El caos se adueña de Ecuador

Soldados montan guardia frente al Palacio Presidencial de Carondelet, en el centro de Quito, el 9 de enero de 2024, un día después de que el presidente ecuatoriano Daniel Noboa declarara el estado de excepción tras la fuga de prisión de un peligroso jefe narco (Foto de Rodrigo BUENDIA / AFP)
Soldados montan guardia frente al Palacio Presidencial de Carondelet, en el centro de Quito, el 9 de enero de 2024, un día después de que el presidente ecuatoriano Daniel Noboa declarara el estado de excepción tras la fuga de prisión de un peligroso jefe narco (Foto de Rodrigo BUENDIA / AFP)

La situación en Ecuador ha llegado a límites dramáticos y difíciles de imaginar: no resulta exagerado decir que la violencia desatada por los narcotraficantes y las bandas terroristas rebasa el control de las fuerzas de seguridad e imposibilita a las personas salir a calle sin afrontar grave riesgo para sus vidas. 

  1. Difícil situación para el Estado ecuatoriano

El asesinato el martes del popular cantante Diego Gallardo cuando iba a recoger a su hijo a la puerta del colegio es un ejemplo de la situación generalizada que sólo puede definirse como anárquica y descontrolada. 

Difícil situación para el Estado ecuatoriano

El nuevo presidente, Daniel Noboa, elegido en octubre tras la dimisión de su antecesor Guillermo Lasso -- agobiado ya por su incapacidad para hacerse con el control de la situación --, ha decretado estado de conflicto armado interno, algo que puede interpretarse como guerra civil. La Policía y las Fuerzas Armadas han recibido instrucciones de reprimir a los causantes del caos sin contemplaciones. Pero a los autores del caos reinante la amenaza no les ha amedrentado. Son muchos, están armados y cuentan con apoyo de las bandas del narcotráfico de México.

El martes, también, un grupo asaltó una televisión de Guayaquil -- la ciudad con mayor número de habitantes del país --, durante la emisión en directo y se adueñaron de los estudios durante varias horas. Las imágenes están dando la vuelta al mundo. La Policía consiguió recuperar al control, liberar a los trabajadores aprisionados y detener a trece de los asaltantes. 

Los incidentes de esta naturaleza se repiten en todo el territorio y los asesinatos suman cifras elevadas. La gente vive atemorizada viendo cómo las numerosas organizaciones terroristas que protagonizan la violencia indiscriminada se han adueñado del país. El miedo se incrementó con la noticia de que los principales jefes de las bandas habían huido de las prisiones donde se hallaban detenidos.

Ecuador tiene el único Gobierno conservador de Latinoamérica, pero el estado caótico que atraviesa no responde tanto a motivaciones políticas como a una delincuencia plural y generalizada que no discrimina. La situación se agrava por los enfrentamientos entre las propias bandas enemigas que derivan en luchas callejeras y el consecuente balance de víctimas. Todos los delitos del Código Penal, desde el asesinato hasta los robos y asaltos, se cuentan por centenares a diario. El presidente mexicano, López Obrador, se solidarizó con su colega ecuatoriano, aunque tampoco puede aportar mayor ayuda habida cuenta de que tampoco él puede con las bandas que desde su país están detrás de las ecuatorianas.

La solución que el presidente Noboa ha contemplado al principio de su mandato es la aplicada por su colega salvadoreño Nayib Bukele, que optó por encarcelar a los miembros de las bandas que actuaban en El Salvador. Varios miles de delincuentes o sospechosos fueron detenidos y encerrados en prisiones improvisadas. Las imágenes que estos meses pasados mostraban aquellas cárceles abarrotadas, con millares de detenidos tumbados desnudos en el suelo, despertaron protestas y denuncias de algunas organizaciones pro-derechos humanos que sostienen que han sido violados.