Los ciudadanos culpan al mandatario de organizar una desescalada impulsiva

La segunda oleada de coronavirus en Israel pone en cuestión el liderazgo de Netanyahu

AFP/JACK GUEZ - Manifestantes israelíes levantan pancartas durante una manifestación en la Plaza Rabin en la ciudad costera central de Tel Aviv, el 11 de julio de 2020

La confianza le ha jugado una mala pasada a Benjamin Netanyahu, presidente de Israel. Las autoridades dieron por concluida a finales de mayo la batalla de contención contra el coronavirus. Con menos de 300 muertos, Netayahu sacaba pecho ante el resto del mundo de su buena gestión. Se abrieron colegios, bares, gimnasios…Apenas seis semanas después las autoridades han perdido el control del virus. Los confinamientos han vuelto en varios distritos de Jerusalén, los bares y las clases se han clausurado de nuevo y cada día se registran 1.500 contagios. Los ciudadanos han explotado y culpan ahora al mandatario de organizar una desescalada impulsiva. Este descontento, sumado a la incipiente crisis económica, representa una auténtica amenaza para el liderazgo del gobernante más longevo del país. 

Este martes se ha registrado un nuevo pico de los contagios, con 1.681 infecciones en 24 horas, al tiempo que aumentan las alertas sobre la falta de control de la pandemia. El 7% de las pruebas que se están realizando dan positivo y el país ha superado los 41.000 infectados desde el inicio de la pandemia, con más de 21.000 casos y 368 muertos, según una recoge Efe. 

Manifestación

El coordinador de la pandemia del Ministerio de Sanidad israelí, Tal Brosch, ha asegurado este martes en la radio del ejército que hasta ahora se ha conseguido tratar a los enfermos más graves, 177 hospitalizados, pero no podrán resistir “por mucho más tiempo”, si la tendencia continúa. El profesor Eli Waxman del Instituto Weizmann, que ha formado parte del Comité de Expertos en la gestión de la primera ola, cree que la actual es "más peligrosa" porque "se ha perdido tiempo", "no se desarrollaron capacidades cuando el número era bajo" y hoy "el virus está fuera de control".

Además de la preocupante situación sanitaria, las consecuencias económicas de la pandemia ya se están empezando a notar. El paro se ha disparado hasta el 21%, cuando en febrero apenas era del 4% y el desplome del PIB será del 6%, según diversas estimaciones. El Gobierno solo ha desembolsado la mitad de los 25.600 millones de euros que prometió al inicio de la crisis sanitaria. La mitad de los israelíes temen no poder llegar a final de mes y cubrir sus gastos corrientes, según un estudio de la Oficina Central de Estadísticas. Los más golpeados por la pandemia son autónomos y empleados temporales. Cientos de pequeños negocios se han visto obligados a cerrar y muchas familias ya empiezan a acusar la falta de ingreso debido al desempleo. 

Cerca de 10.000 personas se concentraron el sábado frente a la sede del Ayuntamiento de Tel Aviv para protestar por el sombrío panorama económico. Durante la protesta no se respetaron las distancias de seguridad y se produjeron algunos disturbios entre manifestantes y policías

Contenedor

“Mirando hacia atrás, hay que admitir que la reapertura final de la economía fue prematura”, confesaba el jueves Netanyahu mientras presentaba un plan para reflotar la economía con una inversión de 20.500 millones de euros hasta junio de 2021 en un intento de aplacar las protestas que se sucedieron a lo largo de toda la semana pasada. Tan solo un 15% de los israelíes se muestran satisfechos con la gestión de Netanyahu de la crisis del coronavirus frente a un 61% de insatisfechos, según una encuesta de la televisión local Canal 13. 

Ni los casos de corrupción, ni la polémica anexión de Cisjordania habían socavado tanto el liderazgo de Netayahu como la mala gestión de la desescalada tras el primer confinamiento decretado para contener el coronavirus. “Está claro que la pandemia se está expandiendo cada día y hay un riesgo real de que llegue a paralizar nuestro sistema sanitario”, ha llegado a reconocer el primer ministro. 

“La experiencia de Israel debe servir al resto de países del mundo. No se puede pasar de un confinamiento toral a un acelerado levantamiento de las restricciones sin planificación adecuada. Se trata de una carrera de fondo, no de velocidad”, ha asegurado el epidemiólogo Hagal Levine en declaraciones a la agencia Reuters. 

Los colegios fueron uno de los principales focos de rebrote de la pandemia. La población tampoco se ha concienciado del uso de las mascarillas, el ministro de Sanidad incluso permitió que los niños se las quitasen durante la ola de calor para ir al colegio. La directora de Salud Pública, Siegal Sadetzki, dimitió al considerar que sus advertencias sobre los riesgos de una desescalada acelerada al sido ignorados. “Los logros de alcanzados durante la primera oleada han quedado suprimidos a causa de la amplia y rápida reapertura de la economía”, ha afirmado. 

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