Tensa cautela

El jefe del Mando Central de Estados Unidos, general Michael Erik Kurilla, celebró una reunión de coordinación el 12 de abril con el JEMAD de Israel, teniente general Herzi Halevi - PHOTO/IDF
El jefe del Mando Central de Estados Unidos, general Michael Erik Kurilla, celebró una reunión de coordinación el 12 de abril con el JEMAD de Israel, teniente general Herzi Halevi - PHOTO/IDF
Otra chispa puede prender en cualquier momento después de que Israel e Irán hayan adoptado una tensa cautela tras, previo aviso a Estados Unidos, atacarse directamente, por primera vez desde el inicio de sus hostilidades. 

Israel no comenta los objetivos alcanzados, señal de que prefiere mantener la reserva y evitar la escalada del conflicto como le exige Estados Unidos en campaña electoral, e Irán minimiza los daños para su consumo interno, donde el régimen de los ayatolás tiene notables problemas, y da a entender que cierra el desafío provocado por la muerte de siete altos dirigentes de las brigadas Al Quds de la Guardia Revolucionaria en el Consulado iraní de Damasco.  Cada uno habrá sacado las lecciones correspondientes.

La tregua que parece se dan Israel e Irán se enmarca en una situación muy complicada y delicada porque los dos enemigos de la región pretenden acabar uno con el otro, pero evitando un enfrentamiento directo que tendría unas consecuencias impredecibles. 

Hay una enorme diferencia entre uno y otro: Irán pretende aniquilar el Estado de Israel mientras que Israel pretende que Irán no consiga el arma nuclear que sería letal en manos del régimen de los ayatolás. Tel Aviv no busca la aniquilación de los persas iraníes, aspira a un cambio de régimen, como todo el mundo occidental.

En esa dinámica, llevamos años de enfrentamientos indirectos con Irán utilizando a sus grupos afines en la región. Ahora, la situación ha cambiado, se ha escalado un peldaño relevante, porque se están atacando directamente, aunque sea de manera más o menos controlada y quirúrgica. Cada uno demuestra que es capaz de alcanzar territorio enemigo, pero Israel demuestra más capacidad de defensa con su Cúpula de Hierro, su escudo antimisiles y drones, y con la gran ayuda de sus aliados.

En medio de este tablero de intereses geoestratégicos, energéticos y de control de la región, se encuentran los palestinos. Durante muchos años, desde 2007, en Gaza han sufrido la dictadura radical de Hamás con enfrentamientos muy sangrientos con Israel, frente a las opciones de acuerdos fallidos con los palestinos de Cisjordania con la Autoridad Nacional Palestina. 

En este entorno, los Acuerdos de Abraham alcanzados hace cuatro años, en 2020, entre Israel y países árabes y musulmanes como Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán cambiaron totalmente la situación con el desarrollo de la cooperación en todos los sectores de la sociedad. 

Cuando se estaba a punto de que Arabia Saudí entablara relaciones con Israel, el pasado 7 de octubre todo salta por los aires por el sanguinario y exhibicionista ataque terrorista de Hamás y sus apoyos contra Israel lo que provocó la decisión de acabar con la influencia de Irán en la región, acabar con Hamás en Gaza y después vendrán el resto de las milicias en lo que el Gobierno de Israel anuncia como una guerra de larga duración. La clave de esta decisión, muy complicada, es evitar el enfrentamiento directo con Irán.