Putin imperialista ataca a Ucrania y atemoriza a Europa

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Nadie lo creyó posible. No en el siglo XXI, no después de dos devastadoras guerras mundiales y de la construcción de organismos multilaterales, tratados y acuerdos en aras de sostener la paz ante  los conflictos. Nadie creyó que los demonios salieran otra vez, porque  no había  una Guerra Fría, pero Putin lo ha hecho posible ante el azoro de los europeos.  

El pasado 24 de febrero inició la invasión al completo del territorio de Ucrania por parte de las tropas rusas, en una operación quirúrgica por tierra, por aire y por mar: una lluvia de proyectiles y misiles han destruido aeródromos y más de un centenar de instalaciones militares. Los daños colaterales dejan casi un millar de heridos y un centenar de fallecidos con varios niños incluidos.  

En menos de doce horas, las tropas rusas controlan Chernóbil y en escasas 30 horas de invasión acechan ya el edificio del Parlamento en Kiev pero la capital ucrania resiste improvisando cócteles Molotov y armando a la población civil. Es David contra Goliath. 

El presidente ruso  prácticamente ha preparado al milímetro la operación: su ejército primero entró por Lugansk y Donetsk en el Este de Ucrania; desde Bielorrusia lanzó misiles a Járkov y ocupó Chernóbil; y desde Crimea,  han bombardeado Jersón y a través del Mar Negro  han atacado a Odesa. A la ráfaga de misiles le ha precedido el ingreso de las tropas por tierra. 

Agónico en el poder, Volodímir Zelenski, pide una coalición internacional para que Occidente frene al invasor y  ayude a Ucrania ante el asedio. “Han caído más de cien misiles. Los muertos ya superan el centenar y están atacando a la población civil”, denuncia desesperado.  

 Desde la Casa Blanca, el mandatario Joe Biden vuelve a reiterar que no enviará tropas para luchar en Ucrania y Jens Stoltenberg, cabeza de la OTAN, también le secunda. Ucrania está en las manos de Putin. 

Europa ha subestimado al presidente ruso decidido a reconstruir su zona de influencia. Lo ha hecho Putin a pesar de los denodados esfuerzos del presidente francés, Emmanuel Macron, por evitar una escalada  belicista y sentar a todas las partes involucradas en una mesa de diálogo y de negociación. El delfín del Elíseo sigue hablando vía telefónica con Putin, incluso un día después de iniciada la invasión belicista en la que Macron volvió a conminarle  el camino de la diplomacia. 

En cambio, colérico ante los hechos, Boris Johnson dijo que era el momento colectivo para que Occidente elimine su dependencia hacia el gas y el petróleo ruso para siempre.  

“A pesar de todas sus bombas, tanques y misiles, no creo que el dictador ruso domine jamás el sentimiento nacional de los ucranianos y su creencia apasionada de que su país debería ser libre”, declaró el premier británico. 

Al calor de la inminente invasión, Zelenski tomó varias decisiones: la aprobación de un decreto para utilizar armas, la aplicación del Estado de Emergencia, la instauración de la Ley Marcial, el toque de queda en Kiev, la convocatoria urgente de todos los reservistas y un decreto sobre la movilización general de todas las personas en edad de servir en el Ejército desde los 18 hasta los 60 años de edad. 

La situación es dramática. Los rostros enjutos y desvelados de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Layen y del titular de Exteriores de la UE, Joseph Borrell, volvieron a mostrar para los europeos la profunda preocupación provocada por el movimiento belicista de Putin  cuyas consecuencias se anticipan negativas en lo económico y disruptoras en el agonizante orden mundial.  

Von der Layen lo ha  reprobado: “Tropas rusas invadieron Ucrania, un país libre y soberano y una vez más en Europa central mujeres inocentes, hombres y niños están muriendo, temiendo por sus vidas. Condenamos ese ataque bárbaro y los argumentos cínicos para justificarlo”. 

La voz de Borrell sonó a cataclismo para los europeos que intentan tomar las mejores decisiones con la cordura y la dignidad que demanda el momento: “Estas son las horas más negras para Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial porque una potencia nuclear ha atacado a un país soberano y está amenazando con represalias a cualquier otro estado que pueda acudir a su rescate”. 

Unos minutos después de desatarse el bombardeo e iniciar la guerra en Ucrania, Putin envió un mensaje televisado a su población señalando que había ordenado el inicio de una operación militar especial.  

“Su objetivo es proteger a las personas que han sido objeto de abusos y genocidio del régimen de Kiev durante ocho años y para ello buscaremos desmilitarizar y desnazificar Ucrania y llevar ante la justicia a quienes cometieron numerosos crímenes sangrientos contra personas pacíficas, incluidos nacionales rusos”, amenazó.  

De la duración de la guerra, el mandatario ruso señaló que durará lo que tenga que durar y  amagó con una cruda advertencia ante cualquier intento de intervención en defensa de la población ucraniana: "Cualquier interferencia de terceros países tendrá consecuencias como nunca se han visto". 

 Biden calificó a  Putin de “matón” y  dijo que eligió una guerra premeditada que traerá una pérdida catastrófica de vidas y de sufrimiento humano. Horas antes de los inminentes bombardeos revelados por el Pentágono, el titular de la ONU, António Guterres, suplicó al líder del Kremlin negociar en términos de la diplomacia internacional. 

"Si efectivamente esa operación se está preparando, sólo tengo una cosa que decir desde el fondo de mi corazón: presidente Putin, impida que sus tropas ataquen Ucrania. Dé una oportunidad a la paz, demasiada gente ha muerto ya”, clamó en un discurso improvisado previo a otra  reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU.  

Ni salvar el Acuerdo de Minsk, ni la amenaza de graves sanciones a Rusia por parte de Occidente, ni siquiera las denuncias de Washington en el seno del Consejo de Seguridad han frenado al presidente ruso obsesionado por la seguridad de su territorio y la presencia de los misiles Tomohawk a escasos minutos del espacio vital ruso.  

Batería de sanciones 

Putin ha sabido calcular el momento de su estrategia con Ucrania y  manejar los tiempos, comenta el experto en geopolítica Raúl González, porque lanza sus intenciones bélicas cuando es más perceptible cierta debilidad estratégica en EU y en sus aliados sobre todo tras la lamentable salida de las tropas americanas y aliadas de Afganistán. 

En el Kremlin han analizado fríamente las consecuencias de cada una de sus posibles estrategias y las respuestas que podrían obtener: primero comenzó con misivas enviadas al presidente Joe Biden y al líder la OTAN, Jens Stoltenberg, solicitando y proponiendo cláusulas para un nuevo acuerdo de seguridad regional para Europa que dejase a Ucrania sin posibilidad alguna de ingresar a la Alianza Trasatlántica, lo mismo para Georgia; que frenase la expansión de la infraestructura de la Alianza en Europa del Este y que dejase fuera de la OTAN a los países más cercanos a las fronteras con Rusia considerados como amenazas potenciales para el Kremlin. 

Ha sido hábil para calibrar hasta dónde EU y el resto de Occidente, estarían dispuestos a ceder; para evaluar las divisiones internas en la OTAN y la UE; y sumar en el haber, los apoyos  para Rusia, de China, Hungría, Pakistán, Argentina y Brasil. Mientras India, Israel y Turquía han hecho mutis.   

Ha jugado al despiste, desplazando miles de soldados inclusive por Bielorrusia desde donde ha preparado la invasión hacia Kiev.  Ha implementado una guerra híbrida con ataques cibernéticos selectivos, tres masivos, sufridos a lo largo de distintos días en Ucrania y que afectaron desde bancos estatales, el ministerio de Defensa y varias oficinas gubernamentales.  

Y también ha dado por descontado que habría más y nuevas sanciones para una economía que sigue añadiendo castigos desde que en 2014 se anexionó Crimea y Sebastopol. 

A las sanciones comerciales, financieras, en visados, políticas, de cooperación y económicas  impuestas desde entonces por EU y la UE, se añadieron  otro cúmulo de represalias –un primer paquete– tras reconocer la independencia del Donbás. Después, con la invasión al resto del territorio y los bombardeos, fue anunciado  otro segundo paquete  de castigos.  

En el primer paquete de sanciones la Casa Blanca incluyó: 1) Ningún estadunidense podrá invertir en Donetsk y Lugansk; 2) Están prohibidas las importaciones, exportaciones, reexportaciones, venta o suministro, directa o indirectamente, desde  EU  a Donetsk y Lugansk; 3) No está permitido el financiamiento, facilitación o garantía por parte de una persona de EU en estas zonas; 4) Tampoco ningún apoyo financiero, material o tecnológico.  

Directamente contra Rusia, el mandatario Biden  ordenó un nuevo laudo de sanciones coordinadas con la UE,  Reino Unido, Canadá, Japón y Australia.  Y en especial, con Alemania, han paralizado la licencia del Nord Stream 2;  todas las empresas que participen en él serán sancionadas por el Departamento del Tesoro.  

Putin se queda sin su poderoso proyecto de gas barato a Europa aunque tiene otros en funcionamiento como el Nord Stream por donde sigue fluyendo –hasta el momento– su gas para los europeos.  

Las medidas para Rusia incluyen un bloqueo total a dos relevantes instituciones financieras rusas usadas para financiar al Kremlin y al ejército ruso: Vnesheconombank y Promsvyazbank y sus subsidiarias. Colectivamente, estas instituciones poseen más de 80 mil millones de dólares en activos y financian el sector de defensa ruso y el desarrollo económico.  Estas medidas congelarán sus activos en EU, prohibirán a las personas y empresas estadunidenses realizar cualquier transacción con ellas, las excluirán del sistema financiero mundial y cerrarán el acceso al dólar estadunidense.  

También  la deuda soberana rusa queda restringida no podrá colocarse ni venderse ni negociarse en mercados secundarios. Estas prohibiciones privarán al gobierno ruso de una vía clave a través de la que obtiene capital para financiar sus prioridades y aumentará los costos de financiamiento futuros; y niega el acceso de Rusia a mercados e inversores clave de Estados Unidos. 

Se sanciona a cualquier institución en el sector de servicios financieros de la economía de la Federación de Rusia: “Más del 80% de las transacciones diarias de divisas de Rusia a nivel mundial se realizan en dólares estadunidenses y aproximadamente la mitad del comercio internacional de Rusia se realiza en dólares. Con esta acción, ninguna institución financiera rusa está a salvo de nuestras medidas, incluidos los bancos más grandes”. 

A su vez, la UE impuso otra serie de restricciones para Rusia comenzando por el veto a los 351 parlamentarios de la Duma que votaron por la independencia de Donetsk y Lugansk y que tienen prohibido entrar a cualquiera de los 27 países miembros. 

Se castiga igualmente al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, al comandante de la Marina, Nikolay Yevmenov; a María Zakharova, portavoz de Exteriores, igualmente a Anton Vaino, jefe del despacho del Kremlin y a Margarita Simonyan, titular del canal Russia Today. Rusia tampoco podrá financiarse dentro del mercado de capitales de la UE, ni vender ni colocar sus bonos de deuda 

Segunda ronda de sanciones 

Es jueves  24 de febrero, caen las bombas en Ucrania y  desde la Casa Blanca, el presidente Biden –en coordinación con los países del G7– ha decidido lanzarle una segunda ronda de bombas económicas y financieras a Rusia. 

"Hoy estoy autorizando más sanciones para maximizar el efecto a largo plazo. Tenemos un acuerdo total en el G7 para que no pueda hacer negocios en dólares, euros, libras y yenes. Vamos a cortar el acceso de Rusia a la tecnología y vamos a recortar a la mitad su influencia en la alta tecnología. Hoy hemos visto el nivel más bajo del rublo en su historia. Su bolsa se ha hundido. Hemos cortado el acceso al mayor banco de Rusia y a otros cuatro bancos”, anunció. 

En palabras de Biden se congelan los activos de dos importantes bancos rusos: Sberbank y el VTB Bank con la finalidad de asestar un golpe implacable a la economía eslava. 

"Es un momento peligroso para Europa y para la paz en el mundo. Ahora todos ven claramente el deseo de Putin de tener un imperio. Tiene una visión siniestra para el futuro de nuestro mundo, en el que una potencia puede atacar a otra por la fuerza. La libertad prevalecerá”, aseveró.  

Sin una intervención directa en Ucrania, Biden adelantó que la OTAN ya tiene activado un plan de respuesta para que las tropas se desplieguen donde sea necesario y en el momento que sea necesario; y que para tal efecto habrá un mayor despliegue de soldados estadunidenses en Alemania para proteger a los aliados y enviará 7 mil militares más a Polonia. 

Un país ocupado, invadido, con miles de desplazados internos, la ONU estima cien mil  personas pero entre uno y dos millones de refugiados en las fronteras con Polonia. 

También la UE, en  una reunión de urgencia, el Consejo Europeo con los 27 presidentes  determino otra ronda de sanciones sumándose a las de EU y el G7 para afectar a Rusia en su sector energético, aeronáutico, financiero, en la tecnología y la obtención de visados prácticamente se le impide financiarse en el mercado europeo, colocar sus bonos, congela activos financieros, impide el comercio de conductores tecnológicos y niega los visados a un grupo de personas cercanas al mandatario ruso. 

Para Von der Leyen se hará todo por aislar a la economía rusa para que Putin pague caro lo que está haciendo con Ucrania: “Con estas medidas, Rusia tendrá limitado el acceso a los mercados y se afecta al 70% de su sector bancario. No podrá financiarse”. 

Tanto la UE, como Estados Unidos, congelan los activos y bienes de Putin y de su familia en el extranjero así como de su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov y su familia; de hecho, Washington le prohíbe la entrada a Putin a su territorio.  

La  bomba nuclear de excluir a Rusia del sistema SWIFT  cae por la noche del sábado 26 de febrero, tras anunciarla Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea: “He propuesto una serie de sanciones coordinadas con Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Francia, Alemania y Canadá que  incluyen excluir a una serie de bancos rusos del sistema SWIFT, lo que implica que no podrán operar globalmente; se congelan los activos del Banco Central de Rusia para que no tenga liquidez; y, se prohíbe a los oligarcas rusos usar sus activos en nuestros mercados”.  

La guerra arrecia con todas sus baterías, desde la estrategia híbrida, las sanciones, las bombas de verdad, el envío de ayuda militar hacia Ucrania y el desplazamiento de 10 mil soldados chechenos y más material militar letal por parte de Rusia. La irracionalidad nubla el pensamiento.  

El temor de la OTAN es que Putin no se conforme con Ucrania y  tenga en mente otra  operación bélica para invadir Moldavia en su sueño enajenante de resucitar a la URSS.