados volvían al trabajo para discutir y votar una polémica ley de amnistía con a que se podría perdonar a algunos políticos acusados de corrupción.

La pandemia del coronavirus ha llegado a Líbano en mitad de una crisis económica y social desde la guerra civil (1975-1990). El país tiene una deuda pública que es de las más elevadas del mundo (82.000 millones de euros), por encima del 150% del PIB, y un déficit del 11% en 2018. Los manifestantes exigen la dimisión en bloque de la élite político-económica del país, a la que se acusa de haber saqueado las arcas públicas y no haber gestionado bien la hacienda pública.
Tras declarar el primer impago de toda su historia, el Gobierno ha pedido asistencia financiera al Banco Mundial y al FMI. El BM ha advertido, por su parte, que la mitad de la población (hasta 4,5% millones de personas) podrían caer por debajo del umbral de la pobreza al devaluarse en un tercio la libra libanesa. Mientras, el FMI ha pronosticado una contracción de la economía libanesa del 12% para este año.
La moneda nacional, igualada al dólar desde 1997, ha perdido cerca del 60% de su valor en las semanas previas a la caída del Gabinete del ya ex primer ministro Saad Hariri, que se vio forzado a dimitir en octubre debido a la grave crisis económica.
El cierre del comercios, bancos, fronteras e imposición y toques de queda, necesarios para evitar la expansión de la pandemia, suponen profundizar en la crisis económica que está sufriendo el país. El precio de los productos básicos se ha disparado entre un 25 y un 60% y la ola de despidos masivos ha sumado a más de 220.000 personas desde octubre. El Gobierno ha optado por mantener, aunque rebajadas, las medidas de confinamiento durante el Ramadán, mes de ayuno musulmán.

Desde finales de febrero, el Ejecutivo de Beirut cerró las instituciones educativas y desde el 15 de marzo decretó el estado de alarma, con el cierre de fronteras y un toque de queda que se ha ido relajando en los últimos días por la reducción de los casos.
Además, cerró prácticamente todos los negocios, por lo que obligó a los propietarios a echar el cierre. Líbano es uno de los países de la región de Oriente Medio que mejor ha gestionado la crisis del coronavirus, hasta el momento 21 muertos y 103 recuperados.
El 21 de febrero, registró su primer caso de una viajera procedente de Irán, uno de los países más afectados por la pandemia en el mundo. Firas Abiad, el director ejecutivo del Hospital Rafic Hariri, el centro médico estatal y el primero acreditado para ingresar a los pacientes con COVID-19, ha asegurado en declaraciones a la agencia Efe de que el hecho de cerrar “pronto” el país supuso “una rápida disminución de los casos de infectados por coronavirus”. Abiad ha indicado que estas rápidas medidas motivaron que el hospital se pudiera preparar y evitar un colapso en un Estado que también vive una grave crisis económica, que ha afectado al sistema sanitario del país mediterráneo.