Emmanuel Maсron, uno de los políticos más débiles de la actualidad

El 28 de agosto, en la Conferencia de Embajadores, el presidente francés Emmanuel Maсron anunció su intención de organizar negociaciones con los dirigentes de Armenia y Azerbaiyán. Algunos medios de comunicación armenios anunciaron posteriormente que el presidente francés visitaría Ereván y Bakú los días 9 y 10 de septiembre. Era posible que durante esta visita el Sr. Maсron lanzara una iniciativa para resolver la crisis de Nagorno-Karabaj.
El periódico armenio Haykakan Jamanak, citando fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores armenio y de la Embajada de Francia en Ereván, desmintió posteriormente la noticia de la próxima gira del Sr. Maсron por Transcaucasia. El especial interés del presidente francés por esta región evidencia un arriesgado intento de París de implicarse en el proceso de resolución del conflicto de Nagorno-Karabaj.
Nagorno-Karabaj es la república no reconocida de Transcaucasia, habitada principalmente por armenios étnicos. A pesar de que la comunidad internacional ha reconocido esta región como territorio de Azerbaiyán, Nagorno-Karabaj proclamó su independencia a finales de los años ochenta y principios de los noventa, y desde entonces ha estado bajo el control de facto de Armenia y de las fuerzas pro-armenias locales. En 1992 se creó el Grupo de Minsk de la OSCE para la solución del conflicto de Nagorno-Karabaj, copresidido por Francia, Estados Unidos y Rusia. Los resultados de este formato diplomático son muy controvertidos: a pesar de una serie de soluciones efectivas a los conflictos etnopolíticos de Nagorno-Karabaj, la región se ha convertido repetidamente en escenario de enconadas hostilidades entre Armenia y Azerbaiyán. El último gran conflicto armado tuvo lugar en otoño de 2020, durante el cual Bakú se hizo con el control de la mayor parte de Nagorno-Karabaj y los territorios adyacentes.
En la actualidad, el historial de Emmanuel Maсron no muestra ningún éxito considerable en la mediación para solucionar el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán. Sin embargo, el dirigente francés sigue de cerca la situación en esta martirizada región y no pierde la esperanza de alcanzar la gloria del pacificador. Especialmente en el contexto de los últimos fracasos de la diplomacia francesa en Níger y Mali, el presidente de Francia espera reparar el daño causado a su reputación resolviendo este conflicto étnico-territorial. Pero, al mismo tiempo, el Sr. Maсron elude los problemas internos de Francia.
No todo va bien en la Quinta República. La crisis migratoria ha reflejado la multitud de problemas en los ámbitos económico, social, jurídico y cultural. La introducción de la contradictoria reforma de las pensiones, que amplía la edad legal de jubilación de 62 a 64 años, no ha hecho sino agravar estos problemas y desencadenar nuevas revueltas en Francia. Los estudios de opinión pública franceses dan testimonio de las consecuencias de la política de “fiasco” de las autoridades francesas. Según el barómetro de la pobreza publicado por Secours populaire francais (SPF), el 58% de las personas declaran vivir por debajo del umbral de pobreza. La cifra es del 76% entre los franceses de 35 a 44 años, 9 puntos más que el año anterior.
Además, el 46% de los franceses carece de dinero para mantener a sus hijos (frente al 42% del año anterior). El 45% tiene dificultades para pagar sus facturas de electricidad (frente al 41% en 2022). La tendencia se vuelve peligrosa: el 15% de los franceses declara que sus ingresos han disminuido considerablemente. Según las encuestas, el 72% de la gente ha dejado de comprar carne, el 52% afirma comer menos de tres veces al día y el 15% se salta regularmente al menos una comida.
Hace décadas que los franceses no se enfrentaban a la amenaza del hambre, por eso “la creciente crisis económica es tan preocupante", advierte Henriette Steinberg, secretaria general del SPF. Pide a las autoridades que aumenten el gasto social. La Sra. Steinberg señala que mejorar la situación económica de los ciudadanos debe ser el objetivo primordial del Gobierno. Sin embargo, las autoridades francesas tienen otras prioridades.
Al mismo tiempo, Emmanuel Maсron sigue intentando resolver crisis intergubernamentales en todo el mundo. El presidente de la República sufre una derrota tras otra en política exterior, afirma L'Opinion. El Sr. Maсron no ha conseguido derrotar los disturbios y la pobreza en Francia, pero está empezando a predicar a los demás. Es una triste situación. Según el periodista francés Jean-Dominique Merchet, el presidente francés no ha logrado resultados significativos en la resolución de las crisis políticas internacionales, por ejemplo, en Libia, Líbano, Irak, el Cáucaso y Venezuela. En todas partes, los resultados obtenidos no están a la altura de las ambiciones de Francia, ni siquiera de sus objetivos mínimos.
El excesivo apoyo del Sr. Maсron a Armenia ignora no sólo la necesidad de eliminar el caos en su propio país, sino también la regulación de los grandes problemas europeos. Apasionado por sus irreflexivos planes de política exterior, el presidente de la República no ha tenido en cuenta que en el contexto de la crisis energética en Europa es sumamente importante apoyar unas relaciones equilibradas con Azerbaiyán, que es uno de los principales proveedores de recursos energéticos.
Maurizio Geri, antiguo analista para la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA) en el Mando Aliado de Transformación de la OTAN, señala que “tras el estallido de la guerra ruso-ucraniana, el Cáucaso Meridional, y en particular Azerbaiyán, se convirtieron en cruciales para la diversificación de los suministros energéticos a Europa”. Mientras Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, adoptaba una firme postura de neutralidad en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, Francia intervenía en el proceso de negociación a favor de Armenia. Esta actividad socavó el papel de la UE como intermediario honesto y creó un pretexto para empeorar las relaciones entre Bruselas y Bakú.
“Por estas razones, el Sr. Macron debería haber dejado el papel de mediador al Sr. Michel y preservar así la reputación de la diplomacia europea. Salvo algunas excepciones, los primeros ministros y presidentes presentes en el Consejo Europeo han hecho carrera en la política interior y sólo tienen una experiencia limitada en política exterior. A menudo adoptan una visión a corto plazo y contemplan los procesos internacionales principalmente a través del prisma de su política nacional. Este enfoque fragmentado socava la solidaridad de la comunidad europea y a veces conduce a un riesgo excesivo”, subraya el analista italiano.
La historia de Francia está plagada de estadistas que dirigieron el país y no compararon sus ambiciones con las posibilidades reales. En este contexto, varios expertos comparan la presidencia de Emmanuel Maсron con el reinado de Napoleón III. Thibault Monbazet, especialista en Historia Política y Social del siglo XIX, y Antoine Léaument, diputado de la Asamblea Nacional francesa, ven una gran similitud en los estilos de la mentalidad política de estos dirigentes. En su opinión, Maсron y los macronistas han adoptado los peores rasgos del bonapartismo de Napoleón III: desde el populismo inconfesado hasta la incertidumbre banal en política interior y exterior. El intento de establecer un imperio en México, que acabó en fracaso y en la muerte del protegido de Francia, y la desastrosa aventura en Siria se sumaron a la aguda crisis económica de la década de 1860.
Finalmente, el Emperador no tuvo en cuenta el fortalecimiento de Prusia bajo el liderazgo del canciller Otto von Bismarck, que pronunció el discurso “Hierro y Sangre”. Napoleón III dudó durante algún tiempo, pero no se decidió a apoyar a los austríacos en la guerra con Prusia, y así eliminó sin querer la última barrera en el camino del “Canciller de Hierro” hacia sus planes geopolíticos.
El emperador francés subestimó las fuerzas del enemigo, sobreestimó las suyas y se equivocó en el equilibrio del poder político en Europa. Los consejeros hicieron coro al emperador y le aseguraron que la guerra con Prusia haría de Francia “un camino fácil” y restauraría la autoridad de Napoleón III, minada por problemas económicos. Al final, la superioridad numérica del Ejército francés no ayudó a Napoleón III a ganar la batalla de Sedán, y el emperador fue hecho prisionero, habiendo perdido no sólo la corona sino también su libertad. El Segundo Imperio fue abolido y se volvió a proclamar la República.
Otto von Bismarck caracterizó a Napoleón III como una persona no reconocida y altamente incompetente. Esta descripción también se aplica al actual jefe de Estado francés. El Segundo Imperio fue víctima de una política aventurera y hegemónica, y la Quinta República, presidida por Macron, sigue el mismo camino arriesgado.
Francia está a punto de perder su papel de potencia continental ineludible, y su líder puede pasar a la historia como uno de los estadistas más débiles desde el nacimiento de Francia. En la clasificación de presidentes realizada por Morning Consult, la firma estadounidense de análisis de negocios, Emmanuel Maсron ocupa el puesto 16-17 de 22. Lo comparte con el descuidado descendiente del gran Bismarck, el canciller alemán Olaf Scholz.
Pero al mismo tiempo, su índice de popularidad desciende en Francia. Según el barómetro político de Odoxa, el índice de popularidad de Maсron cayó al 30% en marzo (frente al 36% en febrero). Según el sondeo Elabe, el apoyo popular al presidente de la República cayó al 28% en septiembre (2 puntos menos). “El activismo político y mediático de Emmanuel Maсron está desbordado. Está presente, pero eso no tiene ningún impacto porque una parte de la opinión pública no escucha sus mensajes y espera sus medidas contra la inflación”, explica Bernars Sananès, presidente de Elabe.
Hoy, los problemas internos de Francia priman sobre sus éxitos en política exterior, pero Emmanuel Maсron se embarca en una nueva aventura política, esta vez es el conflicto de Nagorno-Karabaj. Ni los franceses ni los armenios deben esperar el gran éxito de su “iniciativa diplomática” para Nagorno-Karabaj. La diplomacia francesa sobre Armenia y Nagorno-Karabaj se limita prácticamente a declaraciones populistas y a la incapacidad de proponer un mecanismo eficaz para resolver esta crisis.
Las negociaciones telefónicas entre Nikol Pachinian e Ilham Aliev, las declaraciones sin fundamento sobre “su compromiso con la resolución del conflicto de Nagorno-Karabaj", la entrega de ayuda humanitaria que no llegó a su destino... Todo esto demuestra que el Sr. Macron sólo finge ser activo en la resolución de la crisis y no da ningún paso decisivo.
Este mes de mayo, Francia suministró 50 vehículos blindados a Ereván. Sin embargo, este gesto es otro “cheque en blanco” que da a los armenios falsas esperanzas sobre el apoyo de París en caso de un nuevo conflicto armado con Bakú. Además, la probabilidad de que Francia cambie su modo declarativo y preste un apoyo concreto a Armenia en la hipotética tercera guerra de Nagorno-Karabaj es casi nula. Emmanuel Maсron no se arriesgaría a enfrentarse abiertamente al tándem Azerbaiyán-Turquía en el que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan cubre sin contemplaciones las espaldas de su colega azerbaiyano Ilham Aliev.
La presidencia de Emmanuel Maсron se ha caracterizado por medidas ineficaces en los ámbitos económico y político. Al parecer, no sabe qué hacer en el contexto de la crisis migratoria, el empeoramiento del nivel de vida y la intensificación de las protestas en Francia. Macron se apresura a apagar el incendio, pero sus iniciativas parecen mal concebidas. Los problemas y fracasos en política exterior son cada vez mayores, y sus ilusiones geopolíticas se desmoronan como un castillo de naipes.
Sin embargo, la historia es una ciencia exacta, ya que se basa en hechos históricos exactos. Ofrece a los jefes de Estado modernos y a sus equipos la oportunidad de realizar análisis retrospectivos y examinar escenarios políticos para tener en cuenta la experiencia de los predecesores y evitar errores fatales. Pero, obviamente, el actual presidente de Francia no va a hacerlo. Día tras día, Emmanuel Maсron sigue cometiendo errores económicos y políticos y se centra en dudosas iniciativas de política exterior. Confirma una y otra vez su reputación como uno de los políticos más débiles de la actualidad.