Opinión

Gaza, Ucrania y Europa

AFP/SERGEI SUPINSKY - Los bomberos apagan un incendio mientras los expertos de la policía buscan fragmentos de misil en un cráter en una zona industrial de la capital ucraniana de Kiev, después de un ataque masivo con misiles durante la noche a Ucrania el 21 de septiembre
photo_camera AFP/SERGEI SUPINSKY - Los bomberos apagan un incendio mientras los expertos de la policía buscan fragmentos de misil en un cráter en una zona industrial de la capital ucraniana de Kiev, después de un ataque masivo con misiles durante la noche a Ucrania el 21 de septiembre

Sería una tautología afirmar que Europa central y la cuenca mediterránea son zonas de inestabilidad geopolítica. A las guerras de Ucrania y Nagorno-Karabaj se les ha unido, el pasado mes de octubre, la de Gaza. Estas guerras forman parte del hiperanunciado cambio de sistema internacional, situación de la que se desconocen sus sinergias geopolíticas y, por lo tanto, están por diseñar sus mecanismos de gestión. 

Las reacciones de Europa a la salvajada de Hamás en Israel han vuelto a poner de manifiesto la indefensión en que están los estados europeos. Las resoluciones del Consejo de la UE y las declaraciones de los políticos que se desplazaron a Israel son increíblemente débiles y rutinarias, además de poner en evidencia graves diferencias entre ellos. A su vez, la guerra en Gaza ha activado la prioridad informativa al situar en un segundo plano la de Ucrania, coincidiendo con que los indicios de un posible cambio de situación en la antigua república soviética. Lo que durante casi dos años la narrativa del conflicto se circunscribía a un relato desfigurado de las operaciones militares, ahora otros aspectos empiezan a salir a la luz.

Recientemente ha transcendido la inquietud en el Gobierno de Estados Unidos por la poca atención pública que ha tenido la guerra en Ucrania desde que comenzó la de Gaza, expresando el temor que el cambio de prioridad informativa pueda trasladarse a nivel político y afectar a la continuación de la ayuda a Kiev. A su vez existen informaciones de conversaciones discretas entre el Gobierno ucraniano con funcionarios estadounidenses, y europeos, sobre las implicaciones de unas eventuales negociaciones de paz con Rusia, a la vez que las informaciones oficiales de Kiev han rebajado el tono victorioso y mostrado síntomas de cansancio. 

Por ahora continua, como lo ha hecho a lo largo del conflicto, el apoyo logístico de Occidente a Kiev, siendo Estados Unidos el que ha tenido el protagonismo definitivo en cantidad y calidad. Rusia durante el transcurso de la guerra ha mostrado una actitud defensiva. Ucrania ha venido practicando, desde principios de 2023, una contraofensiva que decidiría la guerra; comenzó en el verano y en invierno se llegó un punto muerto en las operaciones con un gran desgaste humano, insoportable para Ucrania.

Según el Pentágono, desde que empezó la guerra se estima que se han gastado 43.900 millones de dólares en asistencia a Ucrania. La ayuda está encontrando problemas parlamentarios y el fantasma de su rebaja o supresión puede materializarse en breve, lo que representaría una situación crítica al desenlace de la guerra. El tipo de conflicto puede calificarse de limitado en el espacio geográfico por lo que las opciones militares tenían que circunscribirse a ello. El hecho es que se practicó la atrición, lo que hacía necesario conjugar potencia de combate y tiempo. Al haber optado por una guerra de desgaste, las operaciones son posibles como consecuencia de la permanencia del flujo de recursos, algo difícil de garantizar indefinidamente. Tómese de ejemplo la artillería. Se estima que, en 2022, Rusia consumió 10 millones de proyectiles, mientras la fabricación propia es de 2 millones anuales, por lo que depende del suministro de otros países para la continuación de un alto ritmo en las operaciones.

Se han producido contactos entre representantes estadounidenses y europeos, ya que la guerra ha llegado a un punto muerto y las dificultades de seguir apoyando a Ucrania han crecido exponencialmente. A las dificultades de reclutamiento, debido al enorme número de bajas y al descontento ciudadano por las modalidades de este, hay que añadir el hecho de que en marzo de 2024 son las elecciones donde se verá el apoyo de Zelensky para seguir combatiendo hasta el final. 

Aspecto importante para tener en cuenta es el apoyo estratégico de Washington a Kiev. Sería prolijo explicar la evolución de los acontecimientos que acabaron en guerra abierta, pero a la hora de la verdad la situación final a considerar es el equilibrio estratégico en Europa. La opción de integrar Ucrania en la OTAN está lejos de poder justificarse, al ser un movimiento de gran riesgo, como queda reflejado en las conclusiones de la Cumbre de Vilna así lo demuestran. Esto lleva a la conclusión que el ingreso de Ucrania en la UE, sin estar bajo el paraguas del atlantismo, es difícil de mantener. Criterio a aplicar la opción de ampliación de la UE.

Ante el elevado riesgo de que, si continuase la guerra, Rusia pudiera alcanzar una victoria que implicase el control de la totalidad del territorio ucraniano, se conforma como opción admisible para los Estados Unidos la firma de una paz que mantuviese la soberanía ucraniana del territorio no ocupado por Moscú. Situación que podría servir como referencia para que la OTAN estructurase su defensa del Este de Europa con Ucrania como buffer.

La situación afecta a los planes de la UE, pues el final de la guerra en Ucrania, siempre que no contemple una victoria de Kiev, eleva la amenaza a una Europa cuya defensa depende del amigo americano. En la Cumbre celebrada en Bruselas, el pasado 17 de octubre, se pusieron en evidencia las diferentes posturas de los países europeos sobre la guerra de Gaza. Tras la emisión de un comunicado de mínimos, en el que se recordaba la necesidad de evitar una escalada regional de colaborar con las partes, incluida la Autoridad Palestina. Finalizaba con el ofrecimiento: “La UE está dispuesta a contribuir a la reactivación de un proceso político basado en la solución de dos Estados, también a través del esfuerzo del Día de la Paz, y acoge con satisfacción las iniciativas diplomáticas en materia de paz y seguridad y apoya la celebración inmediata de una conferencia internacional de paz”. El escaso eco del comunicado constituye un sólido indicio de la deficiente influencia de la UE en el contexto internacional.