Pedro Canales
España y Marruecos, estos dos países con tanta historia y vicisitudes en su memoria común, atraviesan una de sus mejores y más prosperas relaciones. Nadie duda de ello. Los dos Reinos se conciertan y respetan; los gobiernos han extendido al conjunto de sus áreas de trabajo, la excelencia de contactos, visitas, planes; las Fuerzas de Seguridad del Estado, las Fuerzas Armadas, y los organismos deInteligencia, cooperan, se consultan y trabajan en estrecha colaboración. Nadie lo duda tampoco.
Sin embargo, faltaba algo para que esta “luna de miel” que algunos consideran, fuese completa: vincular ambas sociedades civiles, intelectuales, clases medias, profesionales, hombres y mujeres de la ciencia y de la cultura. Faltaba, y se ha dado estos días en Madrid un paso decisivo y, posiblemente, irreversible en esta andadura.
El recién nacido “Club de Amigos de Marruecos en España”, se propone establecer un nexo entre los dos pueblos. Para ello, se ha fijado como objetivo desarrollar proyectos en todas las áreas que implican a la sociedad civil: economía, educación, investigación académica, organización de actividades culturales y sociales.
No es la primera vez que ve la luz un organismo de esta naturaleza entre España y Marruecos. Existió, y existe aún al menos en el papel, el Comité Averroes, que reunió personalidades de diversos ámbitos de ambos países. Sin embargo, algo falló, quizás el exceso de apadrinamiento por parte de los ministerios de Asuntos Exteriores de Madrid y Rabat. También existe la Fundación Tres Culturas, propiciada por personalidades de los dos reinos y que tiene su sede en Sevilla, en el antiguo pabellón de Marruecos en la Expo-92. Pero su repercusión en ambas sociedades no ha sido el esperado.
El Club de Amigos de Marruecos en España, nace con muchas ambiciones: quiere acercar los pueblos y ayudar a superar prejuicios, alentando el conocimiento mutuo de las dos sociedades.
Tras meses de fatigas y de reuniones para fijar estatutos, funcionamiento y planes, los organizadores han llegado a la meta: en su primer mandato de 4 años, el presidente del Club es Pedro Bofill, exdiputado del Parlamento español, que ejerció diversos cargos públicos en el aparato del Estado durante las legislaturas del Partido Socialista Obrero Español. Le respaldan tres vicepresidentes que abarcan tres áreas esenciales en las relaciones bilaterales: la económica, con el empresario Felix Santatecla; la jurídica, con el abogado Francisco Gea; y la académico-intelectual, con el conocido financiero Aldo Olcese, conceptor y defensor del “capitalismo humanista” tan necesario en estas épocas de crisis. Fernando Sanz, politólogo e ingeniero industrial de formación, ejercerá en este primer periodo de secretario general del Club. El resto de promotores hasta el número de 14, entre los que hay abogados, médicos, ex altos cargos del Estado, políticos, académicos, sindicalistas y profesionales de los medios de comunicación, se dedicarán a elaborar y poner en marcha los proyectos.
En su intervención marcando el nacimiento del Club, el presidente del mismo Pedro Bofill, recordó al fallecido Antonio Gea Barberá, pionero incansable que junto al incansable diplomático marroquí Boughaleb El Attar, pusieron las primeras piedras del edificio común. Pedro Bofill hizo suyas las palabras del intelectual y político español Joaquín Costa que en el siglo XIX señalaba: “El estrecho no es un tabique que separe dos casas; el estrecho es una puerta que comunica dos habitaciones de una misma casa. Los marroquíes fueron nuestros maestros, por ello les debemos respeto; fueron nuestros hermanos, por lo que les debemos amor; y han sido nuestras víctimas, por lo que le debemos cumplida reparación”. El Presidente del Club afirmó que el Marruecos actual, el Marruecos del siglo XXI, bajo el reinado de Mohamed VI, se ha convertido en una potencia africana, y en un país que avanza en el progreso y en la democracia, ejemplo para muchos otros de la cuenca mediterránea. Finalizó su intervención deseando que Yebel Musa y Yebel Tarik, las dos montañas guardianes del Estrecho y del “mar de la civilización”, deben además ser “columnas del puente de colaboración entre España y Marruecos, por donde transiten los medios para el desarrollo del África subsahariana: porque de la colaboración y el desarrollo nace la paz entre los pueblos”.
El embajador del Reino de Marruecos, Fadel Benyaich, invitado a tomar la palabra en la clausura del acto celebrado en una sala del Parlamento español, valoró por su parte el nacimiento del Club y elogió que tenga como fin el acercar ambas sociedades, ambos pueblos, unidos por la historia y por la geografía perenne. Recordó los cambios y transformaciones democráticas emprendidas por Marruecos, como la Constitución de 2011, el Consejo de Derechos Humanos, el Alwassit (equivalente al Defensor del Pueblo en España), la institución real de la Cultura Amazigue, la Alta Comisión para el área audiovisual, el Código del Estatuto Personal o la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano, entre otros logros; todos ellos avances auspiciados desde la jefatura del Estado por el rey Mohamed VI. El embajador Benyaich destacó que el Club es un organismo emprendedor y no un circulo de añoranzas; un club que mira al futuro, y que no se queda anclado en el pasado, por muy entrañable que este sea.
El Club de Amigos de Marruecos en España, fiel a sus estatutos y a su filosofía, se propone actuar independiente de los gobiernos y de los partidos, en beneficio exclusivo del acercamiento entre los pueblos y un mejor entendimiento reciproco.