Trump confía en Arabia Saudí para detener la guerra entre Rusia y Ucrania

- Un rotundo NO a que Ucrania recupere sus fronteras
- Arabia Saudí goza de la confianza de Trump y Putin para llevar la paz a Ucrania
Las palabras que salen por la boca de Trump generan tales efectos multiplicadores, que, de manera inmediata, desencadenan un gran número de tsunamis, inundaciones, incendios y huracanes por casi todo el mundo. Los más recientes se han producido en dos importantes foros internacionales, con las intervenciones sin pelos en la lengua del vicepresidente norteamericano James David Vance, de 40 años, y del secretario de Defensa, Pete Hegseth, de 44.
Lo que durante el fin de semana ha dicho el segundo de Trump, JD Vance, en la 61ª edición de la Conferencia de Seguridad de Múnich, que se ha celebrado del 14 al 16 de febrero en la capital de Baviera, ha originado tal cantidad de réplicas sísmicas de elevada magnitud en la escala de Richter, que todavía persisten los movimientos telúricos incluso a miles de kilómetros del epicentro localizado en Washington.

Ante decenas de jefes de Estado, de Gobierno, ministros, altos cargos políticos y mandos militares, Vance ha afirmado en Alemania que Trump tiene muy claro que los europeos deben desempeñar “un papel más importante” en el futuro del continente. “No creemos que se trate de repartir la carga, sino de que los europeos den un paso adelante mientras Estados Unidos se concentra en áreas del mundo que están en gran peligro”. Y añadió: “Pero ¿cómo van a empezar siquiera a pensar en cuestiones presupuestarias si muchos de los ciudadanos de Europa no saben exactamente qué es lo que están defendiendo?”
También el nuevo titular del Departamento de Defensa norteamericano, el veterano de guerra Pete Hegseth, ha liberado ingentes cantidades de energía en forma de lava candente con lo que ha expresado el 13 de febrero en Bruselas. En la rueda de prensa tras la reunión de ministros de la Alianza Atlántica, soltó que “podemos hablar todo lo que queramos sobre valores. Los valores son importantes, pero no se puede disparar con los valores, no se puede disparar con las banderas, ni con los discursos contundentes. No hay sustituto para el poder duro”.

Un rotundo NO a que Ucrania recupere sus fronteras
Antes de su comparecencia ante los medios de comunicación tras su primer cónclave con los titulares de Defensa de la OTAN, Hegseth había sorprendido a sus aliados al expresar la negativa de Estados Unidos a que Kiev fuese invitada a formar parte de la Alianza. Pero la mayor bomba que dejó caer fue que Estados Unidos es contraria a que Ucrania pueda recuperar sus fronteras anteriores a la invasión de Rusia ¡Desconcierto general y caras de asombro!
La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Úrsula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, el portugués Antonio Costa, ahora se sienten menospreciados por Washington, al igual que la mayoría de los dirigentes de los países que integran la UE. Motivo: entonces ¿qué va a pasar con Ucrania?
Y es que, cuando los mandatarios y autoridades de la Unión Europea y los países amigos y aliados de Estados Unidos en Europa todavía no se han recuperado de un huracán provocado por Trump, ya les sorprende y perturba una nueva sacudida de la Casa Blanca. Consecuencia: en las esferas políticas, financieras, estratégicas y sociales del Viejo Continente cunde la confusión.

Conviene recordar que, hasta el momento, Bruselas y la mayor parte de los dirigentes de sus 27 naciones integrantes han practicado una política “seguidista” con Estados Unidos respecto a negar el pan y la sal a Vladimir Putin y apoyar a Ucrania con ingentes cantidades de armas y bagajes frente a la invasión ilegal de Ucrania por las tropas de Rusia. Pero el vicepresidente Vance les aseguró que la amenaza que más le preocupa con respecto a Europa “no es Rusia, ni China, ni ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza que viene desde dentro”.
El hecho de que la Casa Blanca haya filtrado que el enviado especial de Washington para Oriente Medio, Steve Witkoff, y el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, se reunirán en breves horas en la capital de Arabia Saudí con sus homólogos de Moscú para detener la guerra en suelo ucraniano ha provocado el malestar del presidente Volodimir Zelenski. Ni Trump ni Putin han contado con él para sentarse a la mesa de negociaciones, al menos en un primer momento.

Arabia Saudí goza de la confianza de Trump y Putin para llevar la paz a Ucrania
Igual o más de enfadados que Zelenski están las altas autoridades de Bruselas, que se consideran ninguneadas. También los máximos dirigentes políticos de los países de la UE ‒unos más que otros‒, que están irritados y se sienten menospreciados por el desaire yanqui. Han apostado durante tres años por seguir los dictados del ya expresidente Joe Biden, han aplicado fuertes sanciones a Moscú, que han repercutido en serios perjuicios para la economía europea y ahora no cuentan con ellos.
Los más enrabietados por el criterio que impone Trump y recalcan Vance y el secretario de Defensa Hegseth son la presidenta Úrsula von der Leyen, el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente francés, Emmanuel Macron, que desean tener voz y parte en una paz concertada. Además, los dos últimos aspiraban a que, si Ucrania conseguía una paz digna, la firma tuviera lugar en sus respectivas capitales, Berlín o París. No en vano, ambos gobiernos han sido los que han facilitado a Zelenski las mayores cantidades de sistemas de armas, misiles y proyectiles de artillería de grueso calibre, aunque menos que Londres y Washington.

La nación en la que han depositado su confianza Donald Trump y Vladimir Putin para albergar las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia es Arabia Saudí. Gran aliado de Washington entre las naciones árabes y con excelentes relaciones con Moscú. En su capital, Riad, el príncipe heredero y primer ministro, Mohamed bin Salman bin Abdulaziz Al-Saud, establecerá el escenario idóneo para que las delegaciones de la Casa Blanca y el Kremlin, con su mediación, puedan alcanzar un acuerdo que, al menos aparentemente, devuelva la paz a Europa.
La Administración Trump lo tiene claro y sus mensajeros también. Vance ha explicado a sus aliados que la principal prioridad que tiene encomendada es lograr “un final diplomático pacífico a la guerra, lo más rápido posible y de una manera que establezca una paz duradera”. Y ese es el camino que se sigue, cueste lo que cueste y perjudique a quien perjudique. Von der Leyen y los dirigentes de los países europeos necesitan tiempo para reconfigurar sus discursos y, pasito a pasito, lo harán. Es probable que Trump brinde la oportunidad a Bruselas de sufragar importantes costes de la reconstrucción de Ucrania y desplegar observadores en territorio de Kiev para verificar los acuerdos alcanzados.

¿Cuál es la próxima sorpresa que depara la Administración Trump? Hay que recordar las primeras andanadas en la línea de flotación de Dinamarca a causa de Groenlandia; la iniciativa de elevar los aranceles de ciertos productos provenientes de Canadá, China, México y la UE; sacarse de la manga un plan para convertir la Franja de Gaza en un paraíso turístico; que sus habitantes sean acogidos por Jordania y Egipto; y el reclamar que los países de la OTAN incrementen sus comprometidos gastos de defensa del 2 % hasta el 5 de sus respectivos PIB. Ahora le ha tocado el turno a Ucrania. ¿Qué vendrá después?