Crecen las protestas en Argelia y la presión sobre Buteflika

Alex Erquicia

Las manifestaciones en Argelia contra la candidatura del presidente Abdelaziz Buteflika a un quinto mandato han cogido carrerilla en lo que supone las protestas más importantes contra el régimen en su historia reciente. Se trata de unas manifestaciones inéditas para el país  desde 1999 cuando Buteflika llegó al poder y ocuparán una gran parte del debate nacional antes de las cruciales elecciones presidenciales que están previstas para el 18 de abril. Por ahora las protestas tienen un objetivo claro, evitar que Buteflika concurra a las elecciones y mostrar desafección hacia el inmovilismo que se ha instalado en la política argelina, pero hay mucha expectación acerca de la posibilidad de que podrían evolucionar fácilmente hacia otras demandas de mayor calado. El interés de España es incuestionable dado que la mitad del gas que el país importa procede de allí.  

El 26 de febrero miles de estudiantes salieron a la calle en diferentes ciudades argelinas, con amplia resonancia en todas las universidades del país, siguiendo una primera jornada de manifestaciones el 22 llamados por una convocatoria anónima en las redes sociales. Las nuevas protestas, algo nada habitual en el país, han sido convocadas por los partidos y movimientos de la oposición días antes. Como avanzó ATALAYAR las autoridades argelinas están muy al tanto de las manifestaciones, incluso antes de que se produjeran, y las fuerzas de seguridad están vigilando las protestas de cerca (y desde dentro) y siguen en alerta ante los posibles disturbios callejeros contra el líder que lleva veinte años en el poder. Hasta el momento las protestas han sido pacíficas y ordenadas. Dichos servicios esperan más protestas en los próximos días. 

Los manifestantes consideran que Buteflika, que cumple 82 años en marzo, está incapacitado para ejercer sus funciones. Buteflika, rodeado de especulaciones sobre su estado de salud desde el infarto cerebral  que sufrió en 2013, anunció su candidatura por un quinto mandato en un comunicado de prensa el 10 de febrero aupado por varias figuras del régimen que le pidieron que continuara en el cargo. El estado de opacidad gubernamental en diversos temas también alimenta el fervor de los argelinos como que los exámenes médicos rutinarios se los haga fuera del país (mientras se producen las manifestaciones casi diarias el mandatario se encuentra realizando pruebas médicas en Ginebra en estos momentos). 

Desde entonces está prácticamente ausente de la vida pública y muchos creen que el  hermano del mandatario, Said Buteflika, es quién ejerce el poder desde la sombra. "Esta situación anormal también refleja la incapacidad de los distintos centros de poder en Argelia de buscar nuevos candidatos de consenso para ocupar la presidencia del país", decía el informe de prioridades de la política exterior española del Real Instituto Elcano.

Según Pedro Canales, el presidente se encuentra totalmente inválido, desprovisto de sus funciones cognitivas, del habla y de un mínimo de movilidad, como le exige el cargo.  Días antes de su anuncio había confirmado que el 18 de abril sería el día en que los argelinos acudirían a las urnas para elegir un nuevo jefe de estado por un periodo de cinco años. Se abría el dilema presidencial entre continuidad o ruptura que ya se está esbozando de una manera más evidente. 

El interés que tiene España en el desarrollo de los eventos en el país mediterráneo, Argel es la segunda capital más próxima a Madrid, es muy alto. Argelia supuso el 53% de las importaciones españolas de gas en el último año. La dependencia energética española se refleja en el plano político también. El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell, mantuvo una reunión bilateral esta semana con el presidente del Consejo de la Nación de Argelia, Abdelkader Bensalah, en el marco de la histórica cumbre entre la Unión Europea y la Liga Árabe (Bensalah fue el máximo representante argelino en la cita). Más allá, una desestabilización en Argelia se convertiría en una pesadilla para otros países de la Unión Europea como Francia e Italia tanto por la energía como por el asunto de la inmigración irregular (aunque España tenga un acuerdo de devolución con Argelia y Marruecos).  

Por su parte, el Movimiento Social por la Paz (MSP), el principal grupo islamista autorizado en Argelia, instó al régimen a escuchar las demandas populares. En un comunicado distribuido a los medios, la formación advirtió de que se debe "evitar que el país se aventure por un camino que pueda comprometer su seguridad y estabilidad".

El movimiento de rechazo en Argelia contra un quinto mandato de Buteflika coincide con las protestas que se vienen produciendo en Sudán que reclama la dimisión del presidente Omar Hassan al Bashir, la conformación de un Ejecutivo de transición y la celebración de nuevas elecciones. Por ahora al Bashir desafía a los manifestantes al haber declarado el estado de emergencia en el país. "Argelia y Sudán forman parte de una secuencia más amplia de movimientos de protesta populares que han impactado a más de un tercio de los países de la región en los últimos dos años. En gran medida, estas protestas son respuestas a problemas económicos y de gobernanza similares y no muestras de difusión a través de las fronteras. Los autócratas árabes han pasado los últimos ocho años intentando restablecer los medios y la política de la región para prevenir precisamente esa difusión", escribe Mark Lynch, profesor de ciencias políticas y relaciones internacionales en la Universidad George Washington, en The Washington Post.