El Pos-Ramadán

José María Bartol Espinosa
En mi libro de Kantara-2011 y en el posterior «Baul de Alharacas » hablo profusamente del fenómeno que supone el mes Santo de Ramadán en la cultura musulmana, no dudé en bautizar el artículo : «Un hándicap llamado Ramadán» título que cacé al azar en una conversación entre gente musulmana allegada que pertenecen a la alta sociedad culta del Maghreb. En mis escritos, sin faltar un ápice al noble y respetable sentimiento religioso de recogimiento y oración que preside el mes Santo del Islam, no dejo de referir las contradicciones y complejidades que complican la vida diaria de la sociedad musulmana durante éstas fechas, especialmente hago hincapié en lo «cansado» que deja al personal el tercer pilar del islam, el mes de ayuno.
He vuelto a Tánger despues del Aid-seghir que significa «fiesta chica ó pequeña» pues todo el mundo sabe que el Aid-Kibir es decir la fiesta grande del orbe musulman es la del cordero que será aproximadamente dentro de unos 65 dias. Como el final de Ramadán coincidió con el lunes 26 de Junio, toda esta semana ha sido de recuperación. Seguimos con dos horas de diferencia respecto a España hasta la madrugada del proximo sabado, resulta cuanto menos curioso ver el sol por las mañanas y mirar el reloj que marca las 5,30 horas.
A las 10,30 cuando por las calles de toda ciudad europea la gente se dirige a yantar, aquí los comercios en su mayoría no han abierto. Panaderías y cafeterías son los únicos que mantienen el tipo, aunque estas últimas no madrugan mucho y estan más pendientes de los horarios de tarde sujetos a los eternos partidos de fútbol en televisión. El mercado del Zoco grande no es que tenga poco pescado, es que no han abierto hasta hoy sábado y con escaso material, (los langostinos y marisco enterrados en hielo y congelados sabe Dios desde qué dia del mes de Ramadán), apenas han salido barcos a pescar y los puestos solo tienen lenguadinas, sardinas, boquerones, rayas y sanpedros. De éste excelente pescado he comprado uno de 850 gr. a 90 dh/Kgr cuando suele estar al doble en temporada normal. El Jueves pasado, día de zoco de jebelias en las aceras, apenas cuatro mantas con verduras y yerbas aromáticas, imposible hacer planes de menús. El pan de torta beldi no apareció hasta el viernes día de cus-cús y en la salida del rincón de los panes el pastelero experto en «chubakias» me ha dejado con las ganas de comprarle media docena. Todo cerrado.
Ayer viernes, concluyendo la semana de «recuperaciones», en las oficinas del catastro donde quise agilizar una gestión, no es que el personal se reduzca durante el rezo, no. Es que todos se habían ido a la mezquita cerrando las oficinas, no pasa nada si se advirtiera al ciudadano para evitar paseos. Es decir, el quiero (aparentar vida normal) y no puedo (consecuencia del Ramadán) es todo lógico y coherente. El próximo año, además de ausentarme durante el mes Santo, me tomaré de descanso -también- la semana siguiente.
Abdellá, el abuelete de la tienducha que vende casi de todo y solo le falta una cama tras el mostrador dada las horas que mantiene abierto en los bajos del edificio donde vivo, es una anciana y venerable persona que me cuenta anécdotas de los años 50 y 60, habla perfectamente español y siempre que le digo : «Abdellá, tienes huevos?» …. Me responde «!! sal a la calle !!». Me recuerda conversaciones y expresiones de las pandillas de amiguetes en mi infancia ceutí, me río mucho con él. Abdellá me cuenta que no recibe leche desde la penúltima semana del Ramadán (?)… oye y ¿cómo se apañan las madres con los niños pequeños?, se encoge de hombros. Paseando por los confines del barrio de Iberia conseguí un litro de leche de marca francesa que jamás habia visto en mis 22 años maghrebíes, tenían poca existencia. Supongo que en los grandes supermercados como el Marjan no pasarán escasez, no lo sé, no voy a sacar el coche para ir a comprobarlo.
El zapatero de la calle permanece cerrado, me lo he encontrado -hoy sábado- con la saya «gandora» blanca impecable de festivo camino del Zoco y me ha confirmado que también se ha tomado esta semana de «descanso» ; !joder ! (se me ha escapado), qué tendrá el Ramadán que os deja a todos maltrechos y agotados, me ha entendio perfectamente pero ha continuado su camino sonriendo.
Esto es Tánger, mi ciudad que, cuando crees conocerla siempre te sorprende cual misteriosa Fez, impúdica Agadir, risueña Marrakech o impenetrable Mekenes. No creo que el Ramadán y sus cansinos flecos del Aid-Seguir difieran mucho en las demás ciudades del Maghreb. Por si acaso no se lo preguntaré a ningun rifeño de Oujda, éllos siempre dicen que los tanjaguis son muy flojitos… de todo y en todo. Alah sabrá lo que quieren insinuar.