Estoy cansado

F. Javier Blasco

Pie de foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy - Imagen Gtres

A pesar de haberme prometido a mí mismo pasar de la situación y del debate político para el primer intento de investidura tras las pasadas elecciones, desde el pasado martes por la tarde he asistido con cierto interés morboso a lo que todas las cadenas de radio y televisión nos han venido ofreciendo sobre el tema. Debo aclarar que lo he hecho no por albergar ninguna esperanza o atisbo de solución en el horizonte cercano; no, lo he hecho por escuchar los argumentos de los llamados a dirigir nuestro futuro en España, los representantes en las Cortes de los diferentes Partidos Políticos, quienes tienen la obligación de elegir al que debe ser el próximo Presidente del Gobierno.

Como era de esperar, el tono de sus intervenciones fue creciendo a medida que los señores y señoras diputados y cabezas visibles de los diferentes partidos representados han venido ocupando por turno su puesto en la arena política.

Emplear el término arena política, me hace recordar otro tipo de arena, la que se emplea en las pistas de los circos donde los payasos aparecen para alegría y distracción de los niños mediante cantidad de sandeces que pronuncian y lo grave que de sus gestos se interpreta.

Los papeles jugados por los diferentes actores tragicómicos acompañados de esperpénticos  gestos, pronunciamientos y mamarrachadas de gran parte de ellos han sido los esperados por parte de aquellos que acostumbran a emplear el hemiciclo como una barricada o el escenario montado para la algarada política callejera.

No obstante, hay que resaltar que con el paso del tiempo, dichos gestos y pronunciamientos cada vez se suceden con mayor intensidad y van un paso a más allá. Hoy las actuaciones de los independentistas y republicanos, principalmente los catalanes, han alcanzado un clímax mayor. Hemos sido testigos de frases malsonantes, de verdaderas declaraciones de auténtica ruptura y desprecio hacia España, la Constitución y el respeto a la Ley y las decisiones judiciales. No les importa nada España ni los españoles, solo sus mamandurrias personales y sus beneficiosos envoltorios populistas apelando a representar a todo un pueblo o región. Oyéndoles da la sensación de que todos estamos equivocados y vamos en dirección contraria, salvo ellos, claro.

Son los únicos que entienden el verdadero sentido de la Democracia; el resto somos unos absolutistas impresentables y totalmente anti democráticos. Incluso les he oído alegrarse de que su insumisión les llevará a la cárcel porque ello será un mal ejemplo de la imagen de una España que se dice ser democrática. En su afán por alcanzar los pérfidos objetivos perseguidos hasta han ofrecido su apoyo al líder socialista a cambio de que este dé rienda suelta a sus delirios y no obstaculice dichas pretensiones. La pregunta que ahora nos surge es ¿Si cederá Pedro Sánchez a dichos cánticos de sirena?

Lo malo de toda esta patochada es que frente a ellos y sus declaraciones, son muy pocos los líderes y partidos capaces de negarse rotundamente, plenamente convencidos y con miles de argumentos y, aunque dicha tarea le corresponda al candidato, al menos un atisbo de apoyo en sus fundadas y sentidas réplicas hubiera sido mucho de agradecer por todos aquellos que con independencia de sus ideas políticas, creen en una España unida y sin medias tintas o amaños que solo traen problemas mayores el día de mañana.

Cuánto daño nos ha hecho las amistades de conveniencia y los “favores” pagados a sangre y fuego por los españoles. También, aquellos acercamientos que se hicieron por inconsciencia de los que dieron un paso más por el simple gesto de pasar a la historia por su originalidad o un buenísimo mal entendido. Ninguno de ellos supo darse cuenta de que todo movimiento independista es insaciable por naturaleza y a cada "favor" pedirían mucho más .

El amigo Pablo Iglesias ha confundido de nuevo el escenario, desde la apertura de su intervención adornado de su típica vestimenta, aspecto físico deplorable y gran subida de tono, equiparable incluso a la de una canción protesta rapera de baja estofa y poco contenido. Su originalidad la basa en el hecho de que solo él sabe cómo arreglar las cosas, todo lo tiene previsto y solo hay que seguir sus pasos para convertirnos en los más felices del universo. Hombre provocador como pocos, ha vuelto a retar a las llamadas izquierdas progresistas apelando a mensajes guerra civilistas para tratar de crear en un totum revolutum un gobierno de mil cabezas y tendencias con el que retar a todos dentro y fuera de España.

Sus promesas recuerdan mucho a aquellas que se pronunciaron en Grecia hace unos meses y solo han servido para llevar a sus ciudadanos a la mayor de las melancolías, pobreza y desesperación para muchos años.

En los últimos meses he escrito varios trabajos sobre los retos internos a los que nos enfrentamos, amenazas externas de todo tipo y a las pérdidas de prestigio y de inversiones por falta de confianza en nuestros políticos. No quiero repetirlos porque, a estas alturas, son de sobra conocidos por todos. Pero si quiero resaltar lo que acabo de mencionar sobre la creciente amenaza separatista y las “alegrías políticas” totalitarias del representante de Podemos. No obstante a todo ello, todavía persisten algunos en entender que no estamos ante una situación especial, que se necesita una solución rápida para afrontar dichos riesgos y para cambiar todo aquello que debe ser cambiado para el buen funcionamiento de España, nuestra economía, servicios sociales y en aras de mejorar las relaciones y posición en el extranjero.

Tal y como estaba previsto, este circo de hoy no ha servido para nada, salvo, para provocar los aplausos y risas de las correspondientes bancadas y llenar las redes sociales de memes. Incluso, los escasos apoyos recibidos a la candidatura lo han sido con la nariz tapada, la boca pequeña, llenos de dudas y con amplia expresión de una gran desconfianza. Grave error, porque cuando uno se decide al apoyo de algo importante, debe hacerlo con plena esperanza en lo propuesto; si no es así, es mejor no hacerlo.

Para nuestra desgracia, las fobias personales siempre aparecen en los principales actores y con ellas no se llega a ninguna parte, porque minan el mensaje, no ofrecen sensación de firmeza y compromiso real sino de algo provisional y pendiente de constante y suspicaz revisión y supervisión, cosa que, por cierto, no ocurrió ni aprecié en el apoyo de los mismos actores en la fallida investidura de hace unos meses.

Tengo la sensación de que posturas farisaicas como la de ayer solo buscan el propio beneficio y presentarse al lectorado como el único capaz de salvar la Patria aunque siempre apuesten por  apoyar a los perdedores. O quizá, lo haga, precisamente por eso. Dar un brindis al sol y quedar bien ante todos en busca de caladeros de votos de personas que fácilmente se dejan convencer por gestos positivos, aunque estos sean exagerados hasta el grado máximo. hay que tener cuidado con los falsos mesías arregla todo. 

Estoy cansado y creo que  todos lo estamos; debemos reflexionar sobre nuestro sistema y luchar por cambiar nuestra legislación para hacerla más exigente en muchos aspectos. Sobre todo, pienso que nuestra actual Ley electoral está mas que demostrada como caduca y la nueva no debe permitir que en la Cámara de los representantes de la Soberanía Popular tenga cabida ninguno de aquellos partidos políticos que no acatan nuestra Constitución y  tienen como único objetivo romper España o la emplean para hacer apología de reconocidos terroristas. No sé qué hacen allí, no se merecen el escaño que ocupan, ni el sueldo que les pagamos y, ni siquiera, el derecho a la palabra que la Constitución les otorga. 

Estoy muy cansado de todos ellos y mucho más de la situación que atravesamos; estamos abocados a unas nuevas elecciones, las terceras en un año y mucho me temo que estas no servirán de nada, a menos que los españoles, el pueblo, la gente o los ciudadanos, según sea quien se refiera a ellos, tomen la decisión de arreglar por ellos mismos lo que nuestros “payasos” no saben enmendar.  

Espero que en este periodo de dos meses que nos separa de la convocatoria de nuevas elecciones, a nadie se le ocurra caer en la tentación de llevarnos a una situación de gobierno multicolor, con graves y diversas tendencias y pretensiones divergentes. España y los españoles no lo aguantaríamos y lo que es peor, cerraremos nuestras puertas a todo tipo de comprensión y apoyo  exterior lo que irrefutablemente nos llevará a situaciones peores de las que todos querríamos habernos olvidado para siempre.