Etiopía arrienda una salida al mar a Somalilandia

El mar Rojo, que separa al continente africano del sudeste asiático por el que transita más del 10% del comercio marítimo internacional, se está convirtiendo en los últimos días en un foco de tensión de consecuencias imprevisibles.
Nueva fuente de conflicto en el mar Rojo
Los problemas comenzaron hace menos de un mes cuando los hutíes, la milicia que controla el norte de Yemen apoyada por Irán, comenzó a atacar con cohetes a los barcos mercantes que navegaban por sus aguas. La agresión, con la cual pretendían responder al apoyo norteamericano a Israel en la guerra de la Franja de Gaza, enseguida desencadenó una reacción internacional liderada por los Estados Unidos y respaldada por la Unión Europea.
El primer incidente grave entre una unidad de defensa contra un barco hutí dejó un balance de cinco víctimas. Mientras tanto, el tráfico por aquellas aguas empezó a desviarse por la ruta más larga lo cual ocasionó retrasos graves en el suministro de mercancías y el consecuente incremento de los precios de determinados productos, incluido el petróleo, que los consumidores, tanto industriales como privados, yan han empezado a sufrir. Irán, al que la opinión generalizada culpa de la crisis abierta, no oculta en esta ocasión su respaldo a los agresores a quienes proporciona armamento que incluye cohetes similares con los que Hamás lanza sus ataques sobre territorio israelí.
En medio de esta situación sorprende la noticia de que Etiopía ha llegado a un acuerdo con la República de Somalilandia, desgajada desde hace 32 años de Somalia, sin haber conseguido ningún reconocimiento oficial, ni de las organizaciones internacionales – la ONU, la Unidad Africana o la Liga Árabe – ni de ningún país. El Gobierno de Adís Abeba, presidido por Abiy Ahmed - Premio Nobel en 2019 - será el primero en hacerlo, no sin tener que recibir fuertes críticos, a cambio de un convenio con las autoridades secesionistas para disponer de una franja de 20 kilómetros de su superficie que le proporcionará acceso al puerto de Berberá durante cincuenta años.
Etiopía lleva sin acceso al mar desde la independencia de Eritrea en 1991, lo cual había perjudicado sensiblemente a su economía. Sus exportaciones las realizaba por Yibuti, el primer damnificado ahora, por el daño que le supondrá la pérdida de un elevado porcentaje de la actividad de su puerto. Abiy Ahmed, cuya imagen de gran estadista se vio empañada cuando declaró la guerra a la región de Tigray en 2020, un año después de recibir el mayor galardón como defensor de la paz, justificó el acuerdo argumentando que 106 millones de etíopes necesitan abrir vías de desarrollo para su supervivencia e incluso recordó que existen derechos históricos para que Etiopía tenga una salida al mar.
La noticia ha devuelto a la actualidad la existencia de la República secesionista de Somalilandia, precisamente en un momento en que estaba recuperando las relaciones con Somalia, su antiguo Estado, y el endeble Gobierno que, desde Mogadiscio, una capital asediada por el terrorismo que subsiste en medio del caos territorial que sufre. Somalilandia, cuya capital es Argesia, cuenta con algo más de tres millones y medio de habitantes.
Aunque legalmente no puede ser considerada en Estado independiente, en la práctica sí cuenta con estructuras democráticas e institucionales que despiertan admiración: tiene una Constitución, Parlamento, celebra elecciones periódicas y su presidente, Muse Bihi Abdi, fue reelegido en 2017. El país también tiene moneda, sellos de correos y red telefónica propia con uno de los porcentajes más elevados de teléfonos móviles per cápita.