El Sáhara y los Intergrupos de la Eurocámara: ¿al servicio de Europa o de intereses ajenos?

- La opacidad de los intergrupos: un problema estructural
- La sombra de los intereses extranjeros
- El Frente Polisario y sus aliados: una red de influencia cuestionable
- El Parlamento Europeo da la espalda al Frente Polisario: hacia una mayor transparencia y responsabilidad
Sin embargo, en la práctica, estas estructuras han demostrado ser herramientas opacas que permiten a lobbies, activistas y grupos de presión influir en la agenda política europea, a menudo al margen del escrutinio público. Un caso paradigmático de este fenómeno es el recientemente disuelto Intergrupo del Sáhara Occidental, que ha servido como plataforma para legitimar y promover los intereses del Frente Polisario, una organización con un historial cuestionable y cuyos apoyos dentro de la Unión Europea merecen una revisión crítica.
Pero lo más preocupante no es solo la falta de transparencia, sino la posibilidad de que este intergrupo esté promoviendo inadvertidamente intereses de terceros países, en lugar de los de la Unión Europea y sus ciudadanos.
La opacidad de los intergrupos: un problema estructural
Los intergrupos carecen de un marco regulatorio claro. Aunque están financiados indirectamente con fondos públicos, no están sujetos a las mismas normas de transparencia que otras instituciones europeas. Esto abre la puerta a que actores externos, como lobbies y grupos de presión, utilicen estos espacios para promover agendas particulares sin rendir cuentas. La falta de supervisión y control convierte a los intergrupos en un caldo de cultivo para la influencia indebida, donde los intereses geopolíticos y económicos pueden camuflarse bajo el disfraz del diálogo político.
En este contexto, el Intergrupo del Sáhara Occidental surgió en su momento como un preocupante ejemplo de lo anteriormente expuesto. Este intergrupo, mayoritariamente compuesto por miembros de partidos europeos de extrema izquierda e independentismos varios, ha sido utilizado para amplificar la narrativa del Frente Polisario en la UE, una organización que busca la independencia del Sáhara Occidental, pero que ha sido acusada de violaciones de derechos humanos y de mantener estrechos vínculos con regímenes autoritarios como Cuba, Venezuela o la propia Argelia.
La sombra de los intereses extranjeros
Uno de los aspectos más inquietantes del Intergrupo del Sáhara Occidental era su aparente alineación con los intereses de Argelia, un país que históricamente ha apoyado al Frente Polisario por razones geopolíticas y estratégicas. La actividad de este intergrupo ha generado preocupación debido a la posible violación de las normas internas del Parlamento Europeo, ya que sus acciones parecen estar orientadas exclusivamente hacia intereses específicos en la región, en lugar de reflejar una postura equilibrada y objetiva. Esto plantea una pregunta incómoda: ¿estaba el Intergrupo del Sáhara Occidental sirviendo a los ciudadanos europeos o actuando como un instrumento de influencia extranjera?
La influencia, no solo del Polisario, sino de la propia Argelia sobre este intergrupo es difícil de ignorar. Desde la organización de eventos hasta la promoción de narrativas sesgadas, sus acciones parecían estar armonizadas con los objetivos geopolíticos de Argelia en la región. Esto no solo socava la credibilidad del Parlamento Europeo, sino que también pone en entredicho la independencia y la integridad de sus instituciones. Si los intergrupos pueden ser utilizados como vehículos para promover los intereses de terceros países, ¿qué garantías tenemos de que las decisiones que se toman en Bruselas reflejan los valores y los intereses de los ciudadanos europeos?
El Frente Polisario y sus aliados: una red de influencia cuestionable
El Frente Polisario, junto con Argelia, han llegado a tejer una red de apoyos alrededor de la Unión Europea que incluye a políticos, periodistas, activistas y organizaciones no gubernamentales. Esta red ha sido instrumental en la creación y mantenimiento del Intergrupo del Sáhara Occidental, que actúa como un altavoz para sus reivindicaciones. Sin embargo, es necesario preguntarse: ¿qué intereses hay detrás de este apoyo? ¿Por qué ciertos actores europeos han decidido alinearse con una organización que ha sido criticada por su falta de transparencia e historial autoritario?
Uno de los problemas más graves es la falta de equilibrio en la representación de las partes involucradas en el conflicto del Sáhara Occidental. Mientras que el Frente Polisario ha logrado infiltrarse en los círculos políticos europeos, las voces que defienden la autonomía del territorio bajo soberanía marroquí han sido sistemáticamente marginadas y vilipendiadas bajo las clásicas falsas acusaciones de trabajar a sueldo de Marruecos. Este desequilibrio no solo distorsiona la percepción del conflicto, sino que también socava los esfuerzos para encontrar una solución pacífica y duradera.
Además, es preocupante la forma en que algunos eurodiputados abrazan la causa del Polisario sin realizar un análisis crítico de sus acciones y métodos, reforzando su narrativa y recibiendo incluso invitaciones para viajar a los campos de refugiados. Un claro ejemplo fue el último congreso del Polisario en Tinduf, financiado por el Gobierno argelino, donde se pudo comprobar la instrumentalización de estos grupos y como tratan de influir en las decisiones del Parlamento Europeo.
Igualmente, el Intergrupo del Sáhara Occidental ha organizado eventos y conferencias en los que presentan con especial énfasis al Polisario como el único representante legítimo del pueblo saharaui, ignorando las complejidades del conflicto, así como otras posibles alternativas como la del MSP u otras voces saharauis que han disentido de sus postulados. Y, por supuesto, ignoran también las alternativas propuestas por Marruecos, como el plan de autonomía. Esta postura unilateral no solo es injusta e intransigente, sino que también contribuye a perpetuar el conflicto en lugar de resolverlo.
El caso del Sáhara Occidental es particularmente revelador. Los lobbies que apoyan al Polisario han utilizado tácticas de desinformación y manipulación para presentar a Marruecos como un opresor y al Polisario como una víctima. Esta narrativa, aunque simplista y engañosa, ha calado en ciertos sectores del Parlamento Europeo, donde algunos eurodiputados han adoptado una postura acrítica y dogmática. Lo más grave es que esta postura no solo beneficia al Polisario, sino que también sirve a los intereses de terceros países como Argelia, que buscan debilitar a Marruecos y consolidar su influencia en la región a través de estos lobbies que ellos mismos patrocinan.
El Parlamento Europeo da la espalda al Frente Polisario: hacia una mayor transparencia y responsabilidad
En un giro reciente, el Parlamento Europeo decidió en el mes de diciembre del pasado año no renovar este intergrupo dedicado al Sáhara Occidental, una estructura que desde su creación en 1987 había sido renovada en todas las legislaturas anteriores. Con esta decisión, parece estar reorientando su rumbo estratégico hacia la estabilidad en el Mediterráneo. Esta reorientación refleja la creencia cada vez más generalizada de que el apoyo al Polisario no solo no contribuye a la resolución del conflicto, sino que también socava los intereses estratégicos de la Unión Europea en la región. Prueba de ello también es el hecho de que cerca de una veintena de países de la UE hayan apoyado en los últimos años la propuesta de autonomía marroquí como solución al diferendo. El cambio reciente de postura hacia este Intergrupo pro polisario es una señal alentadora de que el Parlamento Europeo está comenzando a reconocer la necesidad de un enfoque más equilibrado y pragmático en el conflicto del Sáhara.
Es evidente que los intergrupos del Parlamento Europeo necesitan una reforma urgente. En primer lugar, es fundamental establecer un marco regulatorio que garantice la transparencia y la rendición de cuentas. Los intergrupos no pueden seguir operando como espacios opacos donde los lobbies y los grupos de presión imponen sus agendas sin ningún tipo de control. En segundo lugar, es necesario fomentar un debate equilibrado y plural en el que todas las partes involucradas en un conflicto tengan la oportunidad de expresar su punto de vista. En el caso del Sáhara Occidental, esto significa que el Parlamento Europeo debe dejar de ser un altavoz exclusivo para el Frente Polisario y empezar a escuchar a todas las partes, incluyendo a Marruecos y a los saharauis que apoyan el plan de autonomía. Solo así se podrá avanzar hacia una solución justa y duradera.
En conclusión, los intergrupos del Parlamento Europeo, lejos de ser espacios de diálogo y colaboración, se han convertido en herramientas de influencia y manipulación. El caso del Intergrupo del Sáhara Occidental es un ejemplo claro de cómo estos mecanismos pueden ser utilizados para promover agendas particulares al margen del interés general. Es de agradecer que la Unión Europea haya tomado cartas en el asunto y garantice que los intergrupos cumplan con su propósito original: servir a los ciudadanos europeos, no a los lobbies, grupos de presión o intereses extranjeros, como ha sido el caso de este Intergrupo del Sáhara Occidental, afortunadamente ya extinto. La credibilidad de las instituciones europeas depende de ello.