Leticia López de Silva
La exposición The most important thing. Retratos de una huida, recoge el trabajo del fotoperiodista Brian Sokol para ACNUR, exhibida en CaixaForum Mardrid hasta el 31 de mayo. En fotografías de gran formato, el visitante conocerá las historias de 24 refugiados en Sudán del Sur, Siria, Turquía, Irak, Jordania, Burkina Faso, Congo o Angola. Son algunos de los rostros de los 51 millones de personas –la cifra más alta desde la II Guerra Mundial- que viven desplazados lejos de su hogar, huyendo de la guerra, la violencia y el horror, según datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) de diciembre de 2013.
Sokol fotografiaba a los refugiados con un objeto, el más importante para ellos y el que salvaron en el momento en el que se vieron forzados a escapar de su hogar. “Todas las fotografías tienen mucho trabajo detrás, de entrevistas y conversaciones para entender a las personas”, aclara. El relato de la vida es fundamental para que dejen de ser números, para que las cifras y las estadísticas no deshumanicen la realidad.
De las 24 que conforman la muestra, el fotógrafo recuerda con especial importancia la de una mujer muy mayor, de casi 80 años, a la que retrató con una vara. Esa vara fue la que le permitió huir durante mese, ya que era ciega y mayor. “La gente de su comunidad iba muriendo, los niños morían, ella y su hijo sobrevivieron todos los meses que duró la travesía gracias a esa vara”
En los viajes hacía el epicentro de las crisis humanitarias ha encontrado muchas clases de refugiados. “En los campos de refugiados he escuchado más risas que en cualquier parte de Nueva York”, asegura. También ha conocido a los que no abandonan la idea de regresar y los que no quieren volver. Los hay que ya no saben dónde está su hogar y cuál será su destino. “algunos en Sudán del Sur o Congo me decían: ‘es la tercera vez que somos refugiados’”.
El protagonista de la historia que más emociona a Brian es Jean, un hombre de 36 años de la ciudad centroafricana de Batalim hacia Batanga, en la República Democrática del Congo. Lo fotografío como se ve en la exposición: con su red de pesca, el objeto que se llevó antes de huir. Estuvo escondido bajo la cama mientras le caía la sangre de su madre que estaba siendo degollada. Allí permaneció toda la noche, escondido al tiempo que los asesino saqueaban la casa. Al día siguiente, escapó con su mujer y dos hijos cruzando el río en piragua.
Sokol quiere que quienes vean sus imágenes empaticen con los retratados. “Mucha gente ni siquiera sabe sobre el problema de los refugiados”, lamenta. Busca que los visitantes se metan en su piel y se pregunten qué es para ellos lo más importante, que conservarían si de repente tuvieran que dejar su hogar, como es el caso de más de 14 millones de personas en los últimos tres años por los conflictos en Siria, Sudán del Sur, República Centroafricana y Malí.
El lugar que mas emocionó al fotoperiodista “fue la República del Congo, por la manera tan terrible en que han visto morir a la gente, a la familia... En Siria era difícil hablar pero más por el temor que tenían, por cuestión de seguridad", explica el fotoperiodista. “La primera vez que trabajé en Sudán del Sur me abrumó. Pensé que no podría hacerlo, pero me dije: es la única manera de separarlos de una cifra. Había que hablar con ellos, retratarlos, mostrar al mundo lo que les sucede. Para mí tan importantes son las entrevistas como las imágenes”, recuerda las sensaciones vividas en los lugares donde ha estado.
“Para mí es el ejemplo de cómo el corazón humano puede sobrevivir a tragedias tan terribles y seguir amando” cuenta Sokol. “La mayoría desea volver algún día”, asegura. Sin embargo, los hay que no. “Algunos ven tanto horror que no quieren regresar”, puntualiza. Y otros, que Sokol califica como "nuevos refugiados", no han asimilado su nueva situación. "Lo he visto en los sirios. Algunos tenían su propia casa y un Mercedes, y de repente se ven en un campo", relata el fotógrafo.
Pese a la indignación que muestra, es optimista. "El mundo es susceptible de un sitio mejor cada día", asegura. Espera que su trabajo "toque la fibra de las personas que normalmente no se interesan por estos asuntos". Y que, con presión popular y mediática, aumenten los fondos para asistir a los refugiados.