La caída de Bashar al-Assad es también un momento de celebración para el pueblo iraní

<p>Una mujer reacciona mientras la gente celebra después de que los rebeldes sirios anunciaran que han derrocado al presidente Bashar al-Assad, en Majdal Shams, una aldea drusa en los Altos del Golán ocupados por Israel - REUTERS/ STOYAN NENOV</p>
Una mujer reacciona mientras la gente celebra después de que los rebeldes sirios anunciaran que han derrocado al presidente Bashar al-Assad, en Majdal Shams, una aldea drusa en los Altos del Golán ocupados por Israel - REUTERS/ STOYAN NENOV
Consciente de las amenazas que penden sobre él, Jamenei ha tratado de desviar la atención desencadenando o amplificando los conflictos en Oriente Próximo. Pero el régimen se ha convertido en el perdedor estratégico de estas guerras. Y la resistencia, organizada en todo el país, está encantada.
  1. El perdedor estratégico de la guerra
  2. Una sociedad al borde de la explosión
  3. Las unidades de resistencia: la mayor amenaza para el régimen
  4. Un futuro con una alternativa creíble

Tras el duro golpe infligido a Hezbolá en el Líbano y la práctica desintegración de esta fuerza interpuesta, descrita como la “madre” de todas las fuerzas interpuestas del régimen en la región, el guía supremo iraní, Alí Jamenei, ha sufrido otro revés estratégico, esta vez en Siria. Jamenei había declarado públicamente que Siria era la 35ª provincia de Irán. El dictador sirio, Bashar al-Assad, estaba al borde del colapso ante el ascenso de las fuerzas de la libertad en su país. Sin embargo, Alí Jamenei envió a Qassem Soleimani y al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) para que intervinieran. Esta intervención evitó la caída de Assad, pero a costa de, al menos, medio millón de muertos y el desplazamiento de millones de sirios. 

Hace nueve años, la caída de Assad podría haberse logrado de acuerdo con la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, Jamenei, respaldado por una política de apaciguamiento internacional, lo impidió. Según informes creíbles, Jamenei malversó unos 50.000 millones de dólares de los recursos del pueblo iraní entre 2010 y 2019. Este dinero, canalizado a través del general Soleimani de la IRGC, se utilizó para reprimir a los luchadores por la libertad en Siria y mantener a Assad en el poder. Mientras tanto, en 2017, durante el levantamiento popular en Irán, los manifestantes coreaban: “¡Dejad a Siria en paz, pensad en nosotros!” 

Ali Jamenei ha dicho a menudo que, si no luchaban en Siria, deberían hacerlo en Teherán o cerca de su propio cuartel general. Hoy, esta afirmación le ha salido por la culata: se ve obligado a enfrentarse a miles de unidades de la resistencia que luchan en las calles de Teherán, Ispahán y Shiraz. 

El régimen iraní se apoya en dos pilares fundamentales: la represión interna y el belicismo, así como el terrorismo en el exterior. Hoy, uno de estos dos pilares se ha derrumbado. Como consecuencia, tarde o temprano Jamenei tendrá que levantar barricadas cerca de su residencia. Por lo tanto, la caída de Bashar al-Assad no sólo será una gran victoria para el pueblo sirio, sino también un momento de celebración para el pueblo iraní. 

El perdedor estratégico de la guerra

Hace dos años, estalló un levantamiento nacional en más de 280 ciudades iraníes, donde el pueblo iraní expresó su claro deseo de derrocar al régimen. Este acontecimiento, también conocido como el levantamiento de Mahsa, marcó un punto de inflexión histórico, revelando que la dictadura religiosa había entrado en su fase final. 

Consciente de esta amenaza existencial, Jamenei trató de desviar la atención desencadenando o amplificando los conflictos en Oriente Medio. De este modo, esperaba evitar un levantamiento final que sellara su destino político en Irán. 

Sin embargo, como predijo desde el principio la oposición, representada por el Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI), el régimen se ha convertido en el perdedor estratégico de estas guerras. Hoy, los hechos lo confirman. La Guardia Revolucionaria y las fuerzas de inteligencia de Jamenei correrán la misma suerte ante el levantamiento y la resistencia organizada del pueblo iraní. 

Una sociedad al borde de la explosión

Cada día, el régimen de los mulás despilfarra sumas astronómicas para financiar su política belicista y equipar a sus grupos interpuestos en la región. Esta carrera desenfrenada va acompañada de una política presupuestaria militarista. Por ejemplo, en el presupuesto de 2025-2026, la parte de los ingresos del petróleo asignada a las Fuerzas Armadas supera la destinada a todos los ministerios civiles. 

Mientras tanto, los presupuestos para infraestructuras esenciales -como educación, sanidad, transporte, energía y comunicaciones- se han reducido al mínimo. 

Desde 2011, los precios de los alimentos se han disparado, multiplicándose por 40. Recientemente, el propio presidente del régimen admitió que la crisis del Gobierno había llegado a un punto crítico. Para compensar el déficit presupuestario, debido en gran parte a sus aventuras militares, el régimen ha subido el precio del combustible y de otros bienes esenciales, agravando el descontento popular. 

En los últimos meses, enfermeras, profesores, pensionistas y trabajadores, sobre todo de los sectores petrolero y petroquímico, han organizado numerosas huelgas y manifestaciones. 

A pesar de esta explosión de cólera social, el régimen es incapaz de abandonar sus políticas belicistas y represivas. Constituyen el núcleo de su estrategia de supervivencia. Cualquier renuncia a estas políticas aceleraría su colapso. En consecuencia, el régimen no puede ni reformar su sistema ni evitar el colapso económico. Las reformas implicarían renunciar al belicismo y conceder más libertades, algo inconcebible para un régimen retrógrado y autoritario anclado en una mentalidad medieval. 

Las unidades de resistencia: la mayor amenaza para el régimen

La principal amenaza para el régimen iraní no proviene sólo del colapso económico o del descontento popular, sino sobre todo de la resistencia organizada en todo el país. Las unidades de resistencia desempeñan un papel central, llevando a cabo una media de más de 20 operaciones contra la represión cada día. En el quinto aniversario del levantamiento de noviembre de 2019, los días 23 y 24 de noviembre, estas unidades llevaron a cabo 110 campañas contra la represión. Estas acciones honraron la memoria de los 1.500 jóvenes manifestantes asesinados por las fuerzas de seguridad del régimen. 

A pesar de la brutal represión -que incluye ejecuciones masivas y encarcelamientos arbitrarios-, el régimen no ha conseguido erradicar la resistencia. El movimiento de protesta avanza inexorablemente hacia su objetivo final: poner fin a la dictadura. Esta determinación puede verse en la sangrienta historia que separa al pueblo iraní del régimen, con más de 100.000 presos políticos ejecutados a lo largo de los años. 

El régimen ni siquiera puede suspender las ejecuciones durante un día. Las llamadas patrullas de la moralidad sólo sirven para contener a una sociedad en revuelta, al tiempo que ponen al descubierto la misoginia institucionalizada del régimen. En Irán, la represión es omnipresente y no existen periódicos relativamente independientes. 

Un futuro con una alternativa creíble

El descontento generalizado, combinado con el surgimiento de unidades de resistencia capaces de enfrentarse a la Guardia Revolucionaria, es una fuerza decisiva para el cambio radical en Irán. 

La alternativa democrática, representada por el NCRI, lidera esta lucha gracias a su programa claro, su reconocimiento internacional y su independencia financiera. Con el apoyo del pueblo iraní, el NCRI ha sido pionero en denunciar las ambiciones nucleares y las políticas intervencionistas del régimen. 

Según el plan del NCRI, tras la caída del régimen, se formará un Gobierno provisional por un periodo máximo de seis meses. Su principal tarea será organizar elecciones para una Asamblea Constituyente. A continuación, el poder se transferirá a los representantes elegidos por el pueblo, que redactarán una nueva Constitución y la someterán a referéndum. 

Gracias a esta alternativa creíble, se evitará el caos. Millones de iraníes exiliados volverán para reconstruir su país, aportando sus conocimientos y su capital. Una amplia comunidad de expertos iraníes en el extranjero desempeñará un papel clave en la reconstrucción del Irán del mañana. 

El programa de 10 puntos del NCRI hace hincapié en la libertad, la igualdad de género, la autonomía de las minorías étnicas, la igualdad entre todas las religiones y la separación entre religión y Estado. También aboga por la abolición de la pena de muerte, un Irán no nuclear y la paz en Oriente Medio. 

Con esta visión, el Irán del mañana puede renacer, libre de los grilletes de la opresión.