Ceder para afianzar la paz. Ésa es la política en una nueva Etiopía tras más de dos años de guerra civil. El acuerdo de paz firmado en Pretoria por el Gobierno Federal y el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF, por sus siglas inglés) y liderado por la Unión Africana comienza a dar sus primeros frutos: el proceso de desarme.
Las fuerzas del TPLF han comenzado a entregar el armamento pesado al Ejército etíope dentro del marco de desmovilización de las fuerzas tigrinas, una condición clave para el alto el fuego definitivo firmado el pasado noviembre. La entrega de armas se ha producido en la localidad de Agulai, al noreste de Mekelle, la capital de Tigray, y ha estado supervisada por miembros de ambos bandos y por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo de los Estados de África Oriental (IGAD).

“Estamos trabajando desde nuestra creencia de que si queremos lograr la paz no debe haber nada que abra la puerta a la provocación. La paz es vital para todos nosotros”, compareció en Tigray TV el representante de las Fuerzas de Defensa de Tigray, Mulogita Gebre Christos, presente en la entrega del armamento. “Esperamos y confiamos en que esto contribuirá en gran medida a acelerar la implementación total del acuerdo”, decía también Getachew Reda, portavoz del TPLF, en una publicación en Twitter. Un mensaje de conciliación que hacía público también el representante del ejército etíope, Alemi Tadesse: “Todos somos parte de una Etiopía”.
Tigray has handed over its heavy weapons as part of its commitment to implementing the #Pretoria agreement, and the Monitoring & Verification Team has confirmed it. We hope & expect this will go a long way in expediting the full implementation of the agreement. We hope & expect!
— Getachew K Reda (@reda_getachew) January 10, 2023
Sin embargo, esta entrega de armamento pesado no ha estado exenta de negociaciones. El TPLF aseguraba en noviembre que esta transferencia estaba vinculada con la retirada de las tropas aliadas de Etiopía – las fuerzas eritreas – de toda la región de Tigray, después de que el Ejecutivo de Abiy Ahmed condicionara que el repliegue dependía del proceso de desarme. El Gobierno federal cedió, las tropas de la vecina Eritrea iniciaron su retirada y, ahora, el TPLF entrega el armamento.

El restablecimiento de los servicios y la reanudación de la ayuda humanitaria a Tigray fueron también pasos decisivos desde la firma del acuerdo, seguidas del restablecimiento de la Policía Federal de Etiopía en esta región que permitieron la llegada de la primera delegación oficial de Etiopía desde el cese de hostilidades. Este grupo de alto nivel, encabezado por el presidente de la Cámara de Representantes, Tagasse Chafo, se desplazó el pasado 26 de diciembre a Mekelle para asegurar la “correcta aplicación de las cláusulas”.
Tres días más tarde, hacía lo propio el equipo de mediación de la Unión Africana, quienes consiguieron en Pretoria el tan ansiado alto el fuego: Olusegun Obasanjo, Alto Representante de la Unión Africana para el Cuerno de África, y el expresidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, entre otros. Objetivo de la visita: crear un ya exitoso mecanismo de seguimiento de paz en Tigray.

El desarme ha provocado también una nueva relación económica, con el restablecimiento de los vuelos de Ethiopian Airlines hacia Tigray; social, con el reencuentro de los atletas etíopes con su familia en esta región norteña; y sobre todo política. El portal de noticias etíope Borkena ha señalado que el primer ministro etíope Abiy Ahmed podría nombrar al líder del TPFL, Debretsion Gebremichal, viceprimer ministro de Etiopía, y que otros líderes destacados del partido trigrino podrían regresar a la estructura de Gobierno. Todo ello dentro de una remodelación de gabinete que plantea Abiy Ahmed tras los acuerdos de paz. La convivencia política podría gobernar Etiopía.
En una conversación con Atalayar, Mario Lozano Alonso, historiador especializado en Etiopía, analizaba esta posible integración del TPLF en el Ejecutivo etíope. “No sé hasta qué punto es real, pero es muy posible. Si se quiere lograr un acuerdo de paz duradero, lo lógico sería que el TPLF sea integrado en las estructuras de poder de Etiopía. Esto no es extraño, ya se hizo cuando se creó el partido único en 1991 en el que se integraron facciones con diferentes intereses liderados bajo Meles Zenawi”, afirma Lozano.
El Ejército de Liberación Oromo (OLA) no ha cesado sus ataques terroristas en los últimos meses pese al acuerdo de paz entre el Gobierno y el TPLF, de quien han sido aliados durante los dos años de guerra civil. Este grupo se escindió del Frente de Liberación Oromo (OLF) porque quería seguir optando por una lucha armada por conseguir la secesión de la región etíope de Oromía y por la que han reclamado la autoría de varios ataques.

“El caso del OLA es diferente. No está tan bien armado como las fuerzas de Tigray, pero sí controlan grandes territorios de zonas rurales. Ahora que ha terminado el conflicto de Tigray, es posible que el Gobierno de Adís Abeba invierta más dinero en aplacar la resistencia de este grupo”, apuntaba también el historiador Mario Lozano.
Un OLA que el Gobierno etíope ha incluido en su lista de grupos terroristas y con el que todavía tiene pendiente establecer acuerdos de paz. “La población, como el Ejército, deben estar al frente de esta campaña para eliminar al OLA, enemigo del pueblo y del país, y devolver una atmósfera de paz deseada por el pueblo para que la sociedad esté libre de amenazas”, sentenciaba Haru Gema, un alto cargo del Ejército en la región oromo.