La mutilación genital femenina, o también conocida como ablación, es una de las prácticas más violentas que todavía se llevan a cabo en África y en otras zonas del mundo. La práctica atenta gravemente contra la salud de las mujeres, por ello, organizaciones mundiales como UNICEF están luchando para su completa erradicación, aunque es difícil porque todavía está muy arraigada en varios pueblos del continente. El último informe de la entidad mundial señala que más de 200 millones de mujeres han sufrido la ablación.
Se trata de un procedimiento quirúrgico en el que se extirpa totalmente o se corta el clítoris de los órganos genitales femeninos. En muchas culturas, las mujeres desde que son niñas sufren las consecuencias de este corte que las marca con una vida sin ningún tipo de placer sexual. Además, la operación no se suele realizar en las mejores condiciones médicas, por lo que los riesgos de contraer cualquier infección o de sufrir cualquier otro tipo de consecuencia directa son muy altos.

Entre estos riesgos destacan hemorragias graves, problemas en futuros partos, complicaciones urinarias y aumento de los riesgos de muerte de los recién nacidos. A esto se le añade que la intervención también afecta a la salud sexual y reproductiva de la persona que sufre este método.
“La mutilación o ablación genital femenina es un procedimiento que se realiza a una mujer o a una niña con el objeto de alterar o lesionar sus órganos genitales sin que existan razone médicas que lo justifiquen”, comenta UNICEF en el documento.

En la mayoría de casos, es una práctica que se realiza en el periodo de la infancia o de la adolescencia. UNICEF recalca que todos los años alrededor de cuatro millones de niñas menores de 15 años son sometidas y se convierten en víctimas de esta mutilación. La ONU también señala que una de cada veinte mujeres sufre este tipo de intervención.
En África, la ablación es uno de los casos que más exponen la violencia de género en el continente. Aunque se trate en muchas sociedades de una cultura social arraigada a diferentes tipos de creencias, se trata de una agresión contra la libertad sexual de las mujeres que viola completamente todos los derechos de las personas. A esto se le añade que la intervención también afecta a la salud sexual y reproductiva de la persona que sufre este método.

La práctica de esta agresión está enmarcada bajo la lucha contra la violencia de la mujer y todavía es muy común en el continente africano. Las cifras de UNICEF señalan que se ha notado un importante registro de menos casos. A pesar de los progresos hacia la erradicación total de la ablación, la organización mundial recuerda que es necesario continuar con el proceso. Para ello, la institución acuerda seguir doblando los esfuerzos para evitar la práctica y, en el caso, actuar con la rapidez necesaria para abordar el asunto.
Actualmente, la mutilación del clítoris se realiza en 30 países de África, Oriente Medio y de Asia. Entre estos territorios, se encuentran naciones como Benín, Burkina Faso, Camerún, la República Centroafricana, Chad, Yibuti, Egipto, Eritrea, Etiopía, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Bisáu, Indonesia, Irak, Costa de Marfil, Kenia, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Tanzania, Togo, Uganda y Yemen.

La ONU ha marcado el año 2030 para poner fin a esta práctica. Para luchar contra la ablación, la organización estableció el día 6 de febrero como el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. De la misma manera, también ha intervenido en el marco legal de algunos países para conseguir avances en este tema y, en algunos casos, se ha prohibido el proceso y se ha sancionado a aquellas personas que se dedican a ello.

Otro de los métodos para eliminar de raíz el problema ha sido varios programas para que la sanidad y el sector de la salud donde se realizan estas prácticas apoyen la causa. Para ello, la ONU ha entregado materiales formativos, herramientas y distintas directrices a los sanitarios para aconsejar a las mujeres mutiladas. Asimismo, también se encargan de desalentar nuevos casos.
Aunque los avances todavía son lentos, en muchos lugares ya han conseguido que se aumente el número de personas que se declaran a favor de su total eliminación, y, en su caso, muchos territorios han registrado menos cifras de las habituales.