Opinión

Cruceros en el Mediterráneo: emerger de la pandemia

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La industria de cruceros también se ha visto significativamente afectada por las consecuencias negativas de la pandemia de la COVID-19. Los cruceros han ido evolucionando en los últimos años, adecuándose a la demanda, desde el concepto de mero transporte marítimo al enfoque de ocio turístico. Es un producto completo, con variedad de destinos, buena relación calidad/precio, que ofrece experiencias y emociones para todas las edades y además genera empleo directo e indirecto, ya que implica a embarcaciones, puertos, agencias de viajes, proveedores y a la cadena de suministro de bienes y servicios asociados.

El turismo de cruceros ha sido uno de los segmentos del mercado turístico internacional que mayor crecimiento ha experimentado en los últimos años, también en el Mediterráneo, con un incremento de la demanda del 20,5% desde 2016. En 2019, 29 millones de personas tomaron un crucero.

Por otro lado, a medida que crecen los destinos, esta industria resulta también ejemplo de la globalización. Con clientela y personal de abordo multinacional, y un nivel de independencia con respecto a comunidades y naciones nunca visto, su desarrollo tiene importantes implicaciones económicas, legales, medioambientales y sociales.

El Mediterráneo es el segundo destino de cruceros a nivel mundial, pero podría superar al Caribe, que hoy es el número uno, por sus excelentes condiciones climatológicas y el atractivo que supone su diversidad de culturas, su dieta y su historia. La temporada de cruceros es más larga y cuenta con itinerarios diferenciados. Es por ello por lo que las principales empresas internacionales saben que este mar ofrece un enorme espacio de crecimiento.

Mediterráneo

El mar Mediterráneo cuenta con 45.000 km de costas, de los cuáles 19.000 km representan costas isleñas, soporta 30% del comercio marítimo mundial por volumen; tiene una ruta de tránsito para el 25% del tráfico marítimo petrolero, y aglutina más de 450 puertos y terminales. Con más de 150 puertos en las riberas mediterráneas, existen unos 70 operadores. Sin embargo, no todos los puertos gozan de los mismos privilegios. El puerto principal sigue siendo Barcelona, que ejerce como centro de todos los cruceros del Mediterráneo occidental. 

La batalla de los cruceros se gana en tierra y los grandes puertos del Mediterráneo continúan desarrollando nuevas plataformas y grandes terminales marítimas con inversiones en millones de euros con el fin de atraer a millones de pasajeros y ofrecer productos diferenciados. Esto es una ganancia financiera real para la economía local. La visión de una flotilla de buques de crucero que se alinean en el puerto también hace que la ciudad sea más atractiva. 

Esta industria supone una gran fuente de riqueza, pero debe afrontar un reto imprescindible para un desarrollo sostenible porque tiene un altísimo impacto medioambiental. Un informe reciente indica que la contaminación que generan los cruceros en los puertos donde atracan equivale a cinco veces el total de vehículos que circulan por su territorio. Por eso urge impulsar alternativas como la fabricación de cruceros eléctricos.

Además, es una industria controlada en un 80% por cuatro grandes grupos centrados en pocos puertos con gran impacto. A nivel mediterráneo, es importante ampliar la oferta hacia otras pequeñas ciudades portuarias para ayudar a vertebrar el territorio, ampliando así la oferta.

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Otros retos a los que la industria debe hacer frente son los elevados costes: la construcción del buque, una tripulación cualificada, normas de seguridad adecuadas, hacer frente a la inestabilidad política, al comportamiento del precio del petróleo, … Todos ellos factores que impactan en el desarrollo del sector. 

La concepción tradicional de crucero es la modalidad vacacional reservada a segmentos con poder adquisitivo. Pero el crecimiento espectacular que han experimentado los cruceros en el Mediterráneo nos indica el camino para ganar la apuesta por promover una sociedad y un modo de vida común a nivel global. Aunque hasta ahora cada destino ha contado con sus prioridades y estrategias, todos deberíamos trabajar juntos a partir de ahora y con un objetivo único para promover la región. Hay que apostar por crear una marca común que impulse la complementariedad de las ofertas en lugar de una competencia entre destinos. Otras regiones del mundo ya lo han hecho apostando por la promoción conjunta y por una marca común, como es el caso de la ‘Caribbean Tourism Organization’, en la que participan 33 países. 

En este momento de reflexión impuesto por la pandemia, hacen falta nuevos planteamientos. Se debe invertir en el desarrollo de una marca turística común que refuerce los atributos clásicos del Mediterráneo entre los consumidores, sobre todo en aquellos de mercados emisores lejanos. Los diferentes organismos mediterráneos deben promover un nuevo marco de cooperación y proyectos conjuntos para una nueva alianza mediterránea, algo que resulta clave para afianzar el liderazgo de la industria turística y alcanzar así la primera posición del sector crucero a nivel mundial.

Anwar Zibaoui, coordinador general en ASCAME