
El siglo XXI ha presentado a las naciones globales con un reto inminente: la transición hacia una energía más limpia y sostenible. En este contexto, las naciones de Angola y Marruecos han emergido como actores potenciales en el continente africano, y su reciente cooperación augura un futuro prometedor para la región.
Angola, con su ubicación en el sur de África, tiene un tesoro energético esperando ser aprovechado. Según datos del Banco Mundial, este país recibe un promedio de 5,4 kWh/m2/día de energía solar, superando a muchos de sus vecinos africanos. Esta capacidad, combinada con sus potenciales en energía eólica e hidroeléctrica, como la Planta Hidroeléctrica de Laúca con una capacidad instalada de 2,070 MW, señala a Angola como un gigante renovable en ciernes.
Sin embargo, el país enfrenta retos considerables. La falta de inversión privada y la necesidad de infraestructura, especialmente en zonas rurales desconectadas de la red nacional, son barreras para su desarrollo energético.
Aquí es donde Marruecos, con su avanzada trayectoria en energías renovables, podría ofrecer soluciones tangibles. Marruecos ha invertido significativamente en tecnologías verdes, posicionándose como un referente en África. A cambio de su experiencia y capital, Marruecos podría beneficiarse de los recursos naturales de Angola, como el gas y el amoníaco, vitales para diversificar y fortalecer su propia matriz energética.
Además, la relación bilateral entre estas dos naciones ha sido fortalecida por recientes gestos de solidaridad. En julio de 2023, ambos países reafirmaron su cooperación y buscaron una solución política al conflicto del Sáhara Occidental. El acto de solidaridad del presidente de Angola hacia Marruecos después del terremoto de septiembre de 2023 también es testimonio de una relación robusta y creciente.
Imaginemos un escenario donde las técnicas avanzadas de Marruecos en la generación de energía eólica, como las aplicadas en su exitosa región costera, se combinan con el potencial del sur de Angola. O donde las innovadoras soluciones solares marroquíes iluminen las zonas rurales angoleñas, beneficiando a escuelas y centros de salud.
Esta cooperación no sólo sería un modelo de desarrollo sostenible, sino también una demostración de cómo dos naciones pueden beneficiarse mutuamente, elevando el estándar de vida de sus ciudadanos y asegurando un futuro energético confiable.
La alianza entre Angola y Marruecos representa más que una simple colaboración. Es una visión compartida de un futuro más verde y una afirmación de que la unión africana y el desarrollo conjunto son posibles y esenciales. Esta relación no solo establece un precedente para otros países africanos, sino que también se erige como un estandarte de cómo la colaboración interafricana puede ser la llave maestra para desbloquear el verdadero potencial del continente.
El desarrollo de África no debe depender exclusivamente de la intervención de naciones externas. Las naciones africanas poseen los recursos, tanto humanos como naturales, para forjar un futuro próspero. Es mediante la cooperación, la ayuda mutua y el compartir de experiencias y recursos, como el continente puede realmente avanzar hacia un futuro sustentable y equitativo.