Algunas consideraciones personales sobre el conflicto ruso-ucraniano

Nunca pensé que Rusia invadiera Ucrania, decisión a mi modo de ver desproporcionada e irresponsable, no sólo porque parece un jaque mate al necesario respeto a la soberanía, sino principalmente por ser un gran error estratégico. Mi primera reacción fue recordar a Umbral cuando quería hablar de su libro. Yo también quería expresar mis ideas, basadas en medio siglo dedicado al estudio de la violencia y los conflictos, aunque en el presente caso los hechos no coincidían con lo por mí previsto. Mi desconcierto constató una vez más que el sentido común es el menos común de los sentidos.
Por supuesto, el poder militar de Rusia es abrumadoramente mayor que el de Ucrania –“el pez grande se come al chico”-, pero su invasión es meterse en un innecesario berenjenal que solo acarreará problemas: Ucrania es un estorbo. De ahí que pensaba que se limitaría a humillarles, haciéndole cosquillas donde más le molesta: a) mediante ataques aéreos, enviando misiles y bombardeos, b) ciberataques contra infraestructuras críticas, y c) exprimiendo su economía (Ucrania es la 2ª del mundo en manganeso y hierro, la 7ª en carbón, y la 1ª en Europa en uranio, titanio y mercurio), su industria (4º del mundo en lanzacohetes, 9ª en material de defensa, y 10ª en acero, 1ª en Europa en amoniaco, 3ª en centrales nucleares y red ferroviaria, y 4ª en gas natural), y su agricultura (1ª del mundo en girasol, 2ª en cebada y maíz, 4ª en patatas, 5ª en centeno y abejas, 8ª en trigo y 9ª en huevos)…
Confiaba en una salida más airosa: un diálogo con concesiones asumibles para ambas partes: Ucrania ofrecería una moratoria indefinida en su ingreso en la OTAN, y Rusia se limitaría a ocupar Donbás y, a lo sumo, como ha hecho, ocupar la franja sur para cerrar la salida al mar por el este y el sur. No olvidemos que el rio Dniéper separa dos Ucranias muy distintas entre sí: la oriental, habitada por separatistas ruso-parlantes ortodoxos, y que históricamente ha sido el origen de la Gran Rusia; la occidental, que habla ucraniano, es católica y procede del Imperio Austrohúngaro.
¿Y cual es la actitud de China respecto a esta decisión rusa? Un mero apoyo retórico a su vecina Rusia, haciéndole guiños, pues tiene sus propios intereses, enfocados principalmente con una geopolítica en Asia-Pacífico que no le permite enemistarse con EEUU ni con Japón, por no mencionar su Nueva Ruta de la Seda, que pasa por el vecino Kazajistán. Esto no quiere decir que evite apoyar a Rusia en un futuro, pues no en vano ya es probablemente la primera potencia tecnológica y pretende sustituir a los Estados Unidos como primera potencia dentro del mundo bipolar en el que vivimos, pero no parece el momento más oportuno para atraerla a su órbita económica. Ni que decir tiene que, en dicho caso, Rusia estaría protegida bajo sus alas.
Previsibles consecuencias:
1º La experiencia histórica apunta a un despertar de sentimientos hostiles de resistencia hacia el invasor, con un resurgimiento de guerras de guerrilla, en las que temo los ucranianos serían más eficaces que los carros de combate rusos.
2º Las sanciones económicas tienen una alta probabilidad de desencadenar un indeseado efecto boomerang contra quienes las imponen:
1. Rusia parece tener suficientes reservas para no depender necesariamente del dólar, euro y yen; incluso, si hiciera falta, probablemente podría confiar en China para paliar las restricciones que se le imponga. Además, la expulsión del sistema SWIFF también dificulta la recuperación del dinero por sus legítimos acreedores occidentales.
2. La guerra del gas afectará mucho a los precios pues, por ejemplo, no es lo mismo traerlo vía gaseoductos que en barco desde, pongamos, EE.UU. En concreto, el cierre del Nord Stream II influirá quizás más negativamente sobre quien lo cierra -Alemania- que sobre Rusia, que es a quien se quiere castigar, ya que sus eventuales necesidades de gas y petróleo a medio plazo se verían convenientemente compensadas por China.
3. Ciñéndonos a España, las sanciones impuestas por Occidente pueden acarrear un enorme desgaste económico en nuestro país:
a. Energético, máxime dada nuestra actual política de desmantelar centrales nucleares
b. Industrial.
c. Y principalmente agrícola, pues no en vano Ucrania es conocida como “el granero de Europa”.
En conclusión, ya nos encontramos en una inflación en espiral, y, como desgraciadamente siempre ocurre, los “paganos” seremos nosotros, los ciudadanos de a pie.
Jesús Martín Ramírez, director de la Cátedra Nebrija-Santander sobre Gestión de Riesgos y Conflictos de la Universidad Nebrija