
Como admirador y buen discípulo de Vladimir Putin, Ilham Aliyev, el dictador disfrazado que gobierna en Azerbaiyán desde hace veinte años, también quiere ampliar sus dominios territoriales y estratégicos.
Unas semanas atrás, le dio buen resultado el ataque relámpago contra Armenia para hacerse con el control del disputado enclave de Nagorno Karabaj, y ya ha amenazado hacer lo mismo con el menos conocido, pero no menos disputado, Corredor de Zangezur, también en la conflictiva zona del Cáucaso sur.
El Corredor de Zangezur es un estrecho paso que se extiende entre las fronteras de Armenia, Azerbaiyán, Turquía e Irán, donde se halla la pequeña ciudad ferroviaria de Meghiri. En tiempos de la Unión Soviética, cuando los más insignificantes incidentes fronterizos en el territorio que abarcaba eran drásticamente silenciados, el Corredor ya fue escenario de algunos incidentes que concluyeron en 1993 con el cierre del ferrocarril que comunicaba la región.
En una detallada información publicada recientemente por el Washington Post, se estima que detrás de la reivindicación azerbaiyana está, como no podía ser menos, Rusia. Azerbaiyán, que en los tiempos de la URSS albergaba uno de sus arsenales nucleares, es, desde la desintegración de esta, entre los países caucásicos que consiguieron la independencia, el que mejores relaciones mantiene con Moscú.
Según el periódico, la urgencia por asumir el control de un enclave de partida de escaso interés con el ferrocarril fuera de servicio, aprovechando la debilidad militar demostrada por Armenia, responde más allá de las ambiciones del déspota Aliyev, que también, a la necesidad que tiene Putin de encontrar salidas para el gas y el petróleo muy limitadas tras las sanciones económicas que fueron aplicadas como respuesta ante la invasión de Ucrania, hace dos años.
El conflicto que amenaza con estallar, en esta etapa de grave desestabilización mundial, afecta a varios países además de los fronterizos. Irán no parece dispuesto a que la frontera con Armenia se altere, en cambio, el otro país más implicado, Turquía, sí se asegura que está dispuesto a aceptarlo. Entre la Armenia cristiana y Turquía musulmana, siempre pesa el triste recuerda del holocausto armenio, las relaciones no suelen ser buenas. En cambio, Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, sí mantiene buenas relaciones con Rusia, no pondría objeciones, por el contario vería también ventajas.
El Gobierno de Bakú celebra su éxito en Nagorno Karabaj y guarda silencio sobre sus planes en torno al Corredor de Zangezur, pero el embajador en Washington no desmintió la noticia, apenas se limitó a quitarle gravedad y a minimizarla asegurando que Azerbaiyán no contempla “objetivos militares”, lo que se interpreta como un intento de incorporar el Corredor de forma pacífica. Habrá que esperar.