Inteligencia Artificial: el asesinato de las facultades intelectuales y creativas en el mundo posthumano

Sin embargo, pronto se convirtió en uno de los ejes principales que impulsan numerosos debates filosóficos, sociales y científicos. Pero hay una preocupación profunda que amenaza la esencia misma de la creatividad humana, encarnada en la idea del “asesinato de las facultades intelectuales y creativas”, una característica que alguna vez distinguió al ser humano.
En este artículo, nos proponemos sumergirnos en esta cuestión con una mirada filosófica y crítica, alejándonos del enfoque meramente tecnológico para abordar su impacto sobre el pensamiento creativo y cognitivo, a la luz de declaraciones reales de expertos que añaden un matiz de realismo y análisis.
Antes de analizar el impacto de la IA sobre la creatividad, es necesario definir la naturaleza de este concepto. La Inteligencia Artificial se refiere a la capacidad de las máquinas para simular procesos mentales humanos como el aprendizaje, el razonamiento y la toma de decisiones. Con el rápido desarrollo de este campo, hoy en día existen robots capaces de escribir poesía, componer música e incluso crear obras de arte.
Pero ¿qué sucede cuando las máquinas superan al ser humano en ámbitos que antes se consideraban exclusivos del intelecto humano? Muchos filósofos y especialistas en Inteligencia Artificial discrepan al responder esta pregunta. Mientras algunos sostienen que estas herramientas elevarán el nivel de la producción creativa, otros advierten que podrían destruir esa creatividad misma y provocar la “aniquilación de las facultades intelectuales” que conforman la esencia humana.
En este sentido, el filósofo estadounidense Herbert Marcuse consideraba que “la tecnología se convierte en un instrumento de dominación y control del ser humano, en lugar de estar a su servicio”. Bajo esta óptica, la IA deja de ser una simple herramienta de apoyo para convertirse en una amenaza al núcleo del pensamiento y la humanidad.
El impacto de la Inteligencia Artificial no se limita a los ámbitos técnicos o industriales, sino que se infiltra en las profundidades del arte y el pensamiento. En la literatura, por ejemplo, la IA puede generar textos con un alto grado de realismo y complejidad, hasta el punto de que resulta difícil distinguir entre lo humano y lo programado. En la música, ya existen programas capaces de componer piezas musicales que vibran con emoción y vida, lo que plantea la siguiente pregunta: ¿puede la máquina sustituir a la creatividad humana?
El profesor de robótica Thomas Dennard afirmó en una conferencia sobre el futuro de la Inteligencia Artificial que “la IA podría reemplazar a los creativos en muchas áreas, lo que llevaría a la desaparición total de los trabajos creativos en un futuro cercano”. Así, surge el debate: ¿estamos matando la creatividad o esta tecnología dará lugar a una nueva forma de creatividad humana?
El problema de fondo es que la Inteligencia Artificial opera mediante algoritmos diseñados para replicar patrones conocidos y fiables. En cambio, la creatividad humana se basa en el caos, la diferencia y la sorpresa, cualidades que escapan a cualquier marco previsible. Aquí radica la diferencia fundamental: la máquina puede imitar la creatividad, pero carece de esa “chispa humana” que no puede enseñarse ni programarse.
El filósofo francés Jean-Paul Sartre, en su obra “El ser y la nada”, ofreció una visión distinta de la creatividad, afirmando que el ser humano es el único capaz de crear significado desde la nada. Esta visión refleja la capacidad humana de trascender las limitaciones lógicas y prácticas, a diferencia de la IA, que permanece restringida a las normas impuestas por los programadores. Por ello, la creatividad humana en el arte y la literatura no es solo una combinación de ideas y estilos, sino un proceso vital cargado de experiencia y diálogo con el mundo.
Hoy en día, la IA se adentra en campos aún más amplios, como la filosofía y las ciencias sociales, intentando abordar problemas humanos complejos. Sin embargo, existe un riesgo real en permitir que las máquinas moldeen nuestro pensamiento. Esto plantea una pregunta crítica: si las máquinas van a encargarse de proponer soluciones a nuestras crisis intelectuales y sociales, ¿qué quedará de la creatividad humana? La investigadora en ética digital Laura Heinz afirmó en un estudio que “la Inteligencia Artificial podría contribuir a la desaparición de la diversidad intelectual, uno de los pilares fundamentales de la innovación y la creatividad, debido a la tendencia hacia la automatización del pensamiento humano”. A partir de esta reflexión, podríamos decir que las máquinas serán capaces de repetir nuestras ideas, pero incapaces de aportar algo verdaderamente nuevo. La única ventaja humana sería repetir lo que las máquinas ya han creado.
Ya no podemos negar la presencia de la Inteligencia Artificial como parte de nuestra realidad. Más bien, debemos replantearnos cómo utilizarla. Si queremos preservar los valores de la creatividad y el pensamiento crítico, debemos adoptar la IA como una herramienta complementaria, no como sustituta. Superar la brecha entre el ser humano y la máquina requiere una convicción filosófica profunda, que rechace la eliminación de la experiencia y la singularidad humana frente al avance tecnológico. El filósofo canadiense Marshall McLuhan señaló que “el medio es el mensaje”. En el mundo de la Inteligencia Artificial, el mensaje real es cómo usamos estas herramientas para servir a la humanidad y potenciar nuestra capacidad de crear, y no para eliminarla.
Mientras la Inteligencia Artificial avanza a un ritmo vertiginoso, emerge una pregunta existencial: ¿le permitiremos ampliar nuestros horizontes o aceptaremos que desplace la creatividad humana? Es evidente que la tecnología seguirá siendo parte de nuestras vidas, pero las facultades intelectuales y creativas deben ser protegidas, pues son las que nos hacen humanos, las que otorgan profundidad a un mundo que de otro modo sería solo una réplica digital de la vida.
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** En un debate que mantuve con algunos participantes en un foro cultural en WhatsApp, esta fue mi respuesta:
“Mientras somos testigos de un avance sin precedentes en el ámbito de la Inteligencia Artificial, debemos recordar que es el ser humano quien posee la capacidad de crear significado, no la máquina. Si permitimos que las máquinas dominen el pensamiento y la creatividad, estaremos sacrificando una parte esencial de nuestra humanidad, una parte que no podrá recuperarse en el futuro”.
Abdelhay Korret, periodista y escritor marroquí